En los últimos años, nuestro país es uno de los que más está notando la daga asfixiante del calentamiento global y de un cambio climático que ha vuelto a batir récords en el último año. El clima extremo ya se hace notar. Sólo en esta semana, cuando aún es primavera, ya se prevén temperaturas que pueden rondar hasta los 40 grados.
La Organización Meteorológica Mundial alerta en su último informe sobre el Estado del Clima que, en 2021, se alcanzaron máximos en cuatro de los indicadores clave de la crisis climática: las emisiones de gases de efecto invernadero, el aumento del nivel del mar y el calor y acidificación de los océanos.
Este nuevo estudio viene a complementar el sexto informe de evaluación del IPCC, que incluía datos hasta 2019. La última actualización no hace más que reiterar que estos récords son una señal clara de que las actividades humanas están provocando cambios a escala global.
Las concentraciones de gases de efecto invernadero alcanzaron un nuevo máximo mundial en 2020, cuando la concentración de dióxido de carbono (CO₂) llegó a las 413,2 partes por millón (ppm) a nivel mundial, un 149% por encima del nivel preindustrial. Los datos recientes a este respecto indican, además, que han continuado aumentando en 2021 y principios de 2022.
La temperatura media global también ha ido en aumento. En el último año, fue de alrededor de 1,11 grados por encima del promedio preindustrial de 1850-1900. Hay que puntualizar que fue menos cálida que en algunos años recientes debido al enfriamiento de las condiciones de eventos meteorológicos como La Niña a principios y finales de año. No obstante, los últimos siete años son los más cálidos registrados hasta ahora.
El calor de la atmósfera también ha llegado a los océanos. En 2021, también se batieron récords. De acuerdo al último informe de la OMM, los mares continuaron calentándose a profundidades superiores a los 2.000 metros, algo que es irreversible en cientos e incluso miles de años.
Todos los conjuntos de datos coinciden en que las tasas de calentamiento de los océanos muestran un aumento particularmente fuerte en las últimas dos décadas. Y el problema es que el calor está penetrando a niveles cada vez más profundos. Gran parte del océano experimentó al menos una ola de calor marina "fuerte" en algún momento de 2021.
En relación al aumento del dióxido de carbono en la atmósfera, la acidificación oceánica también llegó a batir récords. La absorción del CO₂ –que en 2021 fue del 23%-- tiene un efecto prolongado sobre sus aguas, con una reducción importante de su PH. Esto tiene un efecto muy negativo sobre los organismos y ecosistemas marinos y, en consecuencia, con la seguridad alimentaria. Además, a medida que disminuye su PH, menos emisiones es capaz de absorber.
Por último, otro de los límites que alcanzaron máximos en el último año fue el aumento del nivel del mar. Según la OMM, sumó un promedio de 4,5 milímetros por año durante el período de 2013 a 2021. Esto es más del doble de la tasa entre 1993 y 2002 y se debe, principalmente, a la pérdida acelerada de masa de hielo, un aspecto con importantes implicaciones para millones de habitantes en las costas.
La factura del clima extremo
El clima extremo, el “rostro” cotidiano del cambio climático, provocó pérdidas económicas de cientos de miles de millones de dólares y se cobró un alto precio en vidas humanas. En este sentido, António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, ha aprovechado la publicación del informe insignia de la OMM para urgir a la transformación hacia sistemas de energía diferentes al “callejón sin salida” que suponen los combustibles fósiles.
De lo contrario, no sólo estos cuatro indicadores nombrados acabarán batiendo nuevos récords. También la degradación de los ecosistemas, las olas de calor y otros fenómenos extremos, la inseguridad alimentaria e, incluso, las migraciones climáticas por los riesgos para la propia vida.
Guterres vuelve a criticar “la triste letanía del fracaso de la humanidad para abordar la alteración del clima”. Asimismo, propone cinco acciones críticas para impulsar la transición de energía renovable. Entre ellas, incluir un mayor acceso a tecnología y suministros de renovables, una triplicación de las inversiones públicas y privadas en energías limpias y el fin de los subsidios a los combustibles fósiles, que ya ascienden a unos 11 millones de dólares por minuto.
El mundo debe actuar en esta década para evitar que los impactos climáticos empeoren cada vez más y para mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales acordados en París.
Para Petteri Taalas, secretario general de la OMM, “es solo cuestión de tiempo antes de que veamos otro año más cálido registrado”. El experto recuerda que nuestro clima está cambiando ante nuestros ojos. El calor atrapado por los gases de efecto invernadero inducidos por el hombre calentará el planeta durante muchas generaciones venideras.
Como apunta el profesor, “el aumento del nivel del mar, el calor del océano y la acidificación continuarán durante cientos de años a menos que se inventen medios para eliminar el carbono de la atmósfera”. Asimismo, también preocupa que “algunos glaciares han llegado al punto de no retorno”, lo que “tendrá repercusiones a largo plazo en un mundo en el que más de 2.000 millones de personas ya experimentan estrés hídrico”.
El impacto de estos aspectos en nuestra vida diaria es innegable y las pérdidas económicas ya se están disparando. Desde la sequía en el Cuerno de África a las recientes inundaciones mortales en Sudáfrica o el calor extremo en India y Pakistán demuestran que “se necesita hacer mucho más”, asegura Taalas.
En este sentido, los sistemas de alerta temprana son fundamentales para la adaptación al cambio climático. Sin embargo, solo están disponibles en menos de la mitad de los miembros de la OMM. No obstante, durante los próximos cinco años, este es un aspecto que se potenciará a nivel global desde la organización.
Los últimos datos recogidos en este informe se utilizarán para las negociaciones sobre el cambio climático de la ONU, conocidas como COP27, que se llevarán a cabo en Egipto a finales de este año. Asimismo, se publican justo antes de la Reunión Anual del Foro Económico Mundial 2022, donde la financiación de la lucha contra el cambio climático será un tema clave en la agenda.
Gim Huay Neo, miembro de la Junta Directiva del Foro Económico Mundial, señala que este informe de la OMM enfatiza la necesidad de acción rápida para mitigar los riesgos ambientales presentados en el informe de Riesgos globales del Foro Económico Mundial. Recuerda que “necesitamos centrar nuestros esfuerzos en políticas y soluciones audaces que puedan transformar rápidamente la forma en que producimos y consumimos recursos”.
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