El objetivo de Pere Nolasc Ramis es no volver a recaer. No repetir los hechos que le han mantenido desde 2014 en prisión preventiva y que le costaron tanto su libertad, como su carrera política. Suya era la imagen que encabezaba las listas de Esquerra Republicana de Catalunya en 2011 para el ayuntamiento de Castellbisbal (Barcelona). Y suya la pulsión que le llevaba a hacerse pasar por menor en la red para conseguir imágenes de niños y niñas en actitud sexual. Una actitud a la que se había vuelto adicto.
El sumario del caso, instruido por un juzgado de Rubí y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, refleja cómo los Mossos d'Esquadra tuvieron conocimiento de sus presuntas actividades al menos desde 2011. En esas fechas, Pere Ramis era el responsable de Organización del partido independentista a nivel local. Antes, trabajó en un centro lúdico para jóvenes de Bellvitge, donde los agentes investigaron si el ex político tuvo contactos sexuales con menores de edad. Ante el juez, Ramis ha mantenido siempre que sus pulsiones se limitaron desde joven a la contemplación. Nunca tocó a un niño ni fue más allá. Por ello, en términos psicológicos, este varón de 54 años es un pedófilo, no un pederasta.
En el momento de su detención (agosto de 2014), los agentes de la policía autonómica acusaron a Ramis de crear perfiles falsos en la red para captar a sus víctimas con engaños. En concreto, consideraron que el acusado manejaba una cuenta falsa a nombre de Roc Pons, personaje protagonista de un libro de literatura infantil catalana. En el registro de su vivienda, los agentes localizaron una importante cantidad de archivos informáticos, que sirvieron para identificar al menos a 25 posibles víctimas. En el transcurso de la investigación, Ramis reconoció que la obtención de estas imágenes se había convertido prácticamente en una obsesión para él. Le excitaba tanto conseguirlas como exhibirse ante sus víctimas. Algo que mantuvo oculto mientras explotaba su faceta pública y que ya ha verbalizado.
Tras su detención, el partido al que representaba le suspendió de militancia. Y le expulsó de forma definitiva dos días después, cuando el juez encargado del caso ordenó para él prisión preventiva sin fianza.
Talleres de emparía
Pesó en la decisión judicial la posibilidad de que Pere Ramis reincidiera. Por ello, el ex político -que nunca dio señales de comportamientos extraños ni necesitó consulta psiquiátrica alguna- comenzó en prisión varios talleres encaminados a tratar sus presuntas adicciones. Trabajos de orientación sexual. De empatía. Horas de trabajo con especialistas y terapeutas encaminadas a que su interés por los menores remita. El arranque no fue voluntario, pero los funcionarios que le trataron en su reclusión certificaron en él un discurso de arrepentimiento.
Este padre de dos hijos (a los que asegura que nunca ha puesto la mano encima) reconocía los hechos; durante al menos tres años, Ramis fue un depredador de la red en busca de presas. Algo que se tornó en compulsivo. Ahora, afrontaba su problema con los menores y la necesidad de que aquellas conductas no se volvieran a repetir.