"¿Cómo va a pactar Sánchez con grupos que defienden el derecho a decidir cuando en Cataluña hay un Gobierno que quiere declarar la independencia?" La frase, expresada por un dirigente del PSOE en conversación con EL ESPAÑOL, resume el estado de shock en el que se encuentra el equipo de Pedro Sánchez, el líder del PSOE.
La investidura de Carles Puigdemont como president de la Generalitat ha dejado en suspenso el ya de por sí confuso calendario de la gobernabilidad española. El PSOE suma al complejo puzle institucional una soterrada pero cruenta guerra de poder interna entre el actual secretario general, Pedro Sánchez, partidario de un Gobierno apoyado por Podemos, y Susana Díaz, que sopesa dar un paso al frente y aspirar al liderazgo del PSOE y la candidatura a la presidencia del Gobierno.
Este domingo, el PSOE se hizo eco del mensaje del PSC al rechazar la posibilidad de que el nuevo Govern inicie un proceso de ruptura de Cataluña con el resto de España. "Ninguna mayoría parlamentaria puede erigirse en fuente de legitimidad jurídica ni política para vulnerar la legalidad constitucional", dijo Antonio Hernando, el hasta ahora portavoz del PSOE en el Congreso, en una comparecencia sin preguntas desde la sede socialista. Desde la tribuna del parlamento de Cataluña, Mique Iceta, el portavoz del PSC, dijo no a "la independencia, la ilegalidad y la investidura" de Puigdemont.
Los "noes" que unen PSOE
Por el momento, el PSOE tiene hace gala de varios "noes" que sirven como pegamento a un partido dividido sobre lo demás. Los socialistas dicen "no" a la independencia de Cataluña, al referéndum de independencia que propone Podemos y a la investidura de su principal rival ideológico, Mariano Rajoy o cualquier candidato del Partido Popular. Esas fueron las líneas rojas fijadas tras las elecciones del 20 de diciembre por el Comité Federal, el máximo órgano entre congresos.
Tras este convencimiento compartido, se acaban los consensos.
En la tarde del domingo, los teléfonos de los principales dirigentes socialistas echaban humo sobre el camino a seguir. Sánchez ha anunciado su disposición a formar un Gobierno que aúne a las "fuerzas progresistas" una vez que Rajoy fracase en su intento de formar Gobierno. Sin embargo, según los plazos habituales, Rajoy tiene hasta finales de enero o principios de febrero para buscar unos apoyos a su investidura que ahora se antojan imposibles. En ese tiempo, el Govern de Puigdemont echará a andar y el Parlament catalán comenzará a tramitar leyes que suponen una grave afrenta a la legalidad constitucional. El PSOE tendrá que mojarse antes y anunciar si está con el PP frente al independentismo o si se pone de perfil.
El Congreso, el primer escollo
Antes de eso, este mismo miércoles, el PSOE deberá decidir si acepta que Podemos, partido al que corteja, tenga cuatro grupos parlamentarios: uno para la candidatura de Pablo Iglesias y otros tres para sus aliados en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, respectivamente.
El PSOE quiere poner a Patxi López en la presidencia del Congreso y explora un acuerdo de investidura con Podemos, algo para lo que sería imprescindible ceder en la formación de grupos parlamentarios. No está claro que los aliados nacionalistas de Iglesias voten a favor de una hipotética investidura de Sánchez, algo para la que éste necesitaría más apoyos o la abstención de Ciudadanos. Lo que parece evidente es que no estarán nada predispuestos si el PSOE no les permite formar tres grupos diferenciados, como piden PP y Ciudadanos.
Al margen de estas negociaciones, a Sánchez la investidura se le convierte en una cuesta arriba por la situación de emergencia que previsiblemente se producirá cuando el nuevo Govern eche a andar.
La situación en Cataluña hará "aumentar mucho la presión para una gran coalición que el PSOE sencillamente no puede aceptar", asegura un influyente socialista, más cercano a Susana Díaz que a Pedro Sánchez.
La presión en favor de un pacto PP-PSOE o uno que además sume a Ciudadanos aumentará, pero los socialistas parecen tener claro que se trataría de un suicidio electoral y un pasaporte para Podemos al liderazgo de la izquierda.
El fin del "postureo" de Sánchez
Sin embargo, el pacto con Podemos también parece menos probable ahora que antes de la investidura de Puigdemont. "La investidura entierra el postureo imposible de Pedro de un gobierno a siete con nacionalistas y partidos pro derecho a decidir", según la misma fuente.
"No se puede gobernar con 90 escaños y el apoyo de partidos independentistas. Pedro tiene derecho a intentarlo pero es muy complicado", señala otra fuente socialista que ha ocupado importantes responsabilidades orgánicas. Si bien Sánchez podría prestar apoyo parlamentario a Rajoy frente al independentismo, hacerlo para una investidura del PP sería letal electoralmente. Apoyarse en Podemos, que defiende el derecho a decidir, improbable y peligroso, según estas fuentes.
Mientras todos miran a Sevilla en busca del punto de vista de Susana Díaz, los partidarios de Sánchez siguen defendiendo la opción de un gobierno de izquierdas. Para ello priman ahora la abstención de Ciudadanos en una investidura con Podemos. "Es a Albert Rivera a quien menos conviene que se celebren las elecciones", aseguran fuentes de la Ejecutiva de Sánchez. "Y sólo el PSOE con un nuevo pacto constitucional puede solucionar el problema", añaden.
La alternativa al pacto de izquierdas es, hoy por hoy, un apoyo al Gobierno en funciones de Rajoy y un congreso socialista que certifique el desembarco de Susana Díaz en Madrid de cara a una repetición de elecciones que, este domingo, a los socialista se le antoja muy lejana por la magnitud del reto actual.
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