Este jueves, con el viaje de Patxi López a Zarzuela, comienza la liturgia en torno a la tercera y última ronda de consultas reales antes de las previsibles elecciones del 26-J. En estos últimos cuatro meses, Felipe VI ha tomado una delicada decisión cada mes: en enero, aceptar el desistimiento de Mariano Rajoy; en febrero, nominar a Pedro Sánchez; en marzo dar más tiempo a los partidos para que negocien, y en abril convocar una ronda exprés de consultas para despedir a los políticos hasta el verano tras constatar el fracaso de las negociaciones.
Dada la frugalidad del artículo 99 de la Carta Magna, cada gesto de Felipe VI ha sido interpretado y comentado en un sentido o en otro. Tras el desistimiento de Rajoy, y como explicó en Onda Cero el propio presidente, el Gobierno apostó por unas nuevas elecciones sin pasar por una sesión de investidura. Hubiera bastado con que las Cortes “tomaran nota” de la ausencia de candidatos. Así, señalan fuentes populares, España se habría ahorrado hasta tres meses de “incertidumbre económica y de postureo político”.
De nuevo, y dada la ausencia de reglas claras en la Constitución, desde las filas populares se estima innecesaria una ronda de final de consultas. “Perder el tiempo confirmando lo que ya se sabe incrementa el sentir ciudadano de que todo es parte de ese postureo al que llevamos asistiendo desde diciembre: ruedas de prensa, anuncios que quedan en nada, fotografías, saludos. Nada”, señalan fuentes populares.
EL MARTES, 26 de abril
Una vez más, el Rey ha ignorado estos cantos de sirena y se ha adelantado a anunciar una ronda de consultas para subrayar el protagonismo de monarquía parlamentaria. Desde la Casa del Rey se insiste en que el monarca aplica “escrupulosamente” la Constitución manteniendo la “neutralidad” a la que está obligado. Según Zarzuela, la Carta Magna establece un papel para la Corona y otro para el Congreso de los Diputados en un proceso que está a punto de acabar con el decreto de disolución de las Cortes con la medianoche del 2 de mayo como fecha límite.
Como las consultas esta vez duran sólo dos días en vez de una semana entera, la incertidumbre puede acabarse el próximo martes 26 cuando el Rey constate que no existen mimbres políticos para proponer a un candidato a la presidencia del Gobierno.
Esta es, ahora sí, la fase final del tiempo muerto el que está instalado la política española desde la investidura fallida de Pedro Sánchez. Posibilidades de vuelta atrás, apenas dos: una llamada estéril de Rajoy a Sánchez para “demostrar que por él no ha quedado”, según fuentes del PP, o “un arrebato emocional” de última de la izquierda “para hacerse con los presupuestos, el BOE y echar a Rajoy” vía un pacto de última hora PSOE-Podemos.
El Rey se prepara para así actuar de notario de una escena política en la que sí ha habido movimientos desde 20D, pero no acuerdos. El PP y Podemos, inicialmente los más proclives a adelantar las elecciones, son ahora los dos partidos más expuestos.
En la última semana, la caída del ministro José Manuel Soria ha expuesto en toda su crudeza el enfrentamiento en el partido del Gobierno por la sucesión de Rajoy. “Primero fueron conversaciones de salón, después pasó a los digitales, ahora está en los periódicos de papel y de ahí a los platós de televisión”, explican fuentes conocedoras de la guerra entre sorayos (partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría) y el G8 (grupo en el que estaba Soria y del que forman parte, entre otros, José Manuel García-Margallo y Ana Pastor).
EL BOMBERO MARGALLO
“Rajoy no se esperaba lo de Soria, y eso le complica mucho el terreno”, explican fuentes del PP que subrayan la importancia de las bajas que se están produciendo, por primera vez, entre las bases del partido: “Es un problema a nivel territorial. Por primera vez hay más recibos devueltos que altas en el partido”.
Conscientes del daño que una guerra pública puede hacer a sus expectativas electorales, el PP ha recurrido al viejo bombero del partido: el ministro de Asuntos Exteriores, que a su llegada a Bruselas ha vuelto a insistir en lo malo que sería para el partido y “para España” entrar ahora a debatir la sucesión de Rajoy. Margallo ha exhibido sus cartas credenciales como diputado constituyente y ha alertado contra el “efecto UCD” o la descomposición del partido de centro de Adolfo Suárez, que sucumbió a las luchas intestinas a partir de 1979.
Similar división, aunque sin olor a corrupción, se ha dejado sentir en las filas de Podemos. También una dosis parecida de decepción entre sus votantes, aunque por distintos motivos. “Esa situación interna de Podemos y la debilidad de Pedro Sánchez es lo que podría motivar ese pacto de la izquierda de ultimísima hora”, señalan las fuentes consultadas.
“Las instituciones no están bloqueadas”, concluyen desde Zarzuela, donde restan importancia a que, una vez más, España esté a punto de asistir a un nuevo hecho político inédito: unas nuevas elecciones seis meses después de las últimas. Tras la disolución de las Cortes, durante mayo y junio, Felipe VI podrá recuperar la visibilidad perdida durante estos meses de interinidad política que obligaron a Zarzuela a cancelar cuatro viajes oficiales al extranjero.