Llevan representando durante los 40 años de la historia de la Selectividad un porcentaje ínfimo. No más del 10% de los estudiantes de segundo de Bachillerato que se han presentado durante las últimas cuatro décadas a la Prueba de Acceso a la Universidad han suspendido. Es complicado hacerlo, ya que hasta con un 4 los alumnos pueden cursar el próximo curso algún título universitario, pero hay quien no lo logra.
En Madrid, por ejemplo, este año han suspendido 1.808 chavales preuniversitarios, lo que ha supuesto el 6,4% de todos los presentados a la prueba. Jon Imanol, alumno del IES Galileo Galilei de Alcorcón, es uno de los que engrosan esas cifras: “El suspenso me ha pillado por sorpresa, pensaba que iba preparado”.
-Con el resultado que más contento estoy es con el de Inglés porque a mí se me da fatal y llevaba un 5 raspado de Bachillerato.
-¿Y cuánto has sacado?
-Un 4.
Este madrileño acudió a la que será la última Selectividad de la historia -el próximo año será sustituida por una revalida tal y como recoge la Lomce- con un 5,47 como media de los dos años de Bachillerato. Sólo eran necesarias 22 centésimas más para, al menos, lograr la nota de corte que el pasado año se estableció para el título al que quiere acceder: Derecho en la Universidad Complutense. “Lo veía posible”, confiesa a EL ESPAÑOL.
Pero todo se torció el pasado 7 de junio cuando acudió a hacer el primero de los exámenes de la PAU. Entró con un 6 de media y salió con un 2,5 en el examen. Al igual que en Historia de España, donde partía con otro 6 y tampoco llegó a superar la barrera del 5: 4,75.
“En Literatura llevaba diez de los 12 temas que podían entrar. Pues cayeron los dos que no me había estudiado”. Casualidades. “Eran los típicos que nadie se estudia”: el teatro desde 1939 hasta la actualidad y la Novela española desde 1975. Ni una sola línea pudo escribir, ya que, según explica, lo que llevaba bien preparado eran “las generaciones, la del 98 y la del 27”.
Tampoco dice entender su nota en Historia porque es “un estudiante bastante bueno según los profesores”. “Al menos eso me dicen”, afirma. “Yo imaginaba que sacaría en torno al 7 y no un 4,75. Soy bastante escueto, no me enrollo mucho, igual por eso he suspendido”.
Tampoco tuvo suerte en Historia del Arte, donde debía analizar una lámina con ‘El pensador’ de Rodin, pero se puso nervioso porque no recordaba el autor. “Sólo se me venía a la cabeza Rotén, Rotén”. El resultado, la nota más baja en su expediente: 2,25. En cuanto a la fase específica, sólo se presentó a Latín. “No pensaba aprobar”. Y se confirmó su intuición: 4.
Desde que el pasado viernes conoció estos resultados está dudando si presentarse a la convocatoria extraordinaria de septiembre o desistir. “Estudiar Selectividad en verano supone muchas horas”. De momento, asegura que intentará matricularse en un grado de formación profesional superior de iluminación, captación y tratamiento de imagen, en el que sólo es necesario el título de Bachillerato para poder acceder. “No quiero estar un año en el limbo por no poder estudiar lo que realmente me gusta, que es Derecho”.
Elecciones franquistas del 77
El youtuber Josepo será otro que volverá a pisar las aulas de la Universidad antes de convertirse en universitario de pleno derecho para examinarse en la convocatoria de septiembre. No le ha ido bien en la PAU, ha logrado aprobar pero con la nota obtenida no puede acceder a la titulación que desea, y prueba de ello son las quejas continuas que lleva publicando en redes sociales desde que se dieran a conocer los exámenes.
Confiesa a este diario que este año la Selectividad “ha sido súper difícil en comparación con otros años”. “Sólo hay que ver la poca gente que ha conseguido aprobar”, se queja. Los datos dicen lo contrario. Los tres años anteriores, en Madrid, comunidad en la que se ha examinado, no aprobaron el 6,91%, 6,3% y 7,7% de los alumnos. La tendencia se ha repetido este año.
Pese a estos resultados, el youtuber subió un vídeo en el periodo transcurrido entre la realización de los exámenes y la publicación de las notas en el que da consejos para hacer una buena Selectividad porque “todos los tutoriales” que había visto y leído anteriormente no le servían: “Decían que no estudiase el último día. Y una mierda, yo he estudiado el último día y no pasa nada. Tranquilidad máxima, eso es una bobada. El último día es el que más hay que estudiar, si no se te olvida todo”.
Confiesa cómo el día anterior del examen de Historia de España le dio por mirarse “el Carlismo”, aunque, “estaba convencido de que no iba a entrar porque ya fue preguntado el año anterior”. Pues no, materia de examen. Además, en la opción B del examen de Historia de España se presentaba como fuente histórica un gráfico con el resultado de las elecciones generales de 1977 para relacionarlo con la Transición. “Puse que era de Franco, me suspenden sólo por eso. Patético”, admite el joven a cámara.
En Historia del Arte tampoco supo reconocer las dos láminas presentadas para examinar, El Pensador de Rodin que llevó a error al otro estudiante y El Prendimiento de Jesús de Giotto. “¿Qué era eso? Puse que el autor era El Bosco y que se veía a (sic) el Jesús y el Judas liándose”, confiesa.
Además, confiesa sin pudor que no estudió Latín y la mañana previa al examen de esta materia que se celebró por la tarde, la pasó “borrando las chuletas del diccionario que había hecho durante todo el curso” o que “en el examen de inglés había palabras que no las sabía ni un inglés de verdad”.
La mitad de los vascos, suspensos en Matemáticas
El fin de ciclo de la Selectividad pasará a la historia por el polémico examen al que tuvieron que hacer frente los alumnos del País Vasco. Calificado, según han denunciado los propios estudiantes, como “excesivamente difícil”, sólo un 47,3% de los 2.963 alumnos que se presentaron a la evaluación de Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales lograron aprobarlo. Un 30% menos que el pasado año.
Pese a que el global de aprobados en la Universidad del País Vasco ha sido bueno (97,9%), la nota media de los aspirantes que realizaron el polémico examen no ha llegado ni al cinco. Mientras que el anterior curso ésta se situó en el 6,4, este año la calificación media se ha quedado en un 4,64.
Los resultados han provocado un gran revuelo entre la comunidad educativa vasca (alumnos, profesores y padres), que ha pedido, en vano hasta el momento, la retirada del examen o al menos la omisión para el cómputo de la nota final.
De hecho, han registrado una petición en change.org porque en “los últimos años no se había dado semejante nivel en una Selectividad de Matemáticas”: “La queja es general entre los alumnos ya que algunos la cogen como específica para subir nota, pero viendo lo visto, algunos no han tenido la opción”.
El limbo de los suspensos con la Lomce
La ley para la mejora de la calidad educativa no llega hasta el próximo curso a 2º de Bachillerato. La norma recoge una revalida final de curso que sustituirá a la Selectividad tal y como la conocemos. Pese a que el Consejo de Ministros todavía no ha dado luz verde al Real Decreto que regule la prueba y explique los pormenores de ésta, lo que ha levantado numerosas protestas es la situación en la que quedarán los alumnos que no aprueben.
Actualmente, el alumno, una vez aprueba Bachillerato obtiene el título y con este se puede matricular en la Prueba de Acceso a la Universidad. A partir de ahí, será la nota media la que determine sus posibilidades de acceso a una carrera u otra. En los próximos años no será así. Si el estudiante no aprueba la prueba de evaluación final ni siquiera obtendrá el título de Bachillerto, de ahí su carácter de revalida.
Pero, ¿qué pasará con los alumnos que no aprueben? La primera opción ante un suspenso en la convocatoria oficial es el famoso septiembre, donde podrán repetir el examen. Y en el caso de que vuelvan a no superar los exámenes, la única salida es esperar un año para volver a presentarse, ya que no tendrán el título de Bachillerato para acceder, al menos, a un ciclo de formación superior.
Es decir, son muchos los alumnos que pese a no aprobar la actual Prueba de Acceso a la Universidad optan, con su titulación bajo el brazo, por la formación profesional en vez de la Universidad. Algo que, con la actual ley Wert en la mano, será imposible si el Gobierno en funciones o el próximo Ejecutivo no ingenia un salvoconducto para los chavales que queden en el limbo.
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