"Hay un riesgo de espectacularizar estas negociaciones en exceso. Como si fueran un duelo del Far West, pensando quién van a ser los negociaciones que se sientan a un lado y a otro. Es normal y no está mal", pero lo importante es que haya "voluntad política".
La frase es de Íñigo Errejón, portavoz del grupo parlamentario de Podemos, que atendía a una veintena de medios de comunicación a tres metros de Albert Rivera, que conectaba en directo con una televisión. A no más de 10 metros de ellos, el número dos del PSOE, César Luena, esperaba distraído a intervenir en otra cadena y comentaba con un puñado de asesores que no conocía la zona donde trabajan los periodistas en el Congreso de los Diputados. En la sala contigua, Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos, apuraba su rueda de prensa. Por allí se pasaron, casi al mismo tiempo y en busca de su cámara, Antonio Hernando, portavoz del PSOE, e Irene Montero, dirigente de Podemos.
El Congreso es estos días un Far West, o un Lejano Oeste, pero los tiros son en forma de declaraciones de 20 segundos, de invocaciones a la voluntad política, de líneas rojas a las líneas rojas y de corrillos de diputados y periodistas que se preguntan quién gobernará España y, sobre todo, en virtud de qué alianzas.
Jornada frenética
"¿Cuántas horas lleváis aquí?", preguntó Pedro Sánchez al final de un maratoniano día de contactos y antes de irse (cómo no) a un plató de televisión. Según el candidato a la investidura, sus primeras cuatro reuniones con otros partidos políticos han sido satisfactorias. "La sensación que me llevo es que esto empieza bien", dijo ante la prensa.
Primero se reunió con Ana Oramas, de Coalición Canaria, que le expresó que votará "no" a una investidura que alumbre a una coalición del PSOE y Podemos. Lo demás, es negociable para su fuerza, que sólo la tiene a ella como diputada. "Le vi con ilusión, con ganas, con las ideas muy claras, con la idea de país muy clara", dijo a los periodistas. También con la sensación de que, si no lo consigue, se someterá igualmente a la investidura y serán los demás grupos políticos los que deberán explicar por qué no le apoyan. Luego llegó Pedro Quevedo, el diputado de Nueva Canarias, que se presentó en coalición con el PSOE.
Alberto Garzón retomó el guante de Sánchez, que pide hablar de "programa, programa, programa" (como Julio Anguita) y no de sillones. Garzón también se negó a hablar "de siglas" y dejó abierta la puerta a que el pacto incluya a Ciudadanos. "No nos importará tanto quien pueda abstenerse", avanzó en su nombre y en el de Sol Sánchez, la otra parlamentaria de Izquierda Unida-Unidad Popular. Él es "optimista", dijo. "No nos crea otra. La alternativa es un Gobierno del PP", se resignó.
A su lado, Cayo Lara, coordinador de IU y diputado en la anterior legislatura, pronosticó que "va a haber votaciones de infarto", como "un partido de baloncesto" en el que "en el último segundo" marca uno y cambia resultado. Y aprovechó para mandar un recadito a Podemos y el Far West. "En esta partida de poker, quien ponga chinas en la rueda" va a "perder credibilidad". En otras palabras, Lara cree, como buena parte del PSOE, que a Podemos se le pueden caer las cartas por agotamiento. En ese momento, podría demostrarse que iban de farol, según muchos socialistas.
Compromís, Oscar a la mejor puesta en escena
Compromís, con cuatro diputados, se llevó el Oscar a la mejor puesta en escena. En el centro, Mónica Oltra con una copia de su propio acuerdo de Gobierno. Rodeándola, los cuatro parlamentarios. "Hay quien está reivindicando el pacto a la portuguesa. Reivindicamos el pacto a la valenciana", dijo Oltra, vicepresidenta y portavoz de la Generalitat Valenciana. Se refiere al conocido como Pacto del Botánico, acordado entre el PSOE, Compromís y Podemos y que catapultó al gobierno regional a los dos primeros partidos, mientras que los de Pablo Iglesias suministraron apoyo parlamentario.
Oltra también se desmarcó de Iglesias al asegurar que para ella no debe haber un pleno de investidura en 15 días, como sostiene Podemos y el PP. "Entre hacerlo con prisas y hacerlo bien, elegiría hacerlo bien". Tampoco expresó ningún veto a Ciudadanos, recordando que en la Comunidad Valenciana votan muchas veces lo mismo.
El Congreso es un hervidero de chismes y rumores, pero en el PSOE reina el entusiasmo. "Ayer España respiró aliviada", les había dicho Sánchez a sus parlamentarios, al mediodía. Lo cierto es que muchos diputados agradecieron que las negociaciones empezaran.
Primero Ciudadanos, después Podemos
Según no pocas voces en el PSOE, el acuerdo debe buscarse antes con Ciudadanos con Podemos. "Pablo Iglesias tiene una personalidad que lo atropella a él mismo", en palabras de un destacado diputado socialista. Según esta fuente, es inevitable que el próximo Gobierno sea "de coalición" y que ofrezca al tercer partido "un pacto que no pueda rechazar".
Uno de los interlocutores de Sánchez durante este miércoles aseguró en conversación con EL ESPAÑOL que duda que Sánchez intente una coalición con Podemos. "¡Sería una tortura china!", aseguraba. La composición del equipo de negociador socialista contribuye a alimentar esas tesis. Se trata de personas con experiencia, de perfil muy moderado y con dos viejos lobos de la fontanería del PSOE: Rodolfo Ares y José Enrique Serrano. "Conocen las tripas del Estado, el proceso legislativo y las entrañas del poder", aseguraba este diputado. Y eso se lo pondrá difícil a Podemos. "Iglesias está cabreado porque Sánchez dice que va a llegar hasta el final", señalaba. Si el socialista es capaz de llegar al pleno de investidura con un acuerdo con Ciudadanos y medidas que no puedan rechazar los votantes de Iglesias, "¿cómo explicará el líder de Podemos votar no, como el PP?", se preguntaba.
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