Podemos sigue con su hoja de ruta en las negociaciones con el PSOE. Ofrece un “gobierno a la valenciana” que se construiría gracias a una coalición de los partidos de izquierdas. Pablo Iglesias sería el vicepresidente de ese hipotético ejecutivo presidido por Pedro Sánchez. Hasta ahí la propuesta de máximos, pero en el partido de los círculos saben bien que existen pocas posibilidades de que el acuerdo se produzca.
Para que haya un presidente del Gobierno investido antes del próximo 2 de mayo, la principal posibilidad sigue siendo, hoy como hace semanas, que Podemos se abstenga para que el PSOE gobierne junto a Ciudadanos. Iglesias y los suyos copiaron el modelo de la CUP en Cataluña: dos veces “no” en la primera investidura para después barajar con más tiempo la posibilidad de una abstención.
Los últimos episodios
Desde la óptica de Podemos la posible repetición de elecciones parece, por momentos, el horizonte más probable. Y, de hecho, sectores del partido como la corriente de Anticapitalistas ya reclaman públicamente a sus dirigentes que fuercen la vuelta a las urnas en unos comicios que deberían celebrarse el 26 de junio. Hasta ahora, parecía que Podemos no cedería bajo ningún concepto ante las pretensiones del PSOE. Sin embargo, los últimos episodios que han sacudido al partido morado dificultan esa solidez en sus posiciones. Al menos cinco motivos apuntan a que Podemos no quiere que haya otras elecciones generales.
1. La crisis interna. En las últimas semanas Podemos ha vivido los mayores problemas intestinos de su corta historia. La pelea entre las diferentes familias (pablistas, errejonistas y anticapitalistas) ha ofrecido una imagen de división que no favorece al partido morado, según reconocen fuentes del mismo. El fulminado Sergio Pascual, mano derecha de Íñigo Errejón, ejercía el control sobre los diferentes territorios.
Echenique como número tres
Ahora, con el más que probable nombramiento de Pablo Echenique como número tres, el partido morado se halla inmerso en “problemas organizativos” en varias comunidades autónomas (Madrid, Galicia, Cataluña) que dificultan sobremanera la organización y puesta en marcha de una campaña electoral en el corto plazo.
2. El partido de Ada Colau. Los problemas internos de Podemos en Cataluña (Gemma Ubasart dimitió como secretaria general el pasado octubre) se suman la incertidumbre de panorama político catalán. La duda estriba en desentrañar cuáles son los planes exactos de Ada Colau, que ya ha dicho que quiere convertir Barcelona en Comú en un partido propio. ¿Formaría parte Podemos de ese partido o quedaría fuera del mismo? ¿Querrá Colau seguir volando políticamente junto a Pablo Iglesias o preferirá desligarse? Con unas elecciones generales en junio, En Comú y Podemos quizás tendrían que volver a negociar su alianza.
3. Las tiranteces con las confluencias. Si la reedición de la alianza en Cataluña puede generar problemas a Podemos, otro tanto puede ocurrir en Galicia y, sobre todo, en Valencia. Una de las grandes claves del éxito electoral del partido morado el 20-D fue su política de alianzas territoriales. Los resultados de las confluencias con las Mareas gallegas y con Compromís fueron incluso mejores de lo esperado. Sin embargo, después llegaron algunos problemas entre los socios.
Los grupos propios
Uno de ellos fue que En Comú, Compromís y En Marea no consiguieron, tal y como habían acordado con Podemos, grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados. De hecho, este asunto supuso la ruptura en dos de la candidatura Compromís-Podemos, ya que los diputados del partido valenciano pasaron al grupo mixto y sus compañeros de lista fueron al grupo de Podemos. No parece sencillo, en suma, volver a alumbrar las confluencias.
4. IU aún no quiere una coalición. En los últimos comicios la candidatura de Izquierda Unida/Unidad Popular obtuvo más de 900.000 votos pero solo dos escaños en el Congreso. Los números hablan por sí solos. Si la candidatura que encabeza Alberto Garzón se hubiera unido a Podemos, la suma de ambos habría logrado más votos y casi los mismos escaños que el PSOE. Por tanto, parecía probable que a medio plazo se produjera esa alianza entre ambos partidos de izquierda para destronar a la formación de Pedro Sánchez. Sin embargo, ahora esa coalición parece más que improbable ante unas hipotéticas elecciones. En Izquierda Unida andan enfrascados en una batalla interna por definir su futuro; y, por ello, no parece que todavía haya llegado el momento para pensar en una alianza que supondría renunciar a sus siglas.
"Votan lo mismo que el PP"
5. Las encuestas y la responsabilidad. En Podemos siempre tienen un ojo puesto en las encuestas. Y los últimos sondeos electorales no son halagüeños para la formación que dirige Pablo Iglesias. Ninguna encuesta apunta a un crecimiento electoral del partido morado. La mayoría señala un retroceso en las urnas. En este sentido, resulta vital qué partido aparezca ante los ciudadanos como responsable de la hipotética repetición de las elecciones. Desde el PSOE y sus medios afines presionan a Podemos con el argumento de que “votan lo mismo que el PP” en las sesiones de investidura. En el seno del partido morado hay quienes temen que si ellos aparecen como culpables de la nueva cita con las urnas, los electores les retiren su confianza.
¿Resistirán Iglesias y sus compañeros de filas esa presión y el resto de motivos mentados u optarán, en cambio, por perder esta batalla y dejar gobernar a Sánchez para después, con el paso del tiempo, intentar vencer la guerra al PSOE gracias a un trabajo sólido e inmisericorde desde la oposición? Esa es la gran incógnita. Y de la misma dependen casi todas las posibilidades de que por fin haya un gobierno y no otras elecciones.