En 2011, cuando el caso Noos estalló públicamente, Juan Carlos I se quejó del “lío” en el que los había metido “este tío”, en referencia a su único yerno, Iñaki Urdangarin. Este viernes, el lío ha provocado un “gran desconcierto” en Zarzuela, donde no se esperaban el giro dado por la infanta Cristina para unirse a última hora a Urdangarin y a Diego Torres en su estrategia de defensa.

Hasta este viernes, ninguno de los ex empleados de la Casa del Rey directa o indirectamente relacionados con el caso Nóos se había preocupado de coordinarse. Menos aún con el matrimonio Urdangarin-Borbón, con el que no hay relación. Este viernes, ante el cariz que han tomado los acontecimientos, se han iniciado los contactos de cara a desmontar “la falacia” de que la Casa del Rey veló siempre por la corrección de las actividades del matrimonio.

“Es un argumento mentiroso que incluso si fuera cierto no les exime de responsabilidad alguna”, explican fuentes solventes en referencia a esa estrategia compartida por la infanta Cristina este jueves ante el tribunal de Palma de Mallorca, donde llegó a afirmar: “Todo lo que hacíamos estaba controlado”. En el entorno de los aludidos de la Casa se utilizan las palabras “decepción”, “pena”, “alarma” o “indignación” para describir los sentimientos de unas personas- antiguos empleados de Zarzuela todos- que han observado “con estupor” cómo Cristina de Borbón los arrojaba “a los pies de los caballos”.

Doña Cristina ha señalado directamente a tres hombres (Carlos García Revenga; José Manuel Fontao y Federico Rubio) como controladores de sus actividades por “su situación” [su condición de miembro de la Casa Real, para la que hacía unos 100 actos al años]. Hay otros dos ex empleados (Alberto Aza y Fernando Almansa) a los que no ha aludido directamente pero que han sido llamados a declarar como testigos.

SEPARACION DE BIENES

Aza (jefe de la Casa entre 2002 y 2011) será este viernes 11 el primer representante de la Casa que intente desmontar un escudo a todas luces “falso”: “La infanta y su marido dicen que pedían permiso para todo, y eso no es verdad. La Casa del Rey es mucha Casa para dejarle todo el peso sobre los hombros a Carlos García Revenga”. El testimonio de Aza es relevante porque él fue, como jefe de la Casa, el que supervisó y autorizó los viajes del abogado Romero a Barcelona para sacar a Urdangarin de Noos.

Rafael Spottorno, Alberto Aza y Fernando Almansa, en junio del 2014 en Madrid. Getty Images



El caso de Revenga (secretario de las infantas entre 1993 y 2015) es distinto. Ha sido despedido de Zarzuela y mantiene un litigio laboral con la Casa del Rey. Se considera solo en todo este caso y solo acudirá a declarar el próximo 20 de abril. El escudero fiel que ayudó siempre a las infantas apenas se hablaba con Aza, con el que tenía mala relación. “Sugerir que una especie de confidente y amigo, que es lo que era García Revenga, tenía la autoritas suficiente como para erigirse en valedor de toda una Casa del Rey es sencillamente ridículo”, explican fuentes conocedoras del funcionamiento de La Zarzuela.

El jueves la infanta declaró que no tenía ninguna directriz de la Casa del Rey. Según las fuentes consultadas, doña Cristina sabía que, al igual que su hermana doña Elena, debía mantener el régimen de separación de bienes con su marido. Doña Elena respetó al dedillo esa regla no escrita pero aplicada. En el otoño de 2004, el abogado del rey, Romero, acudió a Barcelona alarmado por la compra del palacete y supo entonces que Urdangarin y la infanta lo habían comprado a medias y que habían constituido Aizoon. Habían inclumplido, a sabiendas, la directriz de la Casa.

Carlos García-Revenga. Getty Images

Lo hicieron, según fuentes solventes, “porque Urdangarin tenía un estatus especial con su suegro, el rey: era su ojito derecho”. Pero una cosa era ser el preferido del jefe del Estado y otra cometer un delito: “Eso a mediados de la década no se sospechaba en Zarzuela”.

SITUACION DESAGRADABLE

Las fuentes consultadas consideran que es “particularmente desagradable” la situación en la que la infanta ha dejado a Federico Rubio, ya que el funcionario de Hacienda no irá a declarar como testigo: “No tiene cómo explicar lo injusto de ese señalamiento”. Según fuentes solventes, Rubio se limitaba a “rellenar las casillas” de algunas declaraciones fiscales en Zarzuela, y no a tomar decisiones importantes como si era correcto que la infanta se convritiera en socia de Aizoon, la mercantil canalizadora de los ingresos de Urdangarin en Noos.

Fernando Almansa (jefe de la Casa entre 1993 y 2002) irá a declarar pero su testimonio tiene menos valor que los de Aza, Revenga o Fontao. A Almansa le presentaron el Instituto Noos en el otoño de 2002, poco antes de dejar La Zarzuela. Le pareció un “proyecto con objetivos nobles, una fundación sin ánimo de lucro, adecuado para un miembro de la Familia Real”, según fuentes solventes. Nadie le pidió una opinión por escrito y mucho menos una autorización, pero Almansa dio el visto bueno de manera oral.

El anterior jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa. Diego Gómez Efe

Nueve años más tarde, en la navidad de 2011, ese proyecto noble había metido a la Casa del Rey en ese lío al que aludió Juan Carlos I. Almansa acudió a Denver (Colorado, EEUU) comandado por Juan Carlos I para pedirle a la infanta un “gesto” que liberara a la institución del peso de la sospecha. Doña Cristina no lo hizo entonces, ni a lo largo de 2012, 2013 o 2014. Tampoco en junio de 2015 cuando su hermano, Felipe VI, le arrebató el título de duquesa de Palma.

¿Por qué iba a hacerlo este jueves 3 de marzo de 2016? De nuevo ha optado por su vida junto a su marido y no ha dudado en empozoñar con la sombra de la duda a la Casa del Rey. Ahora, tras la abdicación de Juan Carlos I, Zarzuela ya no es la que coexistió con el Instituto Noos. Pero la Corona es aún una institución delicada que lucha por mantener la dignidad y la honorabilidad ante unos españoles cada vez más exigentes.

“De nuevo, la infanta no ha estado a la altura”, concluyen en los aledaños de Zarzuela. “Ha sido una auténtica decepción. Claro que tiene que defenderse de alguna manera. En el fondo, da pena”.

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