Si la salud del independentismo se tuviera que medir con la situación de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), se podría decir que el proceso soberanista no pasa por su mejor momento. La entidad fundada en 2012 para representar al independentismo más allá de los partidos políticos celebra este mes su Asamblea General inmersa en aguas turbulentas. En su interior se libra una batalla interna para controlar la entidad, sus afiliaciones se han estancado y sus ingresos han mermado durante el último año.
A pesar de que la organización representa a la sociedad civil independentista de manera “transversal”, los partidos políticos son conscientes del poder que tiene esta entidad con más de 40.000 socios. La ANC ha sido la responsable de las exitosas manifestaciones que ha habido durante las Diadas de los últimos años, sigue manteniendo cierta capacidad de movilización y su opinión es una voz autorizada dentro del independentismo.
La lucha por el control
Desde que se creó la entidad, CDC, ERC y la CUP intentan influir en la ANC situando a personas afines en su secretariado nacional, formado por 75 miembros. El intento de mezclar todas las sensibilidades del soberanismo para conseguir unidad, sin embargo, ha acabado dibujando una organización compartimentada cuyas aguas bajan revueltas cada año cuando hay que renovar su dirección.
Las guerras internas siempre han existido, explican fuentes de la ANC, lo que es inédito es que se aireen a través de las redes sociales. El exvicepresidente de la entidad, Jaume Marfany, y la actual responsable de internacional, Liz Castro, mantuvieron hace pocas semanas un enfrentamiento en Twitter que evidenció una batalla para controlar la organización.
“La batalla por controlar políticamente la ANC ha empezado desde hace semanas”, tuiteó Marfany, refiriéndose al intento de un sector de la entidad para situar a Antonio Baños, exlíder de la CUP, al frente de la organización. “Empezó hace más de un año”, le contestó Castro, que vió como el secretariado nacional prefirió conceder la presidencia a Jordi Sánchez a pesar de que Castro fue la que obtuvo más votos entre los socios. “Me pediste que no me presentara a presidenta, a pesar de ser la más votada, para preservar la unidad”, insistió Castro. “Me llamaste y me presionaste”. El cruce de reproches finalizó cuando el periodista Eduard Voltas les preguntó si lo socios de la ANC merecían que se destriparan en público.
“Este ruido se produce cada año cuando se acercan las elecciones”, reconoce por teléfono Jordi Sánchez. “Forma parte del paisaje de la asamblea”, añade. “El éxito de nuestras convocatorias tapaba estas luchas internas”, explica una miembro del Secretariado Nacional. “Y también es cierto que el liderazgo de Forcadell no es el mismo que el de Sánchez”, añade.
La figura de Jordi Sánchez
El actual presidente, Jordi Sánchez, tiene una parte de la entidad en contra desde que llegó al puesto el pasado mayo. No son pocos los que le acusan de ser un cargo demasiado cercano a los postulados de CDC y consideran que la ANC debería tener un papel más neutral.
A pesar de que cuando fue elegido se le consideró una persona cercana al sector más soberanista de ICV, su defensa entre bambalinas de la investidura de Mas y su presión para que ERC y CDC se presentaran juntos le grangeó la enemistad de los miembros más cercanos a ERC y a la CUP. Los convergentes, sin embargo, también se quejaron de que la ANC ha organizado durante los últimos meses actos sobre el “proceso constituyente” a los que no ha invitado a nadie de CDC.
Sánchez rechaza su cercanía con CDC y explica que los partidos independentistas siempre ven a la ANC más cerca de cualquier formación política que no sea la propia. “Me sigo considerando una persona con unos valores sociales sensiblemente distintos a los de CDC”, explica en conversación telefónica. “Es público que no he estado en ningún partido y si he estado cerca de alguno no era precisamente CDC”.
En la entidad tampoco olvidan que Sànchez fue elegido por el secretariado nacional, después de ser el cuarto candidato en votos. El presidente explica que los estatutos determinan que debe ser el secretariado nacional quien lo elige y aboga por renovar este método de elección para que sean los socios los que lo decidan directamente.
La renovación en la entidad
Paralelamente a la lucha partidista, un amplio sector de la ANC pretende aprovechar la Asamblea General de la semana que viene para modificar sus estatutos y “democratizar” la entidad. También quieren que los mandatos sean bianuales y no anuales, algo que dotaría a la entidad de mayor estabilidad.
Este sector pretende modificar el sistema de elección de cargos para que no pueda volver a pasar lo que sucedió con Sánchez. Las asambleas territoriales, además, quieren tener más incidencia en el Secretariado Nacional. El actual presidente también defiende estos cambios para que las “tentaciones partidistas” queden reducidas.
Más allá de los nuevos estatutos, la ANC deberá fijar su hoja de ruta y concretar si apuesta por reclamar un referéndum o bien da por cerrada esta etapa. Después de esta Asamblea General, que se celebrará el 17 de abril, habrá elecciones a la presidencia y al Secretariado Nacional en mayo. Sànchez no quiere confirmar ni desmentir si se va a volver a presentar y pospone su decisión hasta que esté definida la nueva hoja de ruta que saldrá del encuentro de la semana que viene.
Austeridad en las cuentas
El Mundo publicó la semana pasada que la entidad cerró el ejercicio de 2015 con un déficit de 132.000 euros debido a unos pagos a Hacienda que tuvo que hacer la entidad. Sánchez niega que la ANC tenga problemas de tesorería, pero reconoce que la organización prevé un descenso de ingresos este año. La ANC prevé ingresar este año 1,8 millones, mientras que en 2015 fueron 5,2 millones gracias a los numerosos donativos y a distintas campañas de merchandising para sus movilizaciones.
Lo cierto es que el el ritmo de afiliaciones de la entidad se ha estancado. Desde su creación la la ANC registraba una media de unos 12.000 nuevos socios cada año, mientras que en 2015 sólo captó 1.933 nuevos afiliados.
En la entidad hay quien incluso pone en cuestión su capacidad de movilización, ya sea por culpa de la propia ANC o porque los independentistas llevan ya más de tres años saliendo a la calle. La última convocatoria de la entidad, para pedir a los partidos que pactaran una investidura, reunió sólo a unas 3.000 personas el pasado noviembre en Barcelona.
“Todo el mundo sabe que la ANC está más activa a partir de la primavera”, responde su presidente, que no quiere desvelar cuáles serán sus próximas convocatorias. “No creo que hayamos tocado techo”.
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