Matiul Haq Khalis, delegado talibán en la COP29.

Matiul Haq Khalis, delegado talibán en la COP29. Maxim Shemetov

Historias COP29

Financiación climática… ¿a costa de los derechos de las mujeres? Afganistán, la COP29 y el precio de la transición 'justa'

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El minutero no deja de moverse y sigue sin haber tan siquiera un atisbo de acuerdo en la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Naciones Unidas sobre cambio climático. Bueno, al menos en cuanto a financiación de la adaptación climática se refiere. Porque por los resultados de las negociaciones de la mañana del 20 de noviembre, podría parecer que entre las ex repúblicas soviéticas sí habría entendimiento. 

Por eso Bakú, la capital de Azerbaiyán, ha sido elegida por las agencias de la ONU para acercarse a un país que fue condenado al ostracismo cuando los talibanes tomaron el control —por la fuerza— allá en agosto de 2021. Y es que, hasta el momento, Afganistán había sido expulsado de cualquier tipo de negociación sobre financiación. 

Tal y como le confirman dos funcionarios de Naciones Unidas a la agencia de noticias Reuters, se estaría tratando de "desbloquear financiamiento clave" para el clima en el país asiático. Afganistán es uno de los países más vulnerables al cambio climático y de los pocos que no ha recibido aprobación para nuevos fondos desde el regreso de los talibanes.

Si las negociaciones actuales que se están llevando a cabo en la cumbre del clima llegan a buen puerto, sería la primera vez que nuevos fondos internacionales alcanzan un país plagado de sequía y con una emergencia humanitaria sin igual. El problema está, como siempre que se habla de Afganistán, en las condiciones que se impondrían. 

En declaraciones a Reuters, Dick Trenchard, director de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de la ONU, ha recordado que en Afganistán "no hay escépticos del clima". El impacto del calentamiento global puede verse "en todas partes". Como también puede verse, por otra parte, la brutal represión que sufren las mujeres. 

'Apartheid' de género

Los derechos de las mujeres en Afganistán no existen. No es una manera figurada de hablar, no es una exageración. Las afganas han dejado de existir y de ser seres humanos, para sus compatriotas.

Desde que los talibanes se hicieron con el poder en agosto de 2021 y las fuerzas internacionales abandonaron el país, ellas han dejado de tener vida. Ya no pueden ir a la escuela, ni al instituto… mucho menos a la universidad. Y es que desde septiembre de hace tres años, las mayores de once años no tienen permitido acceder a la educación.

De la mano de esta decisión vino la de prohibirles trabajar. O tener entidad y voz propia. Esto último, además, se borraba de un plumazo este mismo verano. Pues una nueva ley talibana prohibió entonces a las mujeres exponer su cuerpo en público bajo ninguna circunstancia —incluido el rostro—.

Pero como cuerpo los talibanes también entienden sus voces. En esta ley, el gobierno afgano ha utilizado el término aurat —que significa parte íntima del cuerpo de un hombre o mujer— para referirse a la capacidad de las mujeres para hablar. 

Así, los talibanes defienden su última prohibición: las afganas no pueden hablar, ni cantar, ni mostrar ninguna parte de sí mismas en público. Esto, como denuncian desde Human Rights Watch, es una violación directa de su autonomía, lo que las "borra aún más de la sociedad" y "sexualiza y objetiviza". 

Sin pasar por los talibanes

Serían dos las agencias de Naciones Unidas que están preparando propuestas para apuntalar casi 19 millones de dólares en financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial para Afganistán. Todo a través del mecanismo financiero del Acuerdo de París de 2015.

Estas propuestas se presentarían el año que viene y, entre ellas, la FAO espera obtener apoyo para un proyecto de 10 millones de dólares que mejoraría la gestión de pastizales, bosques y cuencas en hasta cuatro provincias de Afganistán. Así se evitaría una de las grandes líneas rojas de la comunidad internacional: darle dinero directamente a las autoridades talibanas.

El Programa para el Desarrollo de la ONU, por su parte, espera asegurar 8,9 millones de dólares para mejorar la resiliencia de las comunidades rurales donde los medios de subsistencia están amenazados por patrones meteorológicos cada vez más erráticos. La idea detrás de la financiación de la adaptación afgana es que el dinero no pase por manos del Gobierno de facto. 

Cuestión de números

Todo esto ocurre mientras los negociadores se encuentran en ello en la última ronda de discusiones, en ese momento anual en el que dormir se convierte en un lujo. En la misma medianoche del 20 de noviembre se espera que se publiquen los borradores de acuerdos que se han venido negociando en Bakú. Así lo aseguraba por la mañana el negociador principal de la presidencia de la COP29, Yalchin Rafiyev.

Los borradores de textos y sus revisiones son la manera en que se da forma a las políticas cuando los negociadores se acercan a un acuerdo. Se trata de la manera en que se reducen contingencias y se allana el camino hacia una decisión final. 

Rafiyev insistió en que a medianoche se entregará un "importantísimo acuerdo de financiación climática". Además, añadió, se publicarán textos sobre medidas para reducir las emisiones (mitigación), aumentar la protección de las comunidades contra los desastres climáticos (adaptación) y promesas nacionales sobre el clima (CDN). 

Por su parte, el negociador aseguró que se está trabajando en un "texto de portada", es decir, una declaración amplia y a menudo acordada para enviar un mensaje político vacío de significado. En cambio, dijo que el objetivo es llegar a acuerdos dentro de las líneas de negociación formales y no abrir un "nuevo frente de batalla" entre los países.

La COP, en números 

  • 5 billones al año: el dinero que las oenegés dicen que los países más desarrollados y ricos deben, como mínimo, a las naciones en desarrollo por sus emisiones históricas de gases de efecto invernadero. 
  • 3 billones de dólares: la cantidad que, como mínimo, se gastará este año en energía en todo el mundo, según la Agencia Internacional de la Energía (dos tercios será renovable). 
  • 2,4 billones de dólares: el dinero que necesitan los países en desarrollo, sin incluir China, para reducir sus emisiones de efecto invernadero y alinearse con los objetivos marcados en el Acuerdo de París. 
  • 1 billón de dólares al año hasta 2030: esta es la financiación externa que requieren las naciones más vulnerables al cambio climático para adaptarse.
  • 1 billón de dólares al año: la financiación que los países en desarrollo exigen a los Estados más ricos en la COP29.
  • 900.000 millones de dólares al año: la cantidad que los menos desarrollados y otras naciones empobrecidas quieren que se les facilite en forma de financiación pública a través de  subvenciones. 
  • 300.000 millones de dólares: esta es la cifra que los países desarrollados se comprometen a ofrecer en forma de financiación pública.
  • 100.000 millones de dólares: la cantidad de financiación para el clima procedente de fuentes públicas que fluye actualmente del mundo desarrollado al mundo en desarrollo.

Líneas rojas

Tal y como informan los compañeros en Azerbaiyán de The Guardian, los ministros de los países en desarrollo han marcado sus propias líneas rojas en materia de financiación durante la jornada de la COP29 del miércoles. 

La responsabilidad de dar voz a los más vulnerables cayó sobre Adonia Ayebare, de Uganda, quien habló en nombre del G77 y China; Ali Mohamed, de Kenya, quien lo hizo por el grupo africano; y Diego Pacheco, de Bolivia, en nombre de los países en desarrollo que comparten las mismas ideas.

Cuando se les preguntó sobre cómo responderían a un objetivo de financiación climática de 200.000 millones de dólares en el borrador del texto, tanto Pacheco como Ayebare respondieron con una pregunta en clave irónica: "¿Es esto una broma?".

La pregunta se basaba en un informe de Político que asegura que la UE desearía que para 2035 se fijara un objetivo anual de entre 200.000 y 300.000 millones de dólares para financiar el cambio climático en los países más pobres. Los Estados en desarrollo insisten en su objetivo inicial: más de 1.000 millones de dólares anuales.