En tan sólo unos días los maestros se despedirán de sus alumnos hasta el próximo curso. Un “hasta septiembre” que irá acompañado con el boletín de notas que quita durante las jornadas previas el sueño a muchos padres, el listado de libros que utilizarán en la siguiente etapa y otro con los deberes “recomendados” para las 10 semanas que duran las vacaciones de verano.

El último de estos puntos levanta desde hace años el malestar en muchas hogares, por lo que este curso las asociaciones de padres y madres de alumnos aglutinadas en la CEAPA se han levantado en armas y han declarado la batalla a los deberes: “El verano es para descansar, para desconectar y no para estar realizando cuadernillos para entregarlos en septiembre. Genera estrés a los más pequeños y generan desigualdades”.

¿Se deberían eliminar los deberes durante la temporada estival o los niños deberían hacer estas actividades fuera del horario lectivo para no desconectar por completo durante tantas semanas?

“Se puede educar de otra manera, se debe educar de otra manera”. Con esa frase la CEAPA ha iniciado la campaña contra los deberes. En su opinión, la realización de estas actividades curriculares fuera del horario lectivo por parte del alumnado acaba no siendo voluntaria: “Si no los realizas -tanto durante el curso como durante las vacaciones- los docentes lo tienen en cuenta ya sea a través de criterios de evaluación, o incluso con medidas sancionadoras”.

Tienen, dicen, acreditados casos en los que cuando el alumno no hace los deberes se ve cuestionado y señalado, y por lo tanto, “sometido a presión institucional totalmente innecesaria e inadecuada presentando en algunos casos síntomas como insomnio, pesadillas o ansiedad”. Y van más allá: “En definitiva, síntomas similares a los que presenta el alumnado que sufre acoso escolar”.

Exigen que las actividades realizadas fuera del horario lectivo en ningún caso puede repercutir de forma negativa en el proceso educativo.  Y lo hacen porque a su entender, “ningún centro escolar puede establecer la obligación de que las familias asuman la responsabilidad de que sus hijos realice aquellas tareas que debieron realizarse dentro del horario lectivo”.

LOS DEBERES EN VERANO: JUGAR Y LEER

Eva Bailén, madre de tres niños y creadora de una petición en change.org que pide “la racionalización de los deberes” en el sistema español, explica a EL ESPAÑOL que durante el verano los niños lo que deben de hacer es “leer y jugar. Estos son los únicos deberes”. “Deben descansar y desconectar”, explica Bailén en la misma línea que Jesús Salido, presidente de CEAPA, quien considera que “al igual que un ejecutivo no aparece por la oficina durante sus días libres”, un alumno debería estar “libre” durante los meses de julio y agosto”.

Para Bailén, obligar a los niños que no lo deseen a hacer cuadernillos de verano es una forma de llevarlo al “extremo”, hacer que aborrezca el colegio y asocie el aprendizaje “con el aburrimiento, con algo tedioso, que no resulta atractivo”. “Eso es una pena, luego nos quejamos de la alta tasa de abandono escolar que tenemos”, añade.

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Esta madre pone en práctica desde hace años durante las vacaciones que llegarán en breve lo que denomina “aprendizajes contextualizados en la vida cotidiana”. Y pone ejemplos a este periódico. A la hora de planificar las vacaciones, padres e hijos ponen en práctica sus conocimientos en geografía -con Google Earth, especifica- a través de la elección del destino. Luego repasan matemáticas sumando trayectos de unas ciudades a otras o calculando los gastos en gasolina. “Imaginación al poder”, afirma.

En cuanto a la eliminación de los deberes durante el curso, como también propone la CEAPA, Bailén apuesta por que estos se conviertan en “voluntarios” y que sirvan, en todo caso, para aquellos alumnos que tengan necesidades de refuerzo o para los que desean subir la nota. “Los deberes nunca deben ser evaluables”. Y es que en la actualidad un gran porcentaje de docentes estructuran la evaluación de su asignatura de forma que el examen final tenga en torno a un 60% del total de la nota, un 20% corresponda a las tareas en casa y el otro 20% al comportamiento en clase.

Estas pruebas no son “observables, medibles y evaluables”, requisitos que según la Ley para la mejora de la calidad educativa (Lomce) deben cumplir, “puesto que ocurren fuera de la vista del profesorado, siendo nula toda aquella afectación del expediente académico del alumnado en base a dicho criterio de calificación que contradice la normativa nacional”, analizan desde la Confederación de padres y madres.

¿SE OLVIDA LO APRENDIDO?

-Pero, ¿en 10 semanas no se puede olvidar lo aprendido durante el curso?

-Entiendo ese miedo que existe a que se olviden, pero lo que se olvida es porque no tiene ningún sentido, porque son aprendizajes descontextualizados que no tienen ninguna aplicación en la vida cotidiana.

“La supresión de los deberes de forma genérica no corresponde”, afirma Nicolás Fernández, presidente de ANPE, el sindicato mayoritario de docentes de España. En su opinión, los deberes forma parte de la pedagogía de cada centro y dependen de la libertad de cátedra de cada maestro: “Media hora de deberes al día no supone una carga excesiva. Es una buena forma de fomentar el hábito y la responsabilidad para enfrentarse a los cursos posteriores”.

“El verano es para descansar, pero no es incompatible con recomendar lecturas adecuadas al nivel de cada alumno. No es una cuestión que traumatice a nadie el realizar un cuadernillo de verano”, explica a este periódico Fernández, quien tilda de “excesivamente artificial” la polémica generada por la campaña que llevará a cabo ANPE.

A su juicio, hay mucha hipocresía y demagogia en las “generalidades” presentadas y demasiada “incongruencia” porque a la vez que se rechaza de forma tajante los deberes, se abusa por parte de muchas familias de las actividades extraescolares. “Están toda la tarde en música, natación, guitarra, etc… a las 21:00 horas es normal que el niño esté cansado para ponerse a hacer los deberes”.

Por ello, pide a la comunidad educativa centrar los esfuerzos para cambiar el sistema educativo en otros aspectos: “Los deberes no es un verdadero problema”, apostilla.

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