Repartimos con Casa Carmela su menú solidario 50.000: "Con el estómago lleno, se ve la vida mejor”
Este restaurante del barrio de Canillejas-San Blas lleva desde el principio de la pandemia ofreciendo comidas a quien más lo ha necesitado.
3 marzo, 2023 02:01“Cuando el hambre llama a tu puerta, tienes que responder”. Y esto es lo que hizo el dueño de Casa de Comidas Carmela, un restaurante madrileño del barrio de Simancas, en el distrito de Canillejas-San Blas. Y es que cuando le traspasaron el local, Jaime Rincón ni se habría imaginado que empezaría el mes con un récord: 50.000 menús solidarios repartidos desde que comenzó su iniciativa ‘Comida para todos’.
La iniciativa, que comenzó como una manera de ayudar desde el barrio a las personas devastadas por los estragos de la pandemia, se ha convertido en un servicio social y un ejemplo de colaboración ciudadana.
Todo empezó a principios de 2020, cuando Rincón se disponía a poner a punto el local que le habían traspasado. Antes de que pudiera abrirlo de nuevo, con su nueva cara, se aplicaron las restricciones de la pandemia. Con el local cerrado, Rincón no sabía cómo continuar. Pero una mañana, como cuenta, “una señora de unos cuarenta años y con dos hijas se clavó de rodillas en el suelo pidiendo clemencia”. Y completamente acongojado, el restaurador le ayudó.
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Después, como relata Rincón, “me fui a casa llorando, pero pude alzar la mirada y ver cómo estaba el barrio en aquel momento”. La gente se estaba organizando ya para sobrevivir a la situación de miseria que asomaba al final del túnel. En lugar de quedarse de brazos cruzados, el barrio, empezando por esta pequeña pyme, se movilizó y decidió abrir el restaurante el 6 de mayo de ese año solo para ofrecer comidas solidarias. "Recuerdo la cola que se formó en un momento", explica.
Rincón se puso en contacto inmediatamente con Alba, la presidenta de la asociación vecinal, y se empezaron a organizar para plantar cara a la pobreza. “Cuando hablamos de barrios pobres, se suele poner el ejemplo de Orcasur, pero aquí también hay”, explica Rincón. Poco después habilitó la página web de 'Comida para todos' para facilitar las donaciones: con 3 euros se cubre el coste de cada comida.
‘Comida para todos’
Es así cómo se tejió la red de solidaridad vecinal. La iniciativa se bautizó como ‘Comida para todos’ porque, como explica Jaime Rincón, “aquí hemos ayudado a todo el mundo que ha venido pidiendo ayuda”. Este espíritu ha trascendido las fronteras del barrio. “Poco a poco, este movimiento muy especial se empezó a hacer famoso y llegó a oídos de más gente”.
Otra de las razones de su reconocimiento es porque incrementaron el número de comidas solidarias. Entonces, empezaron a ponerse en contacto con otros colectivos y comprobaron que también era necesario atender a las poblaciones de otros distritos. Así fue como empezaron a ofrecer asistencia a Orcasur.
Esta alianza se gestó, como señala Nieves, presidenta de la Asociación de Vecinos de Orcasur, a partir de la pandemia. “Se pusieron en contacto con nosotros, colaboramos con otras organizaciones, montamos una despensa y hemos estado dando de comer todos los días”.
Ahora mismo, la asociación da de comer a más de 100 familias vulnerables. A esta asistencia accede todo tipo de gente. “Hay personas desde los 30 hasta los 70 años”. Una de las usuarias, que hace poco sufrió un atropello, reclama que en el barrio se sienten abandonados. Y que al final del día, son las personas de allí las que sacan todo adelante.
“Hace poco nos contactaron desde Chamberí”, explica Jaime Rincón. El propietario lo relata como si de ayer mismo se tratara. La Asociación Española de Transexuales y Karibu fueron las que, desbordadas por la falta de recursos para atender las más de 80 personas en situación de vulnerabilidad, llamaron a la puerta de la Casa de Comidas Carmela.
Cuando Jaime Rincón empezó a repartir los menús solidarios, la estructura asistencial municipal no era capaz de soportar la avalancha de pobreza precipitada por la pandemia. Y tampoco facilitaba el trabajo de los vecinos más solidarios. “Cuando empecé con esto había solo 3 trabajadores sociales, ahora hay muchos más”. Las autoridades del distrito no tardaron en reconocer lo que hacía y se estableció, con su colaboración, un sistema informal de detección de personas vulnerables.
6 minutos
“En tan solo 6 minutos nos pusimos de acuerdo para ofrecer la ayuda”. Esto fue, como señala Rincón, lo que ocurrió con cada uno de los representantes de los barrios y colectivos con los que trabajan. “No hacen falta grandes reuniones; si uno quiere ayudar, se ofrece la ayuda, se acepta y se sigue hacia adelante”, añade Rincón.
Esto es lo que sucedió con la Fundación La Fageda, que son quienes suministran los productos lácteos que forman parte del menú solidario. Esta entidad social lleva más de 40 años alejando y protegiendo a las personas con enfermedades mentales de la marginación. Les ofrecen una manera de integrarse en la sociedad a través del trabajo. Son ellas las que producen los yogures que acaban en manos de las personas más necesitadas.
Los menús solidarios han llegado también a municipios próximos a la capital, como Fuenlabrada. Y no solo los ofrecen en su restaurante, sino también a domicilio. "Hay muchas personas mayores con la movilidad muy limitada", explica Rincón. "Son personas que viven solas y cuando llegas a su casa se ponen muy contentas", añade.
Los encargados de pagar por las comidas y ponerlas al alcance de estas personas son voluntarios. Rincón confiesa que nunca se habría imaginado que hay tanta gente buena.
Desde jubilados a directivos de empresas, “es asombroso el espectro de voluntarios que ha pasado por aquí”, destaca Rincón. Diferentes personas se acercaban al local y preguntaban cómo ayudar. “Pues, ponte a hacer bolsas”, replicaba este restaurador. Y de esta manera funcionaban y siguen haciéndolo. También destaca que la mayoría de los voluntarios son mujeres.
Este comedor social trabaja en paralelo con la Fundación Gastronomía Social, de la que Jaime Rincón es director. La elaboración de estos menús depende de personas en riesgo de exclusión a las que se les da una oportunidad de aprender cómo se trabaja en la cocina. Al mismo tiempo, la entidad social les ayuda a buscar empleo. Ahora hay 30 personas trabajando en la distribución de alimentos.
“Con el estómago lleno, se ve la vida mejor”, señala Rincón parafraseando a su abuela. Y sabe que con 'Comida para todos' se ayuda al barrio desde el barrio. Pero lamenta que, desde su posición, "no se puede monitorear toda la pobreza".