Una llamada vale más que mil 'likes': el Teléfono de la Esperanza contra el estrés, la depresión y la soledad
- En 2023, la oenegé recibió 187.000 contactos, y el 75% de quienes les han escrito por chat son menores de 35 años.
- Más información: Carlos Piserra, subdirector del Plan de Salud Mental de La Rioja: "Hay menos estigma pero faltan de profesionales"
Lo que para muchos han sido tiempo de alegría y abrazos, para algunos las festividades son momentos de tristeza. Parece que en Navidades todo el mundo está obligado a ser feliz; salir con amigos, reunirse con familiares y rememorar buenos tiempos. Pero hay quien no puede, porque sencillamente ya no tiene su gente querida alrededor. En Navidad también es normal deprimirse.
Uno de los perfiles que acuden al Teléfono de la Esperanza (717 003 717) es gente mayor que sufre de la soledad no deseada y que solo quiere que alguien les dé las buenas noches. Magdalena Pérez, vicepresidenta del Teléfono de la Esperanza, cuenta que estas personas solo quieren sentirse conectados a otras personas antes de irse a la cama. Algo tan humano, como oír una voz cercana antes de dormir.
Teléfono de la Esperanza es una oenegé que presta un servicio fundamental para una sociedad que, en tiempos de redes sociales e 'hipercomunicación instantánea', cada vez necesita más hablar y ser escuchada. Nacieron en 1971 para gente con limitaciones físicas y psíquicas. Hoy están abiertos a ayudar a todos los que llamen, ya que saben que los problemas de la sociedad pueden ser muy variados y afectan a todos por igual.
Pérez también es psicóloga clínica y sabe bien de lo que habla cuando conversa de salud mental: "Al Teléfono puede llamar cualquier persona que esté viviendo una situación difícil de gestionar y que suponga un dolor emocional". No es fácil gestionar las emociones y mucha gente siente que tiene que saber qué hacer y cómo reaccionar ante las vicisitudes del día a día.
En la oenegé tienen varias líneas de actuación. Por un lado, la intervención con profesionales, generalmente psicólogos, trabajadores sociales y jurídicos. También, trabajos en grupo de cuidado, desarrollo y salud. "Las partes principales del teléfono son esta intervención en crisis, y también el cuidado emocional a través de talleres, campañas y programas de sensibilización", detalla Pérez.
187.000 llamadas
Solo en 2023, el Teléfono de la Esperanza recibió 187.000 llamadas. La mayor parte de las llamadas son de personas entre 30 y 60 años, y un poco más por parte de mujeres que de hombres. Es en esa franja de edad cuando las responsabilidades y las expectativas arrecian e imponen la necesidad de cuidar una familia, o sobresalir en el trabajo o satisfacer a la pareja.
Sin embargo, lo más preocupante para los profesionales del Teléfono de la Esperanza es el aumento de llamadas de menores de jóvenes. En marzo de 2022 abrieron un servicio de chat que desde entonces ha recibido más de 25.000 peticiones de ayudas, de las cuales el 75% han sido menores de 35 años.
Aunque pueda parecer que las tecnologías y los chats son el medio más apropiado para los más jóvenes, lo cierto es que el Whatsapp es ya una aplicación que se ha integrado en todas las franjas de edad.
Ese servicio empezó por la campaña Te regalo una coma para que sigas escribiendo tu historia. La intención de esa campaña, cuenta Pérez, era que gente que había pasado por situaciones complejas les contara sus historias para inspirar a otros. "Pero nos encontramos con que nos escribían muchísimos jóvenes y adolescentes pidiendo ayuda".
Son los mismos problemas
La mayoría de las personas que llaman lo hacen por problemas de depresión, ansiedad y conflictos relacionales con familia, amigos y parejas. Y el 22% de ellas tienen una temática suicida que dispara las alarmas de los que están al otro lado del Teléfono. Aun así, Pérez da un paso más allá, y sin parar en edad o género: "Lo que escuchamos en la mayoría de las llamadas es que les falta gente para hablar. Muchas veces no nos llaman por eso, pero sabemos que detrás hay una soledad intensa".
En el Teléfono de la Esperanza colaboran unos 1.400 voluntarios. Estos han tenido una formación que dura varios meses para darles las herramientas y conocimientos para poder tratar con situaciones delicadas. Muchas veces se tiene la mejor intención, pero falta el conocimiento para tratar temas tan delicados como los que se pueden presentar en cuestión de trato humano.
Además, como cuenta Pérez, ellos trabajan en red con otras asociaciones de ayuda: "El Teléfono es un recurso que se multiplica cuando trabajan con otros". De esta forma, pueden abarcar más espacio, llegar a más gente y en caso de necesidad poder aconsejar donde pedir ayuda.
La vicepresidenta pone un ejemplo en La Rioja, donde participaron en la en el IV Plan de Salud Mental. Cuando reciben a menores con tendencias suicidas, uno de los casos que más miedo les da, los derivan a la fundación ANAR, que podrá atender mejor sus necesidades y tendrán los recursos necesarios.
Después de más de 30 años colaborando con el Teléfono de la Esperanza, Pérez cuenta que una de las cosas que más le han sorprendido es que los problemas son los mismos. Han cambiado lo que lo origina, las vías de comunicación y las edades a las que afecta —Algo a lo que incide, hay que ponerle mucha atención— pero las causas son las mismas; depresión, ansiedad, luto o problemas relacionales. Situaciones que se pueden solucionar con una buena comunicación.