Los gigantes del Mediterráneo están en peligro: apenas 2.000 cachalotes sobreviven entre redes y tráfico marino
- OceanCare llama a una mayor protección de estas ballenas y los espacios marinos que habitan para una conservación efectiva.
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El mar Mediterráneo es único. Con una sola salida a aguas abiertas en el estrecho de Gibraltar, sus condiciones de temperatura, salinidad y biodiversidad hacen que tenga un altísimo número de especies endémicas. Alrededor de un tercio de la fauna mediterránea sólo se puede encontrar de Cádiz a Estambul.
Hay muchas especies amenazadas en peligro crítico. Según la organización Unión Internacional de Conservación por el Mediterráneo dos especies de rayas en peligro crítico son de especial preocupación y los corales que se ven afectados por la subida de temperaturas.
También mencionan los cetáceos y mamíferos marinos que aunque no son endémicos, sufren una gran presión por contaminación acústica y actividades pesqueras. Catherine Numa, coordinadora del programa Biodiversidad de Conocimiento y Acción dice: "Este mar es un verdadero hotspot de biodiversidad, aunque enfrenta múltiples amenazas principalmente por la presión antropogénica"
Sin embargo, es también uno de los espacios más sobreexplotados de la Tierra, con más del 90% de las poblaciones pesqueras explotadas por encima de lo que se considera sostenible, según la organización de conservación marina Oceana. Como ejemplo, las especies con más valor comercial del Mediterráneo, como la merluza europea, el salmonete o el rape, se explotan diez veces más de lo que recomienda la ciencia.
Esa sobreexplotación pesquera se pelea todos los años en las cuotas que Bruselas amplía a cambio de artes más sostenibles, como redes más grandes o reducir el impacto de las mallas de arrastre. Otros problemas que resaltan los expertos es la contaminación sonora, la temperatura del agua y la polución con residuos terrestres.
Estas son las amenazas que tienen que sortear los cachalotes y otros grandes mamíferos marinos, de los que apenas quedan 2.000 individuos maduros en el mar. "Las grandes ballenas se enfrentan a graves amenazas, todas derivadas de las actividades humanas", denuncia Carlos Bravo, responsable de OceanCare en España.
Estos grandes mamíferos de hasta 20 metros son cruciales para la conservación de los mares. Por su forma de alimentarse, en la que simplemente van tragando el plancton que encuentran a su paso, actúan como filtros de agua.
Se les considera grandes almacenes móviles de todo el CO₂ de los microorganismos que ingieren. Según OceanCare, se estimaba que las grandes ballenas almacenan hoy 9 millones de toneladas de carbono menos de lo que lo hacían antes del advenimiento de la pesca comercial con técnicas modernas.
Otro valor es el apoyo al transporte vertical de nutrientes. Los cetáceos se alimentan por debajo de las zonas eufóticas —donde penetra la luz— mientras que defecan en la superficie donde sí hay luz solar. Así contribuye a la reproducción del fitoplancton que a su vez captura más carbono.
Los beneficios de las ballenas
Bravo reclama que se refuerce su protección "aunque solo sea por las importantes funciones que cumple en la habitabilidad de la Tierra, como la regulación de la temperatura y el transporte de energía. Estos beneficios dependen, en gran medida, "del mantenimiento de los procesos oceánicos, la biodiversidad marina y los servicios ecosistémicos relacionados", recuerda.
Sin embargo, desde OceanCare enumeran una serie de riesgos que acosan a las ballenas. La estrategia de caza de plancton de estos animales ingieren absolutamente todo lo que se encuentran a su camino, lo que incluye instrumentos de pesca, plásticos y otros desperdicios.
Bravo dice: "Una causa de muerte habitual es la captura accidental de las flotas pesqueras o cuando se enredan en aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados en el mar, las llamadas redes fantasma".
Según cálculos del Parlamento Europeo, para 2050 podría haber más plásticos en el mar que peces. Alrededor de un cuarto de los plásticos son los aparejos de los pescadores. Para buscarle solución, los eurodiputados piden medidas de identificación y seguimiento y más investigación en materiales degradables.
Otro aspecto que preocupa a los científicos es el ruido submarino de barcos y minería. Los cetáceos, altamente sociales, se comunican con sonidos submarinos muy complejos dirigidos a un sistema auditivo muy fino. Por eso, la actividad humana en el mar las desorienta y desvía de sus rutas habituales.
En los últimos años, se han dado varios episodios de familias enteras de ballenas varadas en las playas de todo el mundo. En Australia aparecieron 160 ballenas piloto y en Escocia se encontraron 77 ejemplares. También en España; en Valencia apareció en 2022 un ejemplar, y en Asturias ocho individuos.
Además, los cetáceos en general tienen una complicación añadida a la hora de apoyar su conservación. Son animales con una tasa natalidad muy baja y una infancia dependiente muy larga. Cada ballena hembra tiene entre 5 y 7 crías. Esto hace muy complicadas las tareas de conservación.
En 1986 se prohibió la caza comercial de la ballena en todo el mundo, lo que los defensores de las ballenas consideran un logro en la conservación. Sin embargo, Islandia, Noruega y Japón no se sumaron. Desde entonces, OceanCare calcula que estos países han cazado 44.000 ballenas, por eso llaman a aumentar los compromisos de los países integrantes de la Comisión Ballenera Internacional.
Concienciación con imágenes
Con las maravillas del mundo submarino y las producciones visuales debería ser fácil luchar por la conservación de esos paraísos ocultos. Además de todos los beneficios científicos, climáticos y en la biodiversidad que tienen, es un lugar asombroso, como demuestran las producciones audiovisuales, cada vez más elaboradas.
El Wild Ocean FilmFest, organizado por la Fundación Bioparc, llamó a la reflexión sobre el papel de la sociedad en la protección del planeta y en la conservación de los océanos con la proyección de 10 documentales, entre los que hubo trabajos de Steven Spielberg o Keith Scholey de la BBC. Además, encuadrado en el festival, hubo coloquios que conectaban ciencia, cine y conservación.
Fernando González, director de la Fundación Bioparc, explicó que en esta tercera edición del festival han reivindicado la necesidad de amar, valorar y cuidar los océanos: "Cada año es más necesario y urgente cuidar el mar, porque sin azul no hay verde".
España y la UE tienen un alto porcentaje de áreas protegidas, pero, con distintos niveles. Por un lado, están los espacios de no pesca o no vadeo, pero también están todos los residuos que se tiran desde tierra firme. Aunque se critica que otros países a orillas del mediterráneo no tienen los mismos compromisos ni ponen los mismos esfuerzos.