Fernando María Castiella aspiraba a lograr lo imposible. Era febrero de 1962 y el ministro de Exteriores español escribía una carta en la que solicitaba el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea; la respuesta, negativa, no tardó en llegar. Hubo que esperar a la llegada de la democracia y a incontables negociaciones para que la diplomacia diese sus frutos: el 1 de enero de 1986, España se integró en las instituciones europeas. Treinta años después, el futuro del país no se entiende sin el de la Unión. Estos son algunos de los hitos que han marcado su historia.
Los beneficios de adherirse a la UE
Un sueño europeo... y económico. Cuando España firmó el Acta de Adhesión a las Comunidades Europeas, su economía era una de las más frágiles del continente. Esta incorporación "ha sido un instrumento de cambio y modernización", destaca Andrés Ortega, investigador del Real Instituto Elcano: "El camino hacia ese sueño, y la posterior andada en la hoy UE, se convirtieron en la principal palanca para modernizar España", señala Ortega. La recepción de ayudas económicas, dejar atrás los viejos aranceles, las reformas estructurales y la política de libre circulación favorecieron el crecimiento de la economía española.
El escaparate internacional. El peso del aislamiento internacional todavía estaba demasiado presente en el escenario español. Durante años, especialmente entre 1945 y 1953, el país mantenía poca -o ninguna- relación más allá de sus fronteras. Algunos expertos equiparan aquella situación con la que ahora vive Corea del Norte. Con la democracia ya instaurada, la diplomacia española aspiraba a dejar atrás aquella imagen y el ingreso en la Comunidad Económica Europea era su principal baza. "España aporta su saber de nación vieja y su entusiasmo de pueblo joven con la convicción de que un futuro de unidad es el único posible", declaró Felipe González, presidente del Gobierno en 1985, al firmar el Acta de Adhesión a las Comunidades Europeas.
Hacia una política integrada. La Comunidad Económica Europea (CEE) se basaba en pilares económicos, pero sus aspiraciones eran también políticas. Cuando se creó la UE en 1993, la CEE se integró en ella. En 2009 se extinguió después de que la Unión absorbiese sus competencias. Además, en 2005 se estableció una Constitución europea que, en el caso español, fue sometida a referéndum: el 76,73% de los votantes la apoyaron.
Seguridad común. Tras los últimos atentados de París, el ministro francés de Defensa, Jean Yves Le Drian, invocó el artículo 42.7 de la Unión Europea, que insta a los Estados miembro a trazar un plan de defensa colectiva. La UE, además de tener fundamentos económicos y políticos, ha iniciado el camino hacia una seguridad militar común. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión de la Unión, ha manifestado en varias ocasiones su deseo de caminar hacia un Ejército europeo. En el caso español, los puentes tendidos en materia de inteligencia han servido, además, en la lucha contra el terrorismo de ETA.
Las fragilidades de la Unión
Un mercado limitado. "Quizá Europa se nos está quedando estrecha, a nosotros y otros países europeos", manifiesta Andrés Ortega, investigador del Real Instituto Elcano. "Sigue siendo destino y origen principal de nuestro comercio exterior pero menos -añade Ortega- Las exportaciones españolas al resto de la UE han pasado de representar un 70% a un 60% del total. Al hacerse más global, España (y sus socios) se vuelven menos europeos".
La política monetaria común. La puesta en marcha del euro ha facilitado el mercado común dentro del continente y sus Estados miembro afrontan con más fuerza el escenario internacional. Pero la moneda única también ha estado cerca de acabar con el proyecto europeo; o, al menos, así lo señala Paul Krugman, economista estadounidense ganador del Nobel en 2008: "Un colapso bancario obligará a Grecia a salir del euro y a crear su moneda -señaló Krugman, en un artículo publicado en The New York Times-. Desenchufar a Grecia supone un gran riesgo para la economía de Europa y para todo el proyecto europeo, un esfuerzo de sesenta años para consolidar la paz y la democracia".
Pérdida de soberanía. "Es evidente que el acervo comunitario europeo contiene disposiciones (...) concernientes a competencias del Estado, tales como la política exterior o la migratoria". Investigadores como Javier Roldán Barbero, catedrático de la Universidad de Granada, destacan que, aunque la soberanía sólo concierne al Estado, en la práctica hay realidades que la modifican. "Es indiscutible que España -insiste Roldán-, al participar de este proceso, cede al medio exterior muchas más atribuciones que el resto de Estados de la comunidad internacional no miembros, ni estrechamente asociados a la UE".