Mantener un solo debate y hacerlo a 13 días de las elecciones es una rareza. No sucede ni en Estados Unidos ni en Francia ni en Reino Unido ni en Portugal. No sucede casi nunca en España.
En las generales españolas sólo hay un caso: el de 2011, cuando hubo un único debate entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba también 13 días antes de los comicios. Lo habitual, sin embargo, cuando se celebran estos encuentros en España, es que haya más de un debate y que sea más cerca del día de la votación.
Así en 1993 se celebraron dos y el segundo fue una semana antes de la votación; en 2008, también hubo dos y el segundo fue seis días antes. En las últimas elecciones, se celebró un debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera el 27 de noviembre, otro a cuatro, pero sin Rajoy, el 7 de diciembre, y otro entre Pedro Sánchez y Rajoy el día 14, es decir otra vez seis días antes de las elecciones.
POCO PARA DECIDIR
Ahora un tercio de los votantes aún no han decidido su voto, según los datos de la última encuesta preelectoral de CIS. En estas elecciones, la mayoría de los indecisos son de Ciudadanos y del PSOE.
Los que no lo tienen claro pueden ser decisivos. Según las actuales encuestas, ningún bloque sumará los 176 escaños necesarios para tener mayoría. En este contexto, quedan pocos elementos para decidir.
Los políticos emergentes son los que más ganas tienen de debatir. Así, el partido más entusiasta a la hora de aceptar invitaciones a debates es Podemos.
“Sólo uno tan al principio de la campaña sabiendo cómo pueden modificarse las cosas es insuficiente”, explica Jorge Moruno, jefe de discurso de Podemos. “Cuantos más debates haya, mejor. Y cuanto más incisivos sean mejor. Para que el candidato no se pueda salir con una respuesta vaga. Es más sano para la democracia”.
El candidato socialista, Pedro Sánchez, también aseguró este martes que le gustaría debatir más. “Creo que tendría que haber muchos más debates y echo de menos que no haya un debate entre el señor Rajoy y yo mismo”, dijo unas horas después de la única cita prevista.
El más reacio a aceptar más debates ha sido el Partido Popular. Andrea Levy, vicesecretaria de estudios y programas del PP, explica que tal vez otros candidatos no tengan que visitar tantas provincias ni tengan tantas demandas de entrevistas como Rajoy. Cree que un debate más tampoco supone gran diferencia para los votantes.
"La campaña se hace en muchas cosas. Los candidatos se van explicando en cada parada y en cada entrevista", dice Levy. Además, el formato del lunes pasado aporta poco: "Está bastante estudiado y es bastante rígido".
El formato encorsetado promovido por la Academia de la Televisión y pactado por los partidos políticos sólo consiste en bloques y preguntas genéricas, no dirigidas a los candidatos, a diferencia de lo que se hace en Francia, en Reino Unido y por supuesto en Estados Unidos.
A Jorge Moruno, de Podemos, le gustó más el formato sin atriles de diciembre. “Quitar el atril fue un acierto, deja más desnudo al candidato, así parece todo más cercano… Es más difícil, sólo tienes unos papeles en la mesita. Así se demuestra quién tiene más capacidades para enfrentarse a las preguntas y quién va a soltar un argumentario ensayado”.
Pablo Iglesias, según una encuesta de Metroscopia, ganó el debate del lunes. A su partido le gustaría que hubiera más. “Cuantos más mejor. En cualquier formato, más formales o menos”, dice Moruno. Algo muy parecido a lo que sostiene Ciudadanos.
Podemos, el PSOE y Ciudadanos son partidarios de regular los debates para que ningún candidato pueda negarse a acudir o para que siempre haya un número mínimo de citas por elección, pero han elaborado poco su propuesta. El que más ha detallado sus planes es el PSOE.
MÁS OCASIONES
La influencia de los debates en el voto suele ser escasa. Pero los debates tienen valores más allá del día de las elecciones. "Sirven para la moral del equipo y para el candidato. Además pueden ayudar a ganar credibilidad ante la opinión pública", explica un portavoz de Ciudadanos. También el partido querría más debates, pero esto es algo habitual para los emergentes. "Los grandes tienen más que perder".
En cualquier caso, lo habitual en democracia es que los votantes tengan ocasión de ver a sus candidatos en acción más de una vez y más cerca de las elecciones.
Así, en la campaña de los últimos comicios parlamentarios en Reino Unido, el 7 de mayo de 2015, hubo cuatro debates: el cuarto fue el 30 de abril e incluía preguntas de la audiencia.
Antes de las últimas elecciones legislativas de Portugal, el 4 de octubre del año pasado, hubo ocho debates entre líderes, entre ellos dos cara a cara. El último fue el 17 de septiembre, lejos de la fecha electoral, pero para entonces los votantes habían tenido ocasión de ver a los líderes debatiendo en distintas combinaciones.
En Estados Unidos, el lugar donde la tradición y las reglas están más afianzadas, se celebran tres debates entre los candidatos a presidente y uno entre los aspirantes a vicepresidente.
Este año, el último entre Donald Trump y Hillary Clinton será el 19 de octubre en Las Vegas. Las elecciones se celebran el 8 de noviembre. Para entonces, los votantes tienen un conocimiento de la capacidad de los políticos ante preguntas difíciles como no sucede en ninguna otra democracia. En este ciclo presidencial, en las primarias republicanas ya ha habido 12 debates entre los candidatos; en las demócratas, nueve.
En los países donde se celebran pocos debates al menos se hacen en momentos decisivos. Así, en las últimas elecciones presidenciales francesas, François Hollande sólo aceptó un debate contra Nicolas Sarkozy, pero se celebró cuatro días antes de la decisiva segunda vuelta.
Cuanto más lejos están los debates de la cita electoral, menos posibilidades hay de que ayuden a decidir. Así fue en 2011. El 70% de quienes vieron el debate dijeron que no les influyó en absoluto. Sólo el 3% aseguraron que estaban indecisos y que el debate les sirvió.