La aparición de Carolina Bescansa con su bebé de seis meses en el pleno es la anécdota más jugosa del arranque de una legislatura ya de por sí revolucionaria, y ha polarizado la opinión en las redes.
Unos celebran el gesto a favor de la conciliación y recuerdan a la eurodiputada Licia Ronziulli, la primera cuya imagen dando el pecho a su hija en la Eurocámara dio la vuelta al mundo. Otros reprochan a la recién investida diputada de Podemos usar a su hijo en un gesto propagandístico y excesivo, ya que el Congreso dispone desde 2006 de una Escuela Infantil concebida precisamente para facilitar la vida familiar.
Se trata de una guardería reservada a los trabajadores de la Cámara y a los diputados que acoge a niños en cualquier tramo de edad hasta los cuatro años. Consta de 54 plazas que se conceden en febrero por baremo como en cualquier otro centro público. En 2010 se le concedió una licitación por valor de 1.001.160,00 euros, extentos de IVA, hasta agosto de 2016, a razón de 250.290 euros anuales.
El centro ofrece sin embargo un servicio de atención puntual por el que pueden acoger a niños al margen del cupo por un máximo de cinco días. El centro de prensa del Congreso ha confirmado a EL ESPAÑOL que, de haber querido Carolina Bescansa depositar hoy ahí a Diego hasta el final del pleno, no hubiera tenido ningún problema.
Todo indica, sin embargo, que la número tres de Podemos nunca tuvo la intención de usar la guardería, todo lo contrario. Ya pudimos ver a Diego en brazos de su madre en el Congreso el pasado 6 de diciembre durante el acto institucional con motivo del trigésimo séptimo aniversario de la Constitución. El niño también ha acompañado a Bescansa cuando recogió su credencial de diputada, y a las reuniones previas a la conformación de la Mesa.
Hoy la diputada ha dado un paso más amamantando al pequeño en el mismo escaño, discretamente oculto bajo el pañuelo de porteo. Pero se trata de una promesa electoral que en la vorágine de la campaña pasó casi desapercibida. El pasado 18 de diciembre acompañó al líder del partido, Pablo Iglesias, a un mítin en Murcia. Una mujer preguntó a Bescansa entonces por las dificultades de las madres para amamantar en público, y ella se comprometió entonces a amamantar a Diego en el Parlamento.
Los precedentes
Diego no es el primer bebé en las Cortes. Iolanda Pineda, de Entesa, llevó a su hijo Narcís al Senado en mayo de 2012, donde se produjo una hermosísima fotografía.
Desde Europa, la mencionada Licia Ronziulli se ha solidarizado a través de Twitter con Bescansa. Madre soltera, Ronziulli lleva desde hace años a su hija Vittoria a la Eurocámara, donde la han visto crecer. La pequeña dibuja durante los plenos sentada en las rodillas de su madre e incluso vota con ella.
La diputada argentina Victoria Donda Pérez se convirtió en símbolo del movimiento por la lactancia pública y a demanda al amamantar a su bebé en un pleno de forma mucho menos discreta que Bescansa hoy.
Como en tantos otros sectores de la sociedad, las mujeres en la política son las que hoy en día sufren las mayores dificultades a la hora de conciliar, pero hay excepciones: el ministro de Exteriores e Inmigración Tobias Billström se llevó en diciembre de 2009 a su hija Tone a una reunión del Eurogrupo.
La controversia en la red...
Pocas situaciones ha polarizado tanto y tan rápido la opinión en Twitter. Las críticas de los que han considerado que Bescansa escenificaba un falso problema de conciliación para captar la atención han abundado. Los tweets del periodista Antonio Naranjo en particular ha levantado una polémica encarnizada.
La diputada del PP por Segovia Beatriz Escudero criticaba la escena desde el propio Congreso.
Más allá de las críticas, el debate ha versado sobre en qué consiste la conciliación.
El mero hecho de que la compaginación entre vida profesional y familiar dominase la conversación ha sido saludado por otros como suficiente para justificar el gesto y defender a Bescansa.
... y los memes
La imagen del bebé compartiendo la bancada de Podemos con Iñigo Errejón, perpetua víctima de bromas por su aspecto eternamente juvenil, era demasiado apetecible como para que el sentido del humor de los tuiteros lo dejara pasar. Otros han ironizado con que la escena haya oscurecido el escándalo de la jornada: que el diputado De la Serna se haya sentado en el escaño pese a estar suspendido por el PP.