Allen Desmond vive en una de las casas de acogida de la Fundación Eddy.

Allen Desmond vive en una de las casas de acogida de la Fundación Eddy. Sara Fernández

Historias

La historia de Allen Desmond, el joven trans que huyó a una casa de acogida por el odio de su hermano

Gracias a la Fundación Eddy y a sus hogares para personas LGTBIQ+ pudo reconstruir su vida y labrarse un futuro.

8 septiembre, 2024 01:10

Allen Desmond es un hombre trans de 29 años que huyó de casa por las peleas con su hermano mayor. "A medida que fue creciendo, entró en la dinámica agresiva de la transfobia y me tuve que ir", confiesa. Su vida ha sido un escabroso camino marcado por entradas y salidas del hogar familiar y de casas de acogida, violencia y más de una noche en la calle con tal de no volver a casa.

En la adolescencia y cuando le decían vuelve a las 20:00, él lo hacía las 23:00. En parte era porque no quería encontrarse con su hermano, que fue la fuente de muchos de sus problemas. "Cuando éramos muy pequeñitos, estábamos muy unidos, pero conforme fue creciendo, se volvió una persona muy violenta", relata.

En una pelea, por ejemplo, Desmond se escondió en el cuarto de baño, pero su hermano arrancó la puerta. Por suerte, la policía llegó a tiempo y los pudieron separar. En aquel entonces, a efectos legales era menor de edad y su hermano acababa de cumplir los 19. Sin embargo, se consideró simplemente una pelea de hermanos.

En la escuela la situación no era buena tampoco. Cambió mucho de colegio y le costaba adaptarse. "Los niños no querían jugar, las niñas tampoco porque no era exactamente como ellas", recuerda. Todo eso le generó un retraso académico importante. Aunque tuvo algún profesor con el que se sintió seguro, pero las cosas fueron empeorando con el tiempo.

Su madre tampoco supo gestionar la situación. Ella nunca tuvo una mala palabra, ni comentarios fuera de tono. "Pero cuando expreso lo que soy en casa, a ella se le acelera la cabeza", cuenta. Y añade: "Yo me he tenido que ir a las tres de la mañana por insultos constantes que no paraban. Me llamaba enfermo mental y de todo". Ahora, dice el joven, han podido hacer las paces, pero lamenta que le ha llevado bastantes años.

La casa de Eddy

En este periodo fue cuando Desmond empezó su transición con la unidad de género de Castilla y León en Valladolid. Tuvo contacto con varias organizaciones y conoció a la Fundación Eddy, que tenía dos casas de acogidas para el colectivo en Madrid. Él cuenta que hizo todo el proceso de admisión desde casa y a escondidas para que su hermano no se enterara. El primer contacto, recuerda, lo tuvo que hacer "por videollamada y hablando bajito".

En esta casa, Desmond, por fin, se sintió seguro. En aquel momento, pesaba 98 kilos, apenas salía de casa, ni hacía ejercicio: "Vivía encerrado en Salamanca sin salir". En aquel momento pensaba que era fuerte por todo lo que había vivido, pero lo cierto, se dio cuenta después, es que había sido el momento "más vulnerable de su vida" cuando pensó en tomar "la solución fácil".

Allen Desmond durante la entrevista con ENCLAVE ODS

Allen Desmond durante la entrevista con ENCLAVE ODS Sara Fernández

La Fundación Eddy es una ONG que pertenece a la Mesa Técnica de atención a personas LGTBIQ+ en riesgo de exclusión residencial de Madrid (MAPER) y brinda hogar y apoyo a jóvenes queer. "Intentamos cubrir de forma integral la atención a jóvenes entre 18 y 30 años que se han visto obligados a vivir una situación de sinhogarismo con motivo de su identidad de género", explica Juan Daniel Ugalde, coordinador del área psicosocial de la fundación.

Entre las dos casas que tiene Eddy hay 12 plazas, y solo ellos han tenido 120 solicitudes en lo que va de año, tanto de españoles como de extranjeros. Con esta cantidad de solicitudes, la fundación tiene que hacer criba por edad, salud mental, independencia y capacidad de vivir solo.

La casa en Madrid tiene una terraza que los inquilinos disfrutan.

La casa en Madrid tiene una terraza que los inquilinos disfrutan. Sara Fernández

"Nosotros tenemos un despacho y pasamos mucho aquí, pero no vivimos aquí, por eso es necesario el perfil de una persona que tenga capacidad de vida autónoma", indica Ugalde. Por sí mismo, o misma, y por los compañeros que también viven ahí.

En la casa que visitó ENCLAVE ODS hay 4 habitaciones dobles, además del despacho de la fundación, dos cuartos de baño y un gran salón, con sofá y tele. Hay una gran mesa de comedor donde los jóvenes realizan dinámicas, comen y juegan a alguno de los juegos de mesa que tienen en las estanterías que también están llenas de libros. La cocina, estilo americano, está integrada en el salón.

De hecho, Ugalde cuenta que, como en toda casa compartida, los conflictos vienen de la convivencia: sobre todo cocina y limpieza. "Aquí cada semana le toca a uno ser el responsable de la casa y se encarga de que las dinámicas de la casa salgan, de la compra y de la limpieza. Son ocho en la casa y se van alternando", indica el coordinador.

A lo largo de la semana tienen actividades grupales para administrar la casa, arreglar los problemas que hayan aparecido durante la semana y trabajar la cohesión grupal. También tienen otros talleres de cocina, de sexualidad, de integración y de aprender como hacer un CV. A veces, el taller es solo lúdico y organizan "actividades que un joven o una joven de 18 o 20 años hace en su vida más normal". Porque como Ugalde dice: "Una parte importante que hay que cuidar es el ocio".

Ugalde coordina la logistica de la casa y organiza actividades grupales

Ugalde coordina la logistica de la casa y organiza actividades grupales

Todos estos talleres lo pueden hacer gracias a la colaboración de voluntarios y exusuarios. La financiación corre a cargo principalmente de sus patronos, un matrimonio gay a los que les fue bien en la vida. También tienen apoyo de entidades colaboradoras como la marca de cosméticos Kiehl's, que impulsa el proyecto a través la iniciativa Open Doors.

Carmen González, directora de comunicación de American Brands L'Oreal Luxe, explica que la inclusión a todos es algo que está en el ADN de Kiehl´s, que tiene un compromiso con la comunidad LGTBIQ+ desde finales de los años 80. Han apoyado diversas causas como la investigación sobre el VIH y el sida, la prevención del suicidio y participando en la Marcha del Orgullo de Nueva York

Y cuenta cómo ayudan a la Fundación Eddy: "Están realizando un gran trabajo y necesitan de más recursos para continuar ofreciendo no solo un hogar seguro a los jóvenes, sino también herramientas de desarrollo personal, para la búsqueda de empleo e impartiendo programas educativos y también con servicios vinculados a la salud mental". Gracias a esta financiación, la actividad de Eddy es gratuita para los usuarios.

El conflicto

MAPER publicó en junio un informe para señalar la realidad en la que se ven muchas personas por la falta de entendimiento de sus personas más cercanas.

Esto afecta especialmente a los más jóvenes que, como Desmond, no se sienten seguros en casa, pero no tienen la edad legal para dejar su hogar. Un estudio de MAPER ha mostrado que ha habido un total de 727 solicitudes de alojamiento en casas de acogida para 75 plazas.

Una de las habitaciones dobes en la casa de acogida de la Fundación Eddy

Una de las habitaciones dobes en la casa de acogida de la Fundación Eddy Sara Fernández

La primera barrera para tratar este problema es la ausencia de datos fiables. Aunque el informe referencia el último dato del INE de 2022, que registra casi 30.000 personas en situación de sinhogarismo, no se contempla la diversidad sexual y de género. Además, este dato solo cuenta las personas que hacen uso de los servicios públicos, pero no de los que viven en situación de inseguridad. Esto también incluye a mujeres en situación de violencia de género.

Desmond acabó abandonando su casa después de una pelea con su hermano, aunque iba y venía. En estas situaciones, las personas se dedican al coachsurfing, dormir de sofá en sofá y de cama en cama, con amistades o incluso conocidos de una noche porque se sienten más seguros. Pero MAPER recuerda que así siguen siendo vulnerables al robo, la explotación y la violencia. A veces incluso más.

Después de la casa

Desmond cuenta que él está muy agradecido la fundación y a su experiencia en la casa. Gracias a ellos y a otras fundaciones completó el bachillerato de arte para adultos e hizo peluquería, moda y maquillaje y vestuario de cine y teatro y ahora trabaja en una empresa de logística. Otro problema añadido de este colectivo es encontrar trabajo, y por eso en la casa le ponen tanto esfuerzo en la empleabilidad.

El porcentaje de desempleo en este colectivo es más elevado, por eso al final muchas personas, especialmente mujeres trans, se ven obligadas a ejercer la prostitución u otro tipo de actividades en contra de su voluntad. Ugalde dice que le gusta pensar que la casa de Eddy es "un espacio donde te sientes seguro y se puede hablar de cualquier tema sin pensar si el otro se lo va a tomar bien o le va a agredir".

Tras este respiro, Allen Desmond tuvo un cambio de vida. Ahora vive solo, tiene dos gatos, trabaja y, cuando puede, colabora con la Fundación Eddy. Hay una figura, la del hermano mayor, que acompaña a los usuarios y les ayuda a adaptarse. Además, con él pueden hablar y desahogarse.