El 19 de septiembre de 2007 Albert Rivera recibía en su domicilio en La Garriga (Barcelona) una carta amenazante que le señalaba como “principal enemigo” de Cataluña y se le invitaba a abandonar la región en un plazo de dos meses porque “su política fascista, anticatalana y sin sentido común” eran un obstáculo para construir una “Cataluña con un espíritu fuerte y libre”. Pasado ese tiempo, el aviso subrayaba que sería “expulsado por la fuerza”.
Junto al mensaje, firmado por 'Els Segadors', se encontró una foto del líder de Ciudadanos en la que se le había clavado una bala sin percutir en la frente y se había pintado una herida con témpera roja para simular un reguero de sangre.
De este suceso hace ya más de nueve años. Entonces Rivera era diputado en el Parlament de Cataluña, donde su partido sumaba otras dos actas y apenas era conocido en el resto de España. No era el primer recado intimidatorio que le hacían llegar, ni tampoco sería el último. Pero aquel quedó grabado en la memoria no sólo del presidente de Ciudadanos, sino también en la de un joven de 17 años, Pablo Yáñez. Ahora tiene 26 años y es el benjamín del grupo de C's en el Congreso. Fue elegido diputado de la formación naranja por la provincia de Salamanca tras las elecciones del 20 de diciembre.
Un día que no olvidará
Aquel 19 de septiembre de 2007, Albert Rivera se encontraba lejos de Cataluña. Había viajado hasta Valladolid para visitar la pequeña agrupación que por entonces se afianzaba poco a poco en esta ciudad de Castilla y León. Entre los que le escuchaban con interés se hallaba Pablo Yáñez, que por fin conocía en persona al político barcelonés que había empezado a admirar cuando un día, viendo la televisión antes de comer, se topó con Rivera en la pantalla. Su mensaje antinacionalista le conquistó definitivamente.
Pablo no había cumplido los 18 años. Era tan joven que ni siquiera podía afiliarse al partido y tuvo que esperarse dos meses para poder militar. En 2007, el partido no tenía mucho recorrido en Valladolid, y desde allí lo que se hacía era prestar ayuda a los compañeros que defendían la unidad de España. Funcionaba más bien como una plataforma civil. “Hacía una cuota de ONG. Es decir, yo les doy 10 euros para que le saquen los colores a los nacionalistas en el Parlamento de Cataluña”, cuenta Yáñez, que recuerda que en las primeras reuniones no eran más de 25 personas.
Su preocupación por criticar los excesos del nacionalismo le llevaron a promover la Asociación Nacional por la Libertad Lingüística, una organización creada a finales de 2009 cuyo objetivo era el de denunciar las imposiciones de las lenguas autonómicas en España. “Algunos no entienden que la lengua es para comunicarse y no un arma para conquistar votos”, declaraba en una entrevista al diario ABC en octubre de 2010. En su intento por derribar los muros que se alzan con las palabras, la asociación presidida por Yáñez peleó para que la Fiscalía indagase si José Montilla prevaricó imponiendo el catalán en la universidad o pidió que el ayuntamiento de Silla, en Valencia, gobernado entonces por el PSOE, tradujera su web al castellano, entre otras causas.
De militante a candidato precoz
A pesar de su corta edad, experiencia en política no le falta. El salto llegó muy pronto para Yáñez. No llevaba ni un año como militante de base y, tras tomar el timón de la agrupación, en las elecciones de marzo de 2008 ya encabezó la candidatura al Senado por Valladolid. Con 18 años, fue el más joven en liderar una lista en las generales de aquel año, donde Ciudadanos se presentó en todas las circunscripciones, sin éxito electoral: Yáñez atrapó casi 1.000 votos.
“Mi familia alucinaba, aunque personalmente es muy grato que aquello que parecía una aventura en 2008 luego haya funcionado”, cuenta al hablar de sus padres, con quien Pablo no solía conversar sobre política durante las comidas. En su caso, es más bien una inquietud personal: “Mis padres trabajan en el sector sanitario y mi hermana estudió Medicina. Pero yo no iba por ahí: soy de los que se marea con la sangre”.
En junio de 2009, cuando C's se presentó a las europeas de la mano de Libertas, Yáñez formó parte de la negociación y comité de la campaña. Rivera consideró aquella coalición con este partido xenófobo un “error grave” del que ya han aprendido.
Yáñez volvió a probar suerte en las autonómicas de las Cortes de Castilla y León en 2015, cuando las encuestas vaticinaban el tsunami naranja y el viento soplaba a favor. En esta ocasión ocupó el puesto número tres por Valladolid, pero los votos no fueron suficientes y no fue elegido parlamentario regional. Sin embargo, el partido confió en él y lo nombró asesor técnico del grupo provincial de C's en la diputación, un cargo por el que percibía un sueldo de más de 40.000 euros al año. Varios medios locales criticaron que Yáñez desempeñara esta tarea mientras pedía la supresión de esta institución y al mismo tiempo la calificaba como “una rémora, un chiringuito usado para repartir prebendas”. Él se defiende señalando que “a día de hoy hay unas reglas de juego y C's juega con esas reglas intentando representar a los ciudadanos allí donde nos han votado”.
El pequeño del grupo
En las generales de diciembre, a la tercera, fue la vencida: de nuevo, posición de salida, pero en las listas de Salamanca, donde los de Rivera lograron un escaño y casi el 17% de los sufragios en la provincia, por delante de Podemos, que no logró representación.
Para Pablo, ser el menor de su grupo puede tener un valor añadido, que, en cualquier caso, “se cura con la edad”. “Aquí hay gente de 60 años que está haciendo política por primera vez con la misma ilusión y vitalidad que yo”, se justifica. “Todo es nuevo”.
Y a pesar del bloqueo institucional -ya han pasado más de dos meses desde el 20 de diciembre-, “la cosa no ha estado parada; ha sido más intensa de lo que parece”. En este momento, a Yáñez se le va acumulando el trabajo: es portavoz adjunto de la Comisión de Asuntos Exteriores, secretario primero de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo, portavoz adjunto de la Comisión de Cultura y vocal de la Comisión de Reglamento.
No ha acabado la carrera
Lo que más llama la atención del currículum de Pablo es que no ha terminado la carrera. Él le quita importancia. “Puede haber a quien le choque, pero también hay a quien le choca que haya representantes políticos que nunca han trabajado en una empresa privada. O nunca han tenido que hacer una declaración de IVA”, se defiende, y añade: “La gente no nos va a juzgar por dónde venimos sino por lo que hacemos”.
Empezó a cursar Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid. Allí, en Somosaguas, le dio clase de Geografía Política una persona con la que ahora coincide en el Congreso: Pablo Iglesias. “Ya se veía el germen que luego ha cristalizado en el movimiento de Podemos”.
También fue su profesor Juan Carlos Monedero, que le puso una de las mejores notas de la carrera en la asignatura Teoría e Historia del Poder. “Las clases con Monedero eran intensas, me gustaban, y yo además era de los que debatía, sin coincidir ideológicamente con él”, recuerda el joven diputado, por entonces una rara avis por ser un afiliado de C's de Valladolid.
Creó una compañía de comunicación de la que prefiere no dar detalles. En su blog personal hay más datos: se trataba de una empresa destinada a la consultoría política y a la dirección de campañas electorales de bajo coste. Esa labor provocó que dejara de lado los estudios, aunque quiere terminarlos y ampliar conocimientos en otros campos. Dejó Somosaguas y se matriculó en la UNED para organizar mejor su tiempo. También se implicó con las tareas de comunicación de Ciudadanos en su región, un trabajo que se intensificó sobre todo en 2015. Tocaba hacer de todo: desde elaborar mensajes políticos y hasta reservar una sala para convocar a la prensa.
Poco tiempo libre
Fiel votante de Ciudadanos -nunca ha votado a otro partido-, en su blog Yáñez muestra satisfecho sus colaboraciones en medios. En su web personal recopila sus intervenciones en tertulias de radio y televisión (esRadio, 13TV, Intereconomía, ETB…), así como sus columnas de opinión en La Gaceta o Diario de Navarra. Como Albert Rivera, a quien conoció gracias a la pequeña pantalla, Yáñez también entendió la trascendencia de los medios para trasladar su mensaje.
En su poco tiempo libre, aprovecha para estar con su familia -“es de donde más he quitado en estos meses”- o escaparse algún fin de semana con su pareja. Eso sí, siempre conectado al móvil. “Intentas desconectar el viernes pero realmente no lo haces”.
“Un gesto que te dignifica, Albert”
En 2009, la justicia castigó con una pena de un año y dos meses de prisión a los autores de la amenaza que Rivera sufrió en 2007, cuando Yáñez conoció a su ídolo. Los procesados debían indemnizar con 2.500 al líder de C's por los daños morales causados, dinero que el dirigente catalán decidió destinar a las víctimas del terrorismo.
Este gesto lo agradeció el propio Yáñez en el periódico La Voz Libre. "Gracias, Albert, porque a quienes te hemos escuchado en alguna ocasión y hemos creído en la fuerza de tu mensaje, en la necesidad de luchar por la libertad y los derechos individuales, tu acto nos reafirma en nuestra posición. El jueves, dos años y medio después, reconocí en las imágenes de la donación a la misma persona que había conocido en Valladolid. El mismo mensaje, la misma ilusión y la misma determinación para devolver a la sociedad la libertad que unos pocos nos están quitando a todos. Y eso es mucho decir cuando estamos hablando de un político”, escribía el joven diputado sobre Rivera. Hoy es su compañero y lo ve casi a diario, pero no por ello le ha dejado de admirar.