En los últimos años no ha habido foro empresarial en el que no se hable de la necesidad de asegurar la “sostenibilidad” de las empresas. El desarrollo sostenible se define como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Se trata de tomar las decisiones hoy considerando las implicaciones medioambientales, sociales y de gobernanza (factores ESG) que dichas decisiones tendrán a medio y largo plazo.

Desde sus inicios, la andadura de las empresas hacia esa “sostenibilidad” ha supuesto un gran reto. La transversalidad de la materia, los diferentes enfoques y la explosión regulatoria han hecho de este desafío algo que, en ocasiones, parece inabarcable.

Son muchos los esfuerzos dedicados por el tejido empresarial a la mejora continua de aspectos ESG, adaptando los modelos de negocio a los cambios regulatorios, expectativas de los grupos de interés y la evolución de los diferentes sectores.

Una de las primeras reflexiones sobre qué es el desarrollo sostenible y cómo lograrlo es encontrar respuesta a la pregunta ‘¿Dónde pone mi empresa el foco?’.

La preocupación por el medioambiente y su repercusión en los últimos años ha convertido la “E” del ESG en protagonista de muchas estrategias corporativas de sostenibilidad. Tanto así que, en muchas ocasiones, el término sostenibilidad se vincula de manera generalizada a asuntos únicamente medioambientales. Por otro lado, la creciente conciencia social, sobre todo tras la crisis del Covid 19, ha impulsado también el desarrollo de políticas de mejora en empleo y derechos humanos. Pero ¿qué ocurre con los aspectos de gobernanza?

Da la impresión de que la empresa, por el simple hecho de serlo, tiene una madurez ya adquirida en aspectos de gobernanza. La realidad es que la responsabilidad de transformar un modelo de negocio en un modelo más sostenible recae por completo en los aspectos de gobierno.

La gobernanza es la locomotora que tira del resto.

El buen gobierno corporativo se basa en 4 pilares fundamentales, que sirven de impulso, de manera transversal, a todas las demás estrategias: una adecuada estructura y funcionamiento de los órganos de gobierno; unos férreos estándares éticos y de cumplimiento; un sólido sistema de control y gestión de riesgos; y máxima transparencia y contacto con los distintos grupos de interés.

Sólo sobre estos cuatro pilares es posible que las empresas lleven a cabo un análisis adecuado de la situación, riesgos, oportunidades, implicaciones o necesidades, que les permita adoptar las mejores decisiones.

Según los análisis de MSCI ESG Ratings para el sector retail, la gobernanza es uno de los seis temas materiales relevantes, muy por delante de asuntos medioambientales o sociales. Coincide con el reciente IV Barómetro de la Sostenibilidad de Dirse (Asociación Española de Directivos de Sostenibilidad) en cuyo top 7 de “temas relevantes con impacto en la estrategia de las compañías” aparecen 4 de gobernanza: gestión del entorno regulatorio; digitalización y uso de tecnologías inteligentes; gestión de riesgos y control interno; y ética empresarial y prácticas anticorrupción.

Nos encontramos en un momento crucial en el que los aspectos de gobernanza tienen más relevancia que nunca como garantía del buen funcionamiento de todo lo demás. Y es que, una sólida estructura de gobierno corporativo es la clave para la correcta toma de decisiones, el buen funcionamiento de cualquier compañía, la confianza del mercado, la generación de valor y, en definitiva, para la sostenibilidad a largo plazo.

Lar España trabaja desde sus orígenes con el propósito de estar a la cabeza de las mejores prácticas de buen gobierno corporativo y de sostenibilidad. Su modelo de gobernanza pone de manifiesto que otra manera de gestión empresarial es posible. Una práctica que requiere mucho esfuerzo y dedicación (cabe recordar que Lar España cuenta con 12 activos inmobiliarios distribuidos por todo el país, que son referencia en sus regiones), pero merece la pena. El primer compromiso es el de crear valor para los inversores y accionistas con una gestión responsable y transparente, que garantice la solidez financiera y la sostenibilidad a largo plazo, pero tomando también en consideración a los demás grupos de interés, como forma de impulsar el desarrollo sostenible y el progreso de las comunidades donde operamos.

Y es que, en términos puramente económicos, el consenso es cada vez mayor respecto a que una gestión corporativa que integre aspectos ESG genera mayor rentabilidad a medio y largo plazo. En este sentido, un estudio de 2023 de Capgemini (A world in Balance 2023), realizado a altos directivos de 718 empresas líderes de 13 mercados, muestra que, mientras en 2022 solo un 21% de los directivos consideraba que las prácticas de sostenibilidad tenían verdadero valor empresarial, en 2023 esa cifra se ha triplicado hasta el 63%, y el 74% de los entrevistados señala que una de las razones que impulsa la sostenibilidad es aumentar los ingresos futuros.

En definitiva, con independencia de la terminología que se emplee, la sostenibilidad y los factores ESG ya no son una propuesta o una alternativa, sino una necesidad; y su integración en los modelos de negocio solo es posible a través de un buen gobierno corporativo, comprometido y sólido, que no descuide ninguno de los aspectos mencionados y otros que, sin duda, irán llegando.

***Susana Guerrero es General Counsel y vicesecretaria del consejo de administración de Lar España