Una ruta con toalla y chanclas por los parques acuáticos abandonados: la reflexión de un futuro sin agua
Las arquitectas Leonor Martín y Aida Navarro han presentado un proyecto poliédrico que explora la carga medioambiental del ocio acuático.
2 julio, 2023 02:17Ecoansiedad, o una preocupación elevada por la crisis climática. Este fue, según una de sus artífices, el principal motivante detrás del proyecto Fin de Temporada, que reflexiona sobre el problema del abastecimiento de agua en la península ibérica, mostrando la cara más sombría del ocio acuático. "Nos dimos cuenta de que había un número bastante impactante de parques acuáticos abandonados", explica la actriz y arquitecta Leonor Martín, que junto a Aida Navarro, firman esta iniciativa.
"Al mismo tiempo, empezamos a leer noticias sobre el riesgo de sequía y de estrés hídrico que iba a sufrir España y nos empezamos a agobiar", confiesa. Un estudio del World Resource Institute de 2015, con su herramienta Aqueduct estimaba el estrés hídrico que podrían sufrir los países del mundo y colocaba a España en el puesto 33, por detrás de países desérticos como Qatar o Afganistán.
Desde ENCLAVE ODS, se ha podido visionar el video-ensayo, una de las piezas que narra los descubrimientos de este proyecto, que ha sido descrito por sus autoras como uno "a mitad de camino entre la investigación documental y la pieza artística". Fin de Temporada, una iniciativa que ha fraguado gracias a las Ayudas a la Creación Injuve, aborda el problema de los parques acuáticos abandonados desde una perspectiva poliédrica: el trabajo de campo se combina con las entrevistas a expertos y la investigación de gabinete.
Con su equipo —cámara, bikini, chanclas y toalla—, Martín y Navarro emprendieron un viaje por toda la península ibérica documentando y mapeando hasta 41 ruinas de parques acuáticos.
Este proceso, cuenta Martín, fue complicado, pero enriquecedor. "No habíamos localizado previamente los parques: era el primer momento que las descubríamos". Y al hacerlo, se les contraían los vasos sanguíneos y dilataban las vías respiratorias por la adrenalina de visitar, muchas veces sin permiso, lugares donde todavía se escuchan los ecos pasados del bullicio de las familias que veraneaban allí.
La catástrofe del progreso
Tomando prestadas las enseñanzas del filósofo y ensayista alemán, Walter Benjamin, Martín condensa la lección más profunda de la iniciativa: "el progreso se basa en la idea de catástrofe". "Y no hay catástrofe más gráfica que un parque acuático sin gente", sentencia.
La historia de las instalaciones de ocio acuático en España se remonta a los años 80. Martín sospecha que, debido a la inclusión de atracciones acuáticas en parques de atracciones como Disneyland, se motivó lo que denomina el "boom" de los parques acuáticos. "Es entonces cuando se empiezan a construir indiscriminadamente".
El objetivo, al menos en España, como comenta Martín, era "ofrecer un valor añadido a ese turismo de sol y playa tan característico". Y este valor añadido eran los parques acuáticos, las piscinas de los resorts o los campos de golf en la costa. Con todas estas opciones, "el turista no se aburrirá".
Un denominador común que han identificado con la investigación es que este tipo de instalaciones se erigían muy cerca de fuentes de agua, como el mar, ríos, embalses o lagos. "El problema no es tanto que se extraiga agua directamente del mar o del río, sino que se haga de acuíferos en zonas donde escasea el agua", destaca Martín. E insiste que toda esa agua que se emplea, es un recurso que "no ha servido para consumo humano o animal".
Una actividad estacional
La autorización de construcción y funcionamiento de los parques acuáticos depende de las autoridades subestatales (ayuntamientos y CCAA). "Dependiendo del interés que se tenga de que se construyan este tipo instalaciones, se ha hecho la vista gorda con el cumplimiento de los requisitos medioambientales", señala Martín, basándose en las entrevistas que se han realizado durante el proceso de investigación.
"La mayor preocupación que se tiene con los parques acuáticos es que se consume mucha agua y en el futuro quizás se lleguen a cerrar por ese motivo", advierte Martín. Actualmente, hay alrededor de 100 parques acuáticos abiertos en nuestro país. Lo cierto, confiesa, es que hasta ahora las razones que habían conducido a su clausura eran principalmente económicas.
¿Por qué no se ha pensado en reabrirlos? Martín es tajante: "Es muy difícil volver a poner en marcha estas infraestructuras porque algunas llevan décadas cerradas". La mayor preocupación está en la seguridad, las instalaciones están desgastadas y obsoletas. Y tampoco existe un interés cuantioso en hacerlo por parte de los propietarios. Aunque Martín ha podido conocer casos en los que se han reaprovechado para otras actividades de ocio, como parques de aventuras, circuitos de karts o campos de paintball.
La arquitecta explica cómo operan este tipo de instalaciones de ocio estacionales: "Esa agua que se utiliza durante el verano se tira para facilitar los trabajos de mantenimiento". Esta práctica es muy común en los parques acuáticos grandes, donde "es más rentable vaciar y volver a llenar, que mantener el agua con cloro durante 8 meses más", añade Martín.
El uso del agua, el paisaje o la protección de ecosistemas, las relaciones sociales en el ocio, el espacio colectivo y el individual, los límites del modelo económico, la idea de progreso y la imagen distópica de un futuro incierto en medio de las crisis ecológica y económica se entrelazan en tres obras —un documental, un libro y una exposición— que se presentaron en varios espacios culturales de toda España.