Condenada y aclamada el mismo día. La mañana del pasado 18 de marzo, el juez culpó a Rita Maestre (Madrid, 1988) de un delito de “ofensa a los sentimientos religiosos”. Por la noche, la portavoz del Ayuntamiento de Madrid anunció que no dimitiría. Lo hizo acompañada por Manuela Carmena y casi todos los concejales del Consistorio, que la ovacionaron al terminar.
Son las diez de la mañana. Rita viste jersey rojo, pantalón oscuro, deportivas y sonrisa urgente. Sobre la mesa, cuatro rotuladores fosforitos. Pose informal, con las piernas a veces recogidas en el asiento. “Antes me levantaba a las siete y me ponía a estudiar. Ahora me levanto a la misma hora, pero es para ir a reuniones”. Su desnudo en el altar de la capilla de la Universidad Complutense la ha condenado a una multa de más de 4.000 euros y a una portada casi diaria. Mintió ante el juez –tenía derecho a hacerlo– y considera que no haber dicho la verdad no le resta credibilidad ante los madrileños.
Uno de los sillones del despacho está lleno de globos. Fue su cumpleaños hace un par de días. En uno de los montones de folios que descansa sobre la mesa, hay un retrato de Manuela Carmena pintado por un niño. La alcaldesa ha defendido a su portavoz a capa y espada. “Rita tiene todo nuestro apoyo”.
En esta conversación, la portavoz se reafirma. Considera “muy legítimo” el desnudo en la capilla de Somosaguas en 2011 y cree que quedan opciones para formar un Gobierno a nivel nacional en el que esté Podemos, partido del que forma parte. “Tenemos una hora”, sonríe. A las once, reunión de contenidos.
En más de una ocasión ha dicho estar orgullosa de su pasado activista. ¿De qué en concreto?
Estoy muy orgullosa de haber participado en la fundación y el desarrollo de un movimiento importante para el 15-M: Juventud Sin Futuro. Fue algo innovador, puesto en marcha por un grupo pequeño de jovenzuelos; un granito de arena necesario para cambiar las cosas en nuestro país.
En un acto en La Morada de Podemos dijo que todavía no se han acostumbrado del todo a estar dentro de las instituciones. En la práctica, ¿esto en qué se traduce?
Es una cuestión de cambiar el chip, un proceso que empezó ya el primer día. Aunque no es bueno cambiarlo del todo para no manejar la institución igual que se hacía antes. Debemos introducir lógicas distintas, entre otras la experiencia de haber trabajado políticamente desde fuera de las instituciones.
¿Qué es lo que más le ha costado?
Tiene que ver con la impaciencia. Las cosas aquí van despacio. Los procedimientos normativos y administrativos tienen sus cauces. El Ayuntamiento, en general, es un organismo lento y oxidado. Cuando tienes prisa, eso desespera.
Si no ostentara un cargo público, ¿volvería a participar en una protesta como la de la capilla de la Universidad Complutense de 2011? –Aquel día, un grupo de activistas entre los que se encontraba la actual portavoz del Ayuntamiento de Madrid se desnudaron para reivindicarse contra las expresiones “homófobas” de la Iglesia–.
Es una pregunta un poco absurda. Evidentemente, cuando uno ha vivido en su propia piel las consecuencias de una determinada actuación, no se la vuelve a plantear como si nada hubiera sucedido. Por supuesto, sigo defendiendo, y lo haré siempre, la legitimidad de las protestas pacíficas. También sigo diciendo que es absurdo que haya una capilla católica en los terrenos de una universidad pública. La desobediencia civil y la protesta han cambiado la Historia y han hecho avanzar al mundo.
Entonces, ¿le parecería bien que hubiera una protesta similar en la capilla de una universidad pública?
Por supuesto. Sin duda.
Es absurdo que haya una capilla católica en una universidad pública
El recurso que ha presentado contra la sentencia que le condena por la ofensa de sentimientos religiosos dice: “Quedarse en sujetador en un altar no puede ser nunca delito en una sociedad libre”. ¿Y si alguien que se sintió ofendido le dijera: “La libertad de uno termina donde empieza la del otro”?.
En este caso no estamos hablando de libertad religiosa. No lo hizo la acusación ni tampoco la Fiscalía. Es un derecho humano y reconocido por la Constitución, pero no es el caso. Todos tenemos derecho a ofendernos. Cabe la posibilidad de que tú hagas un chiste que a mí me ofenda. Que mi derecho a expresarme libremente pueda o deba terminar cuando el otro se siente atacado debería ser una cuestión política y no jurídica. En una sociedad libre, estas cosas no deberían dirimirse en los tribunales. Tenemos un Código Penal un poco antiguo.
No hablaba de libertad religiosa como delito, sino de libertad a secas. ¿No entiende que un católico pudo haber sentido vulnerada su libertad?
Es muy importante ser rigurosos con las palabras. Si llevamos esa reflexión a cualquier otro ámbito, cada vez que alguien haga algo que me resulte ofensivo, ¿se estaría dañando mi libertad? En todo caso, se estaría vulnerando mi sentimiento, como así se ha dicho en mi juicio, pero repito: eso no debería estar recogido por el Código Penal. Si cada vez que alguien hace algo que pueda considerarse ofensivo entra en juego la libertad, nadie podría decir nada.
¿Le parecería bien entonces que una persona que quisiera reivindicarse contra su Gobierno se desnudara en el pleno del Ayuntamiento?
Me parecería muy legítimo. En cualquier caso, el repertorio de la acción colectiva debe ir relacionado con su contenido. Por ejemplo, nosotros reivindicamos que la Iglesia, por boca de algunos de sus jerarcas, había expresado opiniones machistas y homófobas. En ese caso, tenía sentido el símbolo de quitarse la camiseta.
Si llevamos la libertad a este límite y entendemos, en este caso, el desnudo como algo siempre legítimo, ¿se vería dañada la convivencia entre los ciudadanos?
¿A qué te refieres?
Usted ha vivido en su propia carne el odio que generó su protesta. ¿Le preocupan estas situaciones como portavoz del Ayuntamiento?
Un matiz importante. No todos los católicos se han sentido ofendidos, sino algunos. Es curioso que el ataque hacia mí ha venido más de los medios de comunicación que de mis adversarios políticos. Hablé con el arzobispo de Madrid y aceptó mis explicaciones. Protestas políticas han existido siempre. Las diferencias son razonables y positivas.
EL ESPAÑOL publicó un artículo que revelaba algunas mentiras que dijo cuando declaró como imputada ante el juez el 23 de septiembre de 2011. Aseguró que participó de forma pasiva e improvisada, cuando luego se demostró lo contrario. Usted tenía derecho a no decir la verdad, pero ¿cree que estas mentiras podrían restarle credibilidad como portavoz del Ayuntamiento?
Para ser portavoz, ¿uno no puede haberse quedado con dos euros más de las vueltas del pan cuando tenía doce años?
Está comparando una acción de infancia con un hecho judicial.
Es un derecho reconocido ejercer la defensa en la Instrucción como a uno le parezca conveniente. Además, aquello sucedió hace cinco años, cinco años antes de que entrara al Ayuntamiento.
¿Cree que esa mentira le resta credibilidad en su cargo?
No, en absoluto. La ciudadanía es lo suficientemente sabia como para distinguir un hecho sucedido mucho antes de que fuera portavoz; algo que ocurrió cuando era una estudiante a la que ni siquiera se le pasaba por la cabeza que un día entraría en el Ayuntamiento.
Fundamentalmente, la actuación de Cifuentes como delegada era pegar a gente
En rueda de prensa dijo que el acoso sufrido por su concejal de Seguridad, Javier Barbero, fue distinto a lo que le ocurrió a Cristina Cifuentes.
Hay diferencias sustanciales de contexto. El clima de la protesta por la indignación social que había en España cuando sucedió lo de Cifuentes no se da ahora. No lo pongo como excusa, sino como explicación. En aquel momento, nadie que quisiera hablar con Cifuentes podía hacerlo. No existían cauces de diálogo. Fundamentalmente, su actuación como delegada del Gobierno era pegar a gente, era la jefa de los que apaleaban a quienes se manifestaban en Sol. Barbero, en cambio, ha mantenido ocho reuniones con los sindicatos policiales, entre ellos el que organizó aquella protesta. Le patearon y le llamaron “rojo de mierda”. No se trata de que unas cosas sean mejores que otras, sino de que son distintas.
Pero, en definitiva, lo sufrido por unos y otros es similar. A Cifuentes le escupieron y le gritaron en la oreja.
Imagino que fue muy desagradable para ambos, por supuesto.
¿Lo condena igualmente?
Lo de condenar es un tic de la política, una palabra que…
Reprobar. Llamémoslo de otra forma si quiere.
Tuvo que ser muy duro en ambos casos. Ojalá hubiesen existido otros cauces de diálogo. Me pongo en su piel y lo siento. También en la de Cifuentes, claro.
¿Qué es Ahora Madrid?
Una candidatura ciudadana compuesta por distintos actores políticos y sociales.
¿Cómo se materializan en el día a día las diferencias que separan a los distintos grupos que integran esta candidatura?
Se genera un debate mucho más enriquecedor que el que se da cuando todos están de acuerdo y nadie se atreve a expresar la diferencia. Discutimos mucho y eso hace mejor el intercambio de opiniones.
¿A qué corriente está más próxima Manuela Carmena?
Esa pregunta no es operativa si tenemos en cuenta cómo está concebido Ahora Madrid. Cuando decimos que somos algo nuevo, va en serio. Nuestras diferencias no se corresponden con las equivalentes en los partidos que sí que tienen verdaderas cuotas o familias. No hay una corriente más próxima a Manuela y otra que trate de quitarle el sitio. Las dinámicas palaciegas propias de los partidos tradicionales aquí no existen. La alcaldesa no se relaciona con sujetos políticos, sino con personas.
No descartamos que el PSOE entre en nuestro gobierno
Pero, ¿a qué partido se acerca más su pensamiento político?
A ninguno más que otro. No sabría decirlo. Hablamos poco de política general. Nos centramos en asuntos concretos.
¿Entrará el PSOE en el gobierno de Ahora Madrid?
Siempre es una posibilidad.
¿Le gustaría?
Como dijo Manuela hace unos días, estamos muy bien ahora, no vayamos a estropearlo. Aunque no es una opción que se pueda descartar.
¿Qué cree que ocurrirá en La Moncloa?
¡Esa es la peor pregunta de todas! –exclama entre risas–. No sé lo que va a pasar. Sé lo que quiero que pase.
Que Podemos esté en el Gobierno.
Eso sería muy bueno.
¿Todavía quedan opciones para ello?
Ojalá el PSOE entienda que esa es la mejor opción.
¿Cuáles son los principales problemas de los madrileños?
Muy buena pregunta. Creo que siguen siendo el paro y las condiciones de vida; dos ámbitos de actuación en los que nuestra competencia es indirecta. Eso no significa que no nos preocupe. La desigualdad en la ciudad, entre el norte y el sur y también dentro de los distritos, es otro de los asuntos más importantes. Por eso, hemos creado un fondo de reequilibrio territorial. Otra carencia es la hostilidad de nuestra ciudad, la forma en la que está construida. A Madrid le faltan niños, plazas, árboles y bancos en los que sentarse.
¿Una solución práctica para el problema de la 'okupación'?
El problema no es sólo la 'okupación' en sí, sino los graves problemas de convivencia que genera. La solución fundamental pasa por ampliar el parque de viviendas públicas. Pero construir casas es un proceso lento. Nos hemos encontrado la Empresa Municipal de la Vivienda en quiebra y sin apenas patrimonio.
Memoria Histórica. ¿Qué calles cree que deberían desaparecer?
Hay un comisionado que va a estar dirigido por Paca Sauquillo que diseñará el protocolo a seguir. En cualquier caso, deben retirarse todas aquellas que exalten el golpe militar a la dictadura franquista. Por poner un ejemplo, la calle Caídos de la División Azul sería impensable en Alemania.
Se generó mucho revuelo cuando se filtró un listado de calles que decían que ustedes querían quitar y que luego resultó ser falso. En él estaban recogidos nombres como Salvador Dalí o Santiago Bernabéu.
Aquello era falso. Nadie en su sano juicio quitaría una calle a Salvador Dalí. En las calles de Madrid no puede haber exaltaciones de la guerra ni de un régimen fascista. Debemos ponernos al día de lo que sucede en Europa.
Estamos aprendiendo a tener la cabeza fría en los temas delicados
Han pasado casi nueve meses desde que entraron en el Gobierno. Si mira atrás, ¿cuáles considera sus principales logros?
La sensación de frescor. Qué bien que el gobierno de Madrid ya no sea arcaico. Qué bien que haya habido una renovación de la confianza y de la alegría. Para mí es un orgullo que el Ayuntamiento tenga como preocupación fundamental mejorar la vida de quienes peor lo pasan, y eso no era así antes. También se está dando un cambio en la Administración que tiene que ver con utilizar los recursos de forma austera y con que los cargos públicos sean normales. Nosotros seguimos haciendo la misma vida, en los mismos barrios. Antes no se gestionaba con rigor el dinero de todos. Espero que cuando nos vayamos, este cambio haya sido lo suficientemente fuerte como para obligar a trabajar con austeridad y rigor al que llegue.
¿Y en lo práctico?
Esta pregunta me hace sentirme como una vendedora de coches –se ríe–. Hemos mejorado el acceso a los servicios y los hemos aumentado. Las piscinas públicas son más baratas y abren más horas. Lo mismo ocurre con los polideportivos. Se ha incrementado un 25% la ayuda a domicilio a las personas dependientes. Destinamos más recursos a resolver las necesidades sociales.
En cambio, ¿cuáles han sido sus principales tropiezos?
Nuestros errores han estado relacionados con una cierta urgencia, a veces ingenuidad, al poner en marcha medidas para cubrir necesidades perentorias. En ocasiones, hemos ido demasiado rápido. Si las decisiones delicadas, como las que tienen que ver con la Memoria Histórica, no se toman con calma, se cometen algunos errores. Estamos aprendiendo a tener la cabeza fría en esos temas.