El objetivo es claro: evitar que Afganistán se convierta en un refugio de terroristas. Así lo manifestó Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, para justificar la prolongación, hasta finales de 2016, de la misión que la Alianza Atlántica mantiene sobre el terreno; un escenario que ha supuesto el mayor reto militar para las Fuerzas Armadas en su historia reciente. En casi catorce años, 17.223 efectivos españoles han pisado suelo afgano y, en octubre, las tropas se despidieron del país. Pero, ¿y si la OTAN pide a España un esfuerzo suplementario en esta misión?
En realidad, España no ha abandonado definitivamente Afganistán. Desde que el grueso de las tropas regresara en octubre, un contingente formado por 21 soldados permanece en Kabul. Su misión, dentro de la Resolute Support de la Alianza Atlántica, pasa por asesorar en materia de Defensa al Gobierno local y adiestrar al incipiente Ejército afgano.
La OTAN tenía previsto finalizar esta misión a finales de 2015 o principios de 2016. Sin embargo, la inestabilidad en la que está sumida la región ha llevado a la organización a tomar la decisión de mantener a los 12.000 efectivos que tiene desplegados, al menos, hasta finales del año próximo. Además, se destinarán alrededor de 4.500 millones de dólares (más de 4.200 millones de euros) en proyectos de formación y equipamiento del Ejército afgano, que se irán entregando progresivamente hasta 2020.
El mensaje de Stoltenberg
"Las fuerzas afganas han demostrado gran resistencia y coraje para enfrentarse a los desafíos. Siguen progresando, pero hay retos y brechas en sus capacidades", señaló Stoltenberg al anunciar la prolongación de la Resolute Support. "Los países que integran la OTAN y sus socios operativos deben apoyar estos esfuerzos", inquirió el máximo representante de la Alianza Atlántica.
En el plano político ya se ha demostrado que no se quiere ni oír hablar de un nuevo despliegue militar, ya sea en Siria, África o cualquier terreno; por lo menos, hasta después de las elecciones generales del 20 de diciembre. "Lo más prudente es esperar que haya unas nuevas Cámaras y un nuevo Gobierno para tomar una decisión tan grave como implicarnos en una intervención militar en Siria", señaló el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, en una entrevista emitida en TVE. Lo que el ministro quiso dejar claro es que, "cuando nos han pedido algo, España no ha estado ausente".
La visión de los militares
Entre los círculos militares se ve "improbable, aunque no imposible" que se pida a las Fuerzas Armadas un esfuerzo adicional. Los primeros soldados españoles (unos 350) aterrizaron en Afganistán a principios de 2002. Desde entonces, según los datos que se manejan desde Defensa, las tropas han realizado 28.000 patrullas, recorrido tres millones de kilómetros y efectuado 1.400 labores de desactivación de explosivos: 102 efectivos han perdido la vida en estas operaciones.
"Sería difícil que se nos pidiese volver allí después de arriar nuestra bandera", reconoce un alto cargo del Ejército de Tierra, quien explica que el operativo puesto en marcha en Afganistán ha servido para medir y mejorar las capacidades del Ejército español. "No sé qué consecuencias hubiese tenido para el Gobierno afgano que la OTAN se retirase ya de allí", añade otro combatiente que participó en la campaña. Según su criterio, el escenario es "mejor que el de hace varios años, pero todavía muy inestable".
En cualquier caso, los efectivos se ven "capacitados" para asumir "cualquier petición" que pueda llegar desde las organizaciones políticas y militares de las que España forma parte. Ese optimismo es más evidente entre los soldados que estuvieron destinados en aquel país en los últimos años de misión. Entre los primeros, cuando la situación era más insegura, no existe tanta predisposición: "Sería duro -reconoce un veterano de Afganistán-. Pero cualquier lugar al que podamos ir tiene su complicación. Se habla de reforzar la presencia en África o en otros lugares. No sabemos nada, pero cumpliremos".