El ayuntamiento de Manuela Carmena es una mina de trending topics. Antes incluso de empezar su mandato, el concejal Guillermo Zapata, el hombre que precisamente estaba destinado a dirigir el área de Cultura, se tuvo que bajar del equipo de gobierno por una serie de viejos tuits en los que la línea entre el humor negro y el delito estaba tan difusa que le acabó costando el cargo.

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Es un caso parecido al de los títeres. Sólo que esta vez el error fue todavía más grave, porque la obra La bruja y don Cristóbal. A cada cerdo le llega su San Martín, claramente dirigida a un público adulto, se programó para niños al comienzo del carnaval. La detención de los dos artistas de la compañía Títeres desde abajo, en prisión provisional por enaltecimiento del terrorismo, abrió un intenso debate sobre los límites de la libertad de expresión, el humor negro y las razones que pudieron llevar al ayuntamiento a contratar a esta compañía para un espectáculo infantil.

¿Lo sabían? ¿Vieron antes la obra? ¿Quién dio el visto bueno? Los vídeos de sus obras en la web hablaban por sí solos. 

Y como en España, somos muy de mezclar churras con merinas, que son ovejas, pero distintas. En seguida llegaron los comentarios, que mezclaban la reciente polémica con las calles franquistas. También del gobierno Carmena.

Otros se lo tomaban con humor. La policía buscaba a los títeres.

Y también se creó una etiqueta para pedir la dimisión de la concejal de Cultura, Celia Meyer. 

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