Del Ártico al Golfo de México: EEUU subasta parte de sus aguas para sacar gas y petróleo otros 50 años más
La polémica del proyecto Willow para extraer petróleo en Alaska continúa ahora con otra decisión similar que impulsa los combustibles fósiles.
5 abril, 2023 02:43Las aguas del Golfo de México, compartidas por Estados Unidos, Cuba y México, fueron protagonistas hace 13 años de uno de los mayores vertidos de petróleo de la historia. Un 22 de abril de 2010, la plataforma Deepwater Horizon explotó. Murieron 11 personas y los 700 millones de litros de crudo extraídos se extendieron por el mar. Un desastre medioambiental al que durante estos años le han seguido varias docenas más de menor calado. Son una amenaza constante en una zona muy proclive a sufrir fuertes huracanes.
El último vertido que se produjo fue en el mes de agosto en la bahía de Terrebonne. Los 52.000 litros de petróleo arruinaron el primer día de pesca de camarones, una tradición en la zona. Por eso, la nueva decisión de la Administración Biden para extraer más gas y petróleo en el Golfo de México ha vuelto a sembrar la semilla de la discordia entre los partidarios de poner fin a una economía carbonizada y quien necesita empleo local y sustento económico.
Después de que hace dos semanas se aprobara el proyecto Willow en Alaska, por el que el presidente estadounidense Joe Biden dio el visto bueno a extraer petróleo en el Ártico durante 30 años más, la decisión de seguir obteniendo barriles de petróleo ha vuelto a encender el debate en torno a la política de cambio climático del actual gobierno federal.
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Según informaciones publicadas por el Departamento del Interior de Estados Unidos, se han puesto a subasta unos 30 millones de hectáreas –una extensión similar a Italia– de las aguas del centro y el oeste del Golfo de México. El objetivo es extraer unos 1.000 millones de barriles de petróleo y en torno a 113.000 millones de metros cúbicos de gas en los próximos 50 años, para lo que se crearían unos 372.000 puestos de trabajo en la región.
Han sido 32 las empresas petroleras que han participado en la subasta. Algunas tan importantes como BP, ExxonMobil o Chevron, el mayor postor: ha ofrecido hasta 108 millones de dólares por 75 de los 313 tramos que el gobierno federal quiere arrendar. Eso sí, los ingresos recibidos por los pagos de alquiler y los pagos de regalías –ahora un 6% mayores– se destinarán al Tesoro de los EEUU y al Fondo de Preservación Histórica.
Un arrendamiento similar ya se paralizó hace tan solo un año en el Golfo de México. Entonces, el juez competente le puso el freno por las consecuencias que podría tener esta extracción en la aceleración del cambio climático. Calcularon que unos 1.100 barriles de petróleo podían emitir 723 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, uno de los gases que más calienta el planeta. Ahora bien, la vuelta a primera línea de esta decisión no es fruto de la tozudez.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), la más ambiciosa del país para luchar contra el cambio climático, guarda una letra pequeña. Arrendamientos como el de Alaska o el del Golfo de México fueron algunas de las concesiones clave que hicieron los demócratas en Estados Unidos para sacar adelante una normativa que, entre otras cosas, dedica una partida de 370.000 millones de dólares para alejar al país de los combustibles fósiles y dar el impulso definitivo a las energías renovables.
No obstante, en los próximos años, las plataformas de energía eólica pueden llegar a compartir las mismas aguas con las petroleras. Al menos, a partir de 2030, que es cuando se calcula que podrán comenzar a explotarse los recursos de petróleo y gas en alta mar. Una fecha que coincide, además, con el año en que los científicos han marcado como deadline para reducir a la mitad las emisiones actuales de los gases que atrapan el calor del sol. El fin es evitar un cambio climático catastrófico.
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Quemar todo el petróleo y gas que se produciría durante las próximas cinco décadas, según el propio análisis que ha publicado el Departamento del Interior estadounidense, supone aumentar las emisiones de dióxido de carbono en decenas de millones de toneladas más. Un dato preocupante, sobre todo después de los hallazgos publicados por investigadores de la Universidad de Michigan (UM) en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El equipo de científicos midió desde un avión las emisiones procedentes de la explotación de combustibles fósiles en el Golfo de México y es el doble del impacto climático estimado oficialmente. Eric Kort, profesor asociado de ciencias e ingeniería del clima y el espacio de la UM, apunta que "lo que encontramos es que cierto tipo de plataforma de aguas poco profundas tenía grandes emisiones de metano que elevaban las emisiones totales de gases de efecto invernadero para todo el Golfo de México".
El hallazgo es similar a otra investigación publicada el pasado mes de septiembre por el mismo equipo y que mostró que las operaciones ineficientes de quema en tierra estaban liberando cinco veces más metano a la atmósfera de lo esperado.
En este sentido, los investigadores insisten en que, juntos, estos estudios demuestran la necesidad de evaluar de una forma más integral las emisiones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, el impacto climático de la producción de petróleo y gas para una región determinada. Como reconoce Kort, “si podemos dirigir los esfuerzos de mitigación a esas fuentes para abordar el problema, podría tener un gran efecto positivo".
Los vertidos tras los huracanes
Además de la bomba de carbono que pueden plantear estos puntos de extracción de combustibles fósiles, también existe un riesgo que se hace cada vez más latente conforme avanza el cambio climático. Como recoge The New York Times, además del vertido de petróleo del Deepwater Horizon, los huracanes también han generado desastres medioambientales.
El huracán Iván, por ejemplo, hundió una plataforma petrolífera propiedad de Taylor Energy. Desde el año 2004, se han derramado en el océano entre 300 y 700 barriles de petróleo cada día en la costa de Luisiana, en Estados Unidos. O, incluso, el huracán Ida de hace un año, que provocó unos 55 derrames de petróleo.
Hay quien considera ya al Golfo de México una “zona de sacrificio” donde la tradición pesquera convive con una industria de combustibles fósiles que tan pronto crea empleos como arruina el sustento económico de las comunidades costeras y de la fauna protegida de la zona. Algunas como la ballena de Rice, una especie endémica del Golfo de México con apenas 50 ejemplares.
Lo que es cierto es que Estados Unidos no es el único país que se está planteando nuevos proyectos de extracción de combustibles fósiles. Como recoge Efe, el gobierno argentino ya ha convocado una audiencia pública para que los ciudadanos expresen su opinión sobre el proyecto Fénix, un importante plan liderado por la petrolera francesa Total para explotar gas "offshore" (costas afuera) en el extremo sur del país.
Según el documento de divulgación presentado en marzo pasado por Total con vistas a la próxima audiencia pública, Fénix tendría potencial para producir hasta 10 millones de metros cúbicos de gas por día, que serán suministrados al mercado argentino. Un volumen representa entre el 8% y el 10% de la producción actual de Argentina.