La renuncia de José Manuel Soria del Ministerio de Industria por sus empresas en paraísos fiscales y el silencio con el que le despidieron algunos de sus compañeros han reactivado la tesis de que la guerra por la sucesión de Mariano Rajoy está más viva que nunca. En ese conflicto interno entre los más fieles marianistas y los que sueñan con que el presidente se vaya pronto, todos en el PP miran de reojo a la vicepresidenta del Gobierno en funciones, la “gran vencedora” de la salida fulminante del tablero político del ya ex ministro Soria.
La escenificación de la ruptura que existe en el seno del Gabinete del presidente se vivió el viernes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Sáenz de Santamaría protagonizó como de costumbre la rendición de cuentas ante la prensa de los asuntos aprobados por el Ejecutivo en funciones. Esta vez llegó flanqueada por dos de sus más fieles compañeros: el ministro de Hacienda y la de Empleo, Fátima Báñez. La vicepresidenta del Gobierno cedió a Cristóbal Montoro la respuesta a la pregunta más difícil: “No se puede estar en el Gobierno y haber operado en paraísos fiscales”.
Silencio en Zaragoza
Desde que el jueves al mediodía se supo que Soria tuvo una empresa familiar radicada en Jersey hasta que se pactó su renuncia, entrada la noche, el ministro en ningún momento habló con la vicepresidenta. La baja de todas sus funciones se la comunicó a Rajoy y a la secretaria general María Dolores de Cospedal, la responsable última de todos los cargos orgánicos en el PP. El presidente del Gobierno en funciones reapareció por primera vez desde que se sofocó el fuego de Soria el sábado en Zaragoza, pero no quiso hacer ni una sola mención al respecto. Rajoy tampoco irá al Parlamento a dar explicaciones sobre el caso, como pretende el PSOE. “Ya ha dimitido, ¿qué más quieren que hagamos?”, justifican en el seno del partido conservador.
Mientras Mariano Rajoy prepara en su despacho la visita del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, la vicepresidenta del Gobierno en funciones reapareció y se convirtió en la protagonista del acto que presidió este lunes en Madrid el gallego Alberto Núñez Feijóo en el diario El Mundo. Ante ellos, tres ministros: Báñez, Ana Pastor (Fomento) y Rafael Catalá (Justicia). Tampoco faltaron parte de la plana mayor del partido: cuatro de los cinco vicesecretarios Javier Arenas, Pablo Casado, Andrea Levy y Javier Maroto; el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.
Un testigo directo definió la estampa como “el aire fresco del PP. No había nadie, o muy poca gente de lo que encarna la vieja política. Feijóo, Cifuentes, Casado y Sáenz de Santamaría son el aire fresco que el partido necesita”. Mientras el debate de la sucesión se reabre, otro ministro íntimo de Rajoy, José Manuel García-Margallo, cerraba filas en torno a su presidente: “No hay una sucesión abierta y no la va a haber en un futuro inmediato”.
“Cuidado con quienes cuestionen quién es el líder”
En la misma línea se postulaba el único vicesecretario que no acudió a la cita de Feijóo, Martínez-Maillo, uno de los más firmes defensores del presidente. “Es el candidato porque así lo dicen los estatutos y porque es lo que quiere el PP. Nadie cuestiona su candidatura”. Y lanzó un mensaje en la misma semana que las aguas se han vuelto a revolver. “Cuidado con quienes pretendan cuestionar quién es el líder de los demás. Es erróneo y bastante antidemocrático”.
Aunque en teoría en el Partido Popular nadie puede mover ficha para forzar la salida de Rajoy y cambiar el cabeza de cartel para el 26-J, todo el mundo tiene en la cabeza los tres escenarios que hay encima de la mesa después de los próximos comicios. El primero, que Rajoy dé un paso atrás en las próximas semanas y no sea el candidato. A día de hoy es “imposible”, según cercanos y detractores.
El segundo, que el PP se presente con el mismo candidato y vuelva a ganar las elecciones por tercera vez consecutiva aunque sin la deseada mayoría absoluta. “Una vez que haya demostrado que vuelve a ganar las elecciones, puede dar un paso al lado voluntariamente para no ser un estorbo”, comentan fuentes del PP.
El tercer escenario es que en una negociación de investidura entre los conservadores y Ciudadanos, si entre los dos alcanzan o rozan la mayoría absoluta, la condición para que el PP retenga la Moncloa sea la cabeza del presidente. “En este caso puede haberse desgastado tanto que ya asuma que es imposible que él vuelva a gobernar, aunque pilotaría su sucesión y colocaría a su pupilo al frente del partido”.
El apoyo de Andalucía y País Vasco
Mientras Mariano Rajoy guarda silencio sobre este debate, en el seno del partido se incide en que Sáenz de Santamaría no tiene peso en el partido porque ella no dirige ningún feudo. Enemiga íntima de Cospedal, al frente del partido en Castilla-La Mancha, la vicepresidenta del Gobierno podría contar con el apoyo de Andalucía, que la dirige su amigo Juan Manuel Moreno, y la de País Vasco, con Alfonso Alonso al frente, para intentar hacerse con el control del partido.
A favor de la 'número dos' del partido es que cuenta con el respaldo del poder mediático y es la favorita en todas las encuestas internas. Nadie se olvida de que los carteles electorales para el 20-D se dividieron en dos fotografías: la de Mariano Rajoy y la de la propia Soraya.