Michal Mlynàr, jefe de ONU-Hábitat: "En Gaza viven hacinados, pero no se puede ampliar el territorio"
El director ejecutivo adjunto de la agencia de planificación urbana de la ONU explica cómo actúan en contextos de destrucción y crisis humanitarias.
5 noviembre, 2023 01:03"Planificación urbana". Esta es la palabra que escoge Michal Mlynàr (1970), director ejecutivo adjunto del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), para describir el trabajo de la agencia a que dirige. Con motivo del encuentro de alto nivel Boosting the localization of the 2030 Agenda, celebrado el pasado 27 de octubre en la sede del Instituto Cervantes en Madrid, el alto funcionario ha podido compartir cómo opera esta desconocida entidad en los contextos de crisis humanitaria como el de Gaza o Ucrania.
En sus funciones rutinarias, ONU-Habitat se encarga de dinamizar y aportar la experticia en las medidas que los gobiernos y las autoridades locales emprenden para conseguir las metas del ODS 11. En la actualidad desarrolla su trabajo en torno a tres pilares: la localización de la Agenda 2030, proporcionar un alojamiento adecuado y abordar el papel clave de las ciudades como contribuyentes a las soluciones climáticas.
Uno de los sombreros más desconocidos que porta esta agencia especializada del sistema de las Naciones Unidas es el asesoramiento para la reconstrucción de ciudades arrasadas por guerras y fenómenos meteorológicos extremos, así como en la coordinación de los alojamientos para las personas afectadas por emergencias humanitarias.
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Afganistán, Ucrania y ahora Gaza... son situaciones humanitarias sobrevenidas por las guerras. Mientras que los desastres naturales se han sucedido en Turquía, Siria, Marruecos, Libia, Malawi y Mozambique también generan olas de desplazados que necesitan soluciones de alojamiento digno después perder sus hogares. "Estamos lo suficientemente activos en todas estas zonas de conflicto o donde las catástrofes naturales", comenta Mlynàr.
"En los últimos años, ONU-Hábitat se ha implicado cada vez más en el ámbito humanitario y de crisis", señala Mlynàr. Este diplomático de carrera eslovaco recuerda que hace cinco la situación era muy diferente a lo que es ahora. "Ahora nuestro trabajo humanitario y de crisis no se ha duplicado ni triplicado, sino que se ha multiplicado varias veces" añade.
Mlynàr señala que uno de los programas más grandes que tenía esta agencia de la ONU era en Afganistán, pero la llegada de los talibanes al poder ha coartado su rango de intervención. Ya no operan con libertad y se han visto obligados a reducir drásticamente sus actividades.
En el caso reciente de Ucrania, cuenta, han establecido una oficina en Kiev, para "ayudar [a las ciudades ucranianas, especialmente a las pequeñas] a preparar los planes de reconstrucción". "Ellos mismos dicen que quieren volver a construir mejor y no van a reconstruir de nuevo siguiendo los reglamentos o normas soviéticas", explica. Por eso, añade, "necesitan nuevas normas y estándares".
Los territorios palestinos eran otro de esos grandes focos de trabajo. Allí, "tenemos un programa que hemos venido desarrollando durante muchos años y consiste esencialmente en apoyarles con la planificación urbana". Porque asegura, en el caso de Gaza, "es un espacio muy pequeño, muy poblado y tiene muchos desafíos en tiempos normales con la infraestructura".
¿Qué tipo de apoyos se han impulsado en Israel y los territorios palestinos?
Trabajamos con Israel en el ámbito de la vivienda y, dado que Israel es un líder en innovación, ha participado en muchas medidas innovadoras que podemos utilizar en el contexto urbano. Trabajamos con ambos países de diferentes maneras y esta es una de las formas de fomentar la confianza, incluso entre ellos.
Desde ONU-Hábitat, la situación actual habrá supuesto un varapalo para las actividades que desarrolláis...
La situación actual es muy alarmante y el nivel de destrucción es enorme, por lo que será necesario mucho trabajo después del conflicto para reconstruir y construir mejor. Por supuesto, ya estamos trabajando en los preparativos para la reconstrucción, pero eso solo puede comenzar una vez que el conflicto se haya calmado, así que no tengo ninguna otra fórmula mágica.
¿Cómo se reconstruye después de un desastre de esta magnitud?
Cada país en el que actuamos tiene su propio programa. Un país en el que tuvimos que reevaluar la estrategia fue Líbano: las tareas contempladas en el programa se aceleraron después de la terrible explosión en el puerto en agosto de 2020.
Lo que estamos haciendo allí y lo que haremos más adelante en los territorios palestinos es apoyar la ampliación de sus intervenciones y priorizar las más urgentes, de tal manera que sea eficiente tanto económicamente como en términos de sostenibilidad y los edificios resistan las inclemencias del temporal y se mantengan en pie.
¿Cómo trabajáis en esos casos?
Lo primero que hay que aclarar es que nosotros no somos una agencia que se encargue de la construcción per se, esa labor la hacen otros socios como las empresas constructoras, las ONG, o la propia ciudad.
Nos sentamos con las autoridades y las partes interesadas y trabajamos con ellos día a día planificando estrategias, secuenciando, por supuesto, intentando generar recursos adicionales, colaborando con socios internacionales, bancos de desarrollo, sector privado, para que la ciudad y el país puedan acelerar todo esto, y en eso estamos.
¿Qué pasos se siguieron en el caso de Beirut?
El primer paso fue limpiar los escombros y asegurarnos de que no hay riesgos ocultos, ya sea en términos de seguridad o de salud. Una vez hecho esto, empezamos a dividir las diferentes áreas en zonas para priorizar las más urgentes. Vimos cuáles son menos urgentes y cuáles se reconstruirían como estaban originalmente y cuáles había que reconstruir de otro forma.
En muchos casos, por ejemplo, las viviendas se trasladan a nuevas ubicaciones más viables. Porque uno de los problemas, sobre todo en las ciudades antiguas, es que todo está abarrotado. Por supuesto, Gaza tiene el mismo problema, viven hacinados, y me temo que no se puede ampliar el territorio, así que les aconsejaremos cómo evitar la situación de hacinamiento, aunque sin la ilusión de que podamos ampliarla, pero hay soluciones para hacerlo de forma sostenible.
Uno de los corolarios de este tipo de conflictos es la cantidad de personas desplazadas. En la guerra actual entre Israel y Hamas, y según datos oficiales de ACNUR, alrededor de medio millón de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en Gaza. ¿Cómo se prepara a las ciudades y asentamientos para absorber a tanta población?
Esta es una pregunta crucial. La coordinación en el sistema de las Naciones Unidas para dar respuesta a este tipo de fenómenos se da por descontada. Trabajamos conjuntamente con el PNUD, UNICEF, pero con quien más nos compenetramos es con UNRWA. En las nuevas oleadas de refugiados se observa que la mayoría de estos nuevos flujos se están produciendo en el contexto urbano.
Con ACNUR intentamos diseñar siempre soluciones que tengan en cuenta el contexto urbano porque, obviamente, si hay una crisis inminente, los campos de refugiados son inevitables y, a veces, si lo que se necesita es rapidez, se necesitan tiendas de campaña, estructuras temporales. En este sentido, los alcaldes suele ayudar porque se necesita terreno, trabajadores, mecanismos o materiales de construcción.
¿Hay casos en los que los campos de refugiados dejan de ser alojamientos temporales y se convierten en hogares semipermanentes para los refugiados?
Efectivamente. Nosotros ayudamos a ACNUR y a las ciudades a transformar los campamentos o los antiguos campamentos en otra cosa si vemos que la gente se queda a largo plazo. Tenemos un buen ejemplo reciente en Kenia, que alberga dos de los campos de refugiados más grandes del mundo, Dadaab y Kakuma.
El gobierno de Kenia y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han estado trabajando juntos para ver cómo transformar estos campos de refugiados en ciudades o pueblos, como el de Kakuma, al que recientemente se le ha concedido el estatus de municipio, y estamos trabajando juntos en la construcción de nuevas estructuras de vivienda, pieza por pieza, a las que estas personas puedan empezar a trasladarse.
Porque no es realista simplemente llevarlos a algún sitio o enviarlos de vuelta, por desgracia, y probablemente también nos encontremos en una situación similar en Gaza: no podrán volver pronto, o al menos algunos de ellos se quedarán definitivamente. Así que, de nuevo, haremos lo mismo a corto plazo, ayudando a ACNUR a abordar la situación inmediata, pero también a largo plazo, trabajando con las ciudades.
Por eso, la comunidad internacional y los países que absorben la mayor parte de los flujos de refugiados tienen que estar preparados para adaptar los campos de refugiados a asentamientos semipermanentes.