Saltan las alarmas en España por una plaga de huevos rosas procedentes de un animal prohibido y peligroso
Las pérdidas causadas por los estragos de esta especie se evalúan en miles de millones de euros al año.
El pomacea, conocido comúnmente como caracol manzana, es un grupo de moluscos gasterópodos de agua dulce que se encuentran principalmente en América del Sur, pero que en España constituye una "plaga muy peligrosa" desde el año 2009, cuando afectó miles de hectáreas del delta del Ebro, en el suroeste de la provincia de Tarragona en la región de Cataluña.
A pesar de ser considerada una plaga que supone muchos riesgos, en ningún lugar del mundo se ha conseguido erradicar el caracol manzana y, desde hace siete años, desde la Unión Europea investigan para frenar su expansión. Sin embargo, no es una tarea fácil, ya que cuentan con unas ventajas muy poco vistas en el mundo animal.
El caracol manzana se reproduce con rapidez y puede llegar a poner entre 4.000 y 8.000 huevos al año. Añadido a ello, esta especie cuenta con una capa que los protege y una habilidad que les permite propagarse con gran facilidad. Debido a todo lo anterior, la IUCN añadió al ejemplar dentro de la lista de las especies invasoras más dañinas de mundo.
Sin embargo, el animal no es el único que provoca daños, sino que también sus huevos. El caracol manzana destruye miles de cultivos únicamente depositándolos, ya que pudren los tallos. En cuanto a la especie, son capaces de destruir un metro cuadrado del arrozal en una noche, todo ello añadido a la ventaja de que ningún depredador local les ataca.
Las pérdidas causadas por los estragos del caracol manzana se evalúan en miles de millones de euros al año, por ello, una de las principales soluciones recomendadas por los expertos es comenzar por eliminar los huevos de esta especie que, lejos de pasar desapercibidos, su color rosa los delata por completo.
Los huevos de una especie prohibida en España
Los caracoles manzana destacan por su gran tamaño, con algunas especies alcanzando hasta 15 centímetros de diámetro, y por su atractivo colorido que varía desde tonos marrones y verdes hasta amarillos y dorados. Su caparazón, en forma de espiral, es una de las características más distintivas, y sirve de protección tanto contra depredadores como contra condiciones ambientales adversas.
Son organismos altamente adaptativos, lo que les permite prosperar en una amplia variedad de ambientes acuáticos, desde estanques y lagunas hasta ríos y pantanos. Son omnívoros y se alimentan de algas, plantas acuáticas, desechos orgánicos y, en ocasiones, de pequeños animales muertos. Esta dieta variada les otorga una notable capacidad para sobrevivir en condiciones diversas, contribuyendo al éxito como especie invasora.
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Una de las peculiaridades de estos caracoles es su sistema respiratorio dual. Cuentan con branquias, que utilizan para respirar bajo el agua, y un pulmón, que les permite absorber oxígeno del aire cuando emergen a la superficie. Esta adaptación es crucial para vivir en ambientes con fluctuaciones de oxígeno disuelto en el agua, permitiéndoles colonizar áreas donde otros organismos podrían tener dificultades para sobrevivir.
Se reproducen mediante la puesta de huevos en racimos, generalmente depositados sobre superficies emergidas cercanas al agua. Los huevos son de un color rosa o anaranjado brillante, lo cual les ayuda a evitar la depredación al simular toxicidad. Sin embargo, este color también facilita la identificación por los humanos, quienes tratan de eliminarlos al haberse convertido en una gran plaga.
Esta variedad de caracol es originaria de Sudamérica; sin embargo, su presencia en España ha hecho que los expertos sugieran que ha llegado a través de mercancías o mediante la importación ilegal. Al igual que muchas especies invasoras, la introducción accidental o deliberada de estos caracoles en ambientes naturales ha tenido consecuencias ecológicas significativas.
Qué suponen estos huevos en el planeta
En España, los primeros informes de la presencia de estos caracoles se remontan a principios del siglo XXI, específicamente en la región del delta del Ebro. La liberación o escape de individuos de acuarios, junto con las condiciones favorables del clima mediterráneo, facilitó su establecimiento en el medio natural.
Su capacidad para consumir grandes cantidades de vegetación acuática puede llevar a la degradación de hábitats naturales, afectando a especies nativas y reduciendo la biodiversidad. Además, son una amenaza para la agricultura, especialmente en los campos de arroz, donde pueden devastar cultivos en poco tiempo: las pérdidas causadas por los estragos del caracol manzana se evalúan en miles de millones de euros al año.
Los esfuerzos para controlar las poblaciones de caracoles manzana en áreas invadidas incluyen métodos físicos, químicos y biológicos; sin embargo, uno de los más eficaces es la concienciación para eliminar sus huevos.
Los huevos se depositan generalmente en racimos sobre superficies emergidas, justo por encima de la línea de agua, lo que los protege de los depredadores acuáticos y las fluctuaciones del nivel del agua. Al tener un color desconocido y aparentemente tóxico, no tienen un depredador natural y, por tanto, maduran tranquilamente.
"Se trata de una plaga muy peligrosa, por su voracidad y resistencia a las condiciones adversas, que provoca importantes pérdidas y daños en los arrozales", recogen en la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En este punto, lo que recomiendan es aplastarlos, con el fin de que no lleguen a convertirse en el animal.