Rita Barberá ha convertido al PP en un polvorín. Su rueda de prensa para defenderse de las acusaciones que la colocan en el centro de una trama de financiación ilegal del PP provocó una auténtica rebelión interna y una cascada de mensajes contradictorios. A última hora de la tarde, el PP anunció un “expediente disciplinario, perdón: informativo”, según explicó, equivocándose en dos ocasiones, Fernando Martínez Maíllo, uno de los vicesecretarios generales del partido. El proceso, efectivamente de carácter informativo, incluye a todos los afiliados del PP recogidos en el sumario “de más de 1.000 páginas”. Maíllo aseguró haberlas leído el día anterior hasta altas horas de la madrugada.
A veces se describe al PP como una roca, como un partido de filas prietas donde nada se mueve, en el que la incertidumbre que alimenta Rajoy paraliza la crítica interna. Las costuras saltaron por los aires este martes. Por un caso de corrupción. Por uno de los suyos. El desenlace es un expediente informativo no sólo a Barberá sino a decenas de personas con el que el PP pretende despegarse, una vez más, de la percepción de partido en connivencia con la corrupción.
Maroto, el detonante
Por la mañana, Mariano Rajoy aseguró estar “tranquilo” por la comparecencia de Barberá en la que la senadora que avanzó que declarará ante el juez para aclarar su implicación, tal y como le ha pedido el magistrado de la causa. Sin embargo, uno de sus hombres de confianza, Javier Maroto, otro vicesecretario general, rompió la férrea disciplina y dio un golpe en la mesa. "No me han gustado nada", dijo Maroto sobre las explicaciones de la exalcaldesa de Valencia. "Me parecen insuficientes y creo además que no han solucionado nada. No puedo ser más claro". En términos parecidos se expresó Pablo Casado, otro de los vicesecretarios generales y que suena en las quinielas de la sucesión de Rajoy.
Los críticos no pertenecen a las nuevas generaciones del PP sino a una generación joven de dirigentes con poder orgánico, respetada y llamada a detentar la responsabilidad de renovar el partido. “No he venido al PP para tener que defender a Rita Barberá”, aseguraba otro de los dirigentes críticos. “Lo que tiene que hacer es irse a su casa, que para algo va a tener una pensión más que digna con los 67 años que tiene”, dice.
Barberá ha abierto una brecha a la calma chicha de un PP que, teóricamente, respalda sin fisuras a su líder. Los críticos no son políticamente unos antisistema dentro del PP. Ni siquiera se enmarcan en la Fundación Faes y el entorno de José María Aznar. Son algunas de las personas de su confianza a las que él mismo ha encumbrado y que no entienden por qué Rajoy permite un desgaste tan profundo y “grotesco” del partido.
El expediente de última hora
Por la tarde, en el Congreso, Maíllo hizo una improvisada declaración a la prensa en los pasillos del Congreso. El esquema de su breve comparecencia era el de la buena y la mala noticia. La buena: el PP considera “muy positivo” que Barberá haya dado explicaciones y se ponga a disposición del juez. La mala: le abre expediente informativo, a ella y a todos los concejales que no se sienten concernidos por las acusaciones, pero también a otras personas del partido que, sin estar imputadas, figuran en el sumario.
Lejos de la tranquilidad de Rajoy, Maíllo advirtió de que el expediente “puede acabar de muchas maneras” y que se va a tramitar “con toda la rapidez del mundo”, sugiriendo que en un breve período de tiempo podrían llegar las sanciones. El PP, de repente, tiene prisa por sofocar un incendio que está desgastando la imagen del partido.
Maíllo, vicesecretario como Maroto y Casado, no entró a valorar si le parecieron satisfactorias o no las explicaciones de Barberá. Tratándose de una destacada dirigente del partido, eso es ya una respuesta en la práctica.
Más dirigentes del PP hablaron este martes. Algunas declaraciones hay que leerlas entre líneas, por ejemplo cuando Alberto Fabra, expresident de la Generalitat valenciana, dijo sobre Barberá que “debe asumir lo que es, esa es la responsabilidad que tiene". Según él, los casos de corrupción “no son nada agradables para el partido y desde luego están minando la confianza de los ciudadanos hacia nosotros".
Barberá mina las expectativas electorales del PP
“En mi partido hay algunos que creen que volver a las elecciones nos vendrá bien. Cuando miro a Valencia o a Madrid, me pregunto, ¿cómo es posible?”, según un diputado del PP próximo a Rajoy.
En el PP ha cundido el pánico por el avance de Ciudadanos en las encuestas. Casos como el de Rita Barberá son un regalo para la estrategia del partido naranja. Sirven al mismo tiempo de antídoto contra los que critican que un partido que siempre ha estado próximo al PP pacte con el PSOE. En el equipo de Rajoy, algunos dirigentes son partidarios de una línea dura con Rivera y otros apuestan por huír de la guerra fraticida. Pero todos están de acuerdo en que, con Ciudadanos al alza, casos como el de Barberá pueden ser letales.
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