La salud mental sigue siendo una tarea pendiente. El miedo a que nos vean vulnerables o el privilegio e, incluso, los tabús que aún existen para buscar la ayuda de un profesional están creando la gran pandemia entre los adultos de un futuro no muy lejano. Cada vez son más los niños y adolescentes que sufren algún tipo de trastorno psicológico.
En su último informe, UNICEF España estima que más del 13% de los jóvenes entre 10 y 19 años de al menos 13 países tienen problemas de salud mental. Entre los más comunes están los síntomas de ansiedad y depresión, con unos niveles que aumentan de manera dramática durante la adolescencia y, sobre todo, entre las niñas y mujeres jóvenes.
“Estás triste, te sientes solo, la gente se burla de ti… es el tipo de cosas que te llevan a la depresión. Después descubres que alguien se ha suicidado”. Es el testimonio de una niña keniata sobre cómo este tipo de comportamientos son, trágicamente, algo común entre los adolescentes.
“Creo que [se hacen daño a sí mismos] porque sienten tanto dolor emocional y mental que piensan que el dolor físico ayudará a bloquearlo”, comenta otra de las jóvenes consultadas, desde Jamaica. En Chile, uno de los adolescentes preguntados, asegura que las autolesiones son llamadas de atención que deben hacer saltar las alarmas, porque “les está diciendo a los demás que se siente triste”.
Otros problemas, como la ansiedad, son percibidos como una respuesta a los factores de estrés que soportan cada día. Una de las niñas, nacida en Egipto, describe el nerviosismo y la preocupación constantes. Otra de las jóvenes, desde Chile, habló de “crisis de angustia y ansiedad” después de sufrir acoso. No obstante, los sentimientos más comunes fueron el de estrés o presión extrema.
La Covid-19 y la crisis socioeconómica que creó la pandemia dispararon las estadísticas de problemas de salud mental entre los menores, con un aumento de hasta un 47%. A esta situación le han seguido otras como la crisis energética o la guerra de Ucrania, por la que muchos se han visto obligados a abandonar su hogar y todo su entorno. No obstante, tiempo atrás, muchos ya sufrían síntomas de ansiedad o depresivos.
La publicación de UNICEF viene a recopilar los temas que más preocupan a niños y adolescentes. Sus testimonios completan el estudio publicado hace sólo un año sobre el Estado Mundial de la Infancia, en el que se dio a conocer el deterioro en la salud mental de los más jóvenes.
En el último año, en 2021, más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado. Es más, según los datos recopilados por la organización, cada año, casi 46.000 adolescentes se suicidan. Es una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.
Como solución, UNICEF recomienda escuchar a niños y adolescentes sin minimizar su dolor. Además, es necesario apoyar a las familias, padres y cuidadores para que puedan comprender mejor las necesidades de los adolescentes en un mundo cambiante, así como garantizar que las escuelas y lugares de formación apoyen y eduquen en salud mental.
Varios jóvenes, en un diálogo con Patricia Ramírez, psicóloga y divulgadora conocida en redes sociales como Patri Psicóloga, cuentan sus opiniones sobre las temáticas abordadas en el informe. Irene, de 15 años, cuenta que muchos acuden antes a sus amigos que a un profesional “porque son el espacio más seguro”.
Clara, de 17 años, y Lara, de 20, apuntan, por un lado, a la “barrera cultural” en torno al “voy al psicólogo”, pero también a la poca accesibilidad que aún existe. “Debería ser un derecho”, denuncian. “Pedimos más escucha por parte de las instituciones y del gobierno. La juventud está sensibilizada con temas como este y aboga por un cambio. Tenemos mucho que decir”, concluye Fran, de 19 años.
El agujero negro de las redes sociales
Una de las preocupaciones comunes que nombraron adolescentes de todo el mundo fue el impacto “tóxico” de las redes sociales en la autoestima. Muchos se comparan con las imágenes perfectas publicadas en internet. Aunque este parece ser un problema mayor para las niñas y mujeres jóvenes, también afecta a los varones.
Uno de los niños consultados en Suecia, por ejemplo, comenta que las redes sociales tienen “una influencia muy grande” sobre la salud mental, “porque te comparas con otras personas, y no ves que tienen otros problemas, sólo una fachada que es perfecta y te hace sentir peor”.
Otra de las jóvenes, desde Indonesia, cuenta que te haces preguntas como “¿Por qué no puedo ser así?”. Algo muy relacionado con otra cuestión: la dictadura de los likes. Para otra de las niñas, desde Bélgica, es “una obsesión” conseguir más de 700 me gusta. Es una necesidad agobiante de validación.
Desde Jamaica, uno de los niños consultados asegura que “las mujeres que tienen menos de 1.000 seguidores en Instagram no se ven a sí mismas como suficientes. Cada vez que publican una imagen, constantemente vuelven a conectarse para ver cuántos me gusta han recibido en sus fotos”.
Otro de los temas comentados fue la dificultad de autocontrol con respecto al tiempo que pasan en las redes sociales. Muchos adolescentes sienten que tienden a quedarse atrapados en estas plataformas.
Asimismo, nombran conductas como el ciberacoso. Publicar comentarios dañinos en las redes, difundir imágenes o vídeos molestos o usar las tecnologías de manera amenazante también están minando la confianza y la salud mental de muchos jóvenes.
Qué se puede hacer
“Tal y como reflejan los propios adolescentes, si cuentan con el entorno y las herramientas adecuadas, la mayoría serán capaces de normalizar sus vidas y tener una evolución positiva”, asegura Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España.
Por ello, y en este contexto, se valoran los últimos anuncios realizados por el Gobierno, como la reciente aprobación del Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024 por parte del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. También el lanzamiento de la línea 024 de atención a la conducta suicida.
Desde UNICEF, recomiendan que se multipliquen los esfuerzos para asegurar que se trabaja en una buena dirección. Piden que a corto plazo se garanticen aspectos como una inversión suficiente para las acciones clave para la infancia que incluye el Plan de Acción o incrementar la disponibilidad de recursos especializados que aseguren una atención de calidad a los niños y adolescentes que lo necesiten.
Otro de los aspectos positivos para trabajar en la salud mental de los menores es el hecho de fortalecer el enfoque multidisciplinar para que cobren protagonismo todos los sectores relacionados con la salud mental, bienestar emocional y acompañamiento psicosocial de la infancia.
Para lograr esto, señalan, un paso importante será la creación del Grupo de Salud Mental e Infancia que se ha comprometido en el Plan de Acción recién aprobado, así como que se garanticen los mecanismos de participación adecuados para los más jóvenes.