El pasado domingo, tras la firma del acuerdo entre el PP y Ciudadanos, Podemos escenificó el rechazo a las 150 medidas. Primero, el vídeo de Íñigo Errejón; después, un tuit de Pablo Iglesias. Es de lo poco que se ha sabido del partido morado a lo largo de esta última semana. La formación de los círculos parece paralizada tras su fracaso en las elecciones de junio. El relato político de Unidos Podemos ya no marca tendencia. Y consiste, básicamente, en pedir un acuerdo con el PSOE que parece imposible.
Con pocas apariciones públicas y sin los golpes de efecto de la anterior legislatura, Podemos ha instalado su discurso en los meses estivales en la crítica al PP y a Ciudadanos. Y también en una nueva tentativa de tender la mano a Pedro Sánchez para articular una alternativa de izquierdas junto al líder del PSOE. Este verano Iglesias ha hablado poco, menos que nunca, pero sobre todo ha insistido en ofrecer un pacto al dirigente socialista. Un pacto, eso sí, que se atisba improbable. Así las cosas, es más que previsible que en esta investidura de Rajoy, el líder de Podemos se limite a reclamar ese complejo acuerdo de izquierdas.
De copar las tertulias al silencio
Tal vez todavía aturdidos por el mal resultado del 26-J, los dirigentes de Podemos prosiguen inmersos en una cierta parálisis. El relato que antes emanaba de las palabras de Iglesias parece ahora haber perdido el fragor de hace meses, cuando el líder de Podemos ocupaba día sí día también las cabeceras de los telediarios y de las portadas. Iglesias apenas concede entrevistas, no aparece con tanta frecuencia en televisión, tampoco en las radios. No marca agenda. El partido se limita, simplemente, a responder a los acontecimientos conforme estos se van sucediendo.
Este lunes, tras la firma del nuevo pacto de investidura entre Rajoy y Rivera, que presumiblemente será rechazado por la mayoría de la cámara esta semana, la secretaría general del partido se limitó a enviar un mensaje a través del cual manifestaban su descontento. Dando por hecho el fracaso de la investidura de Rajoy esta semana, los líderes de Podemos aseguran que a partir del día 2 comenzará “el tiempo del cambio”.
Sería la llamada alternativa de izquierdas, una especie de utopía a la que Pablo Iglesias aspira, con una coalición de múltiples fuerzas políticas lideradas por el PSOE y ellos mismos en la que no tendría Ciudadanos. Esa propuesta, que Iglesias aseguró haber comunicado a Sánchez mediante una llamada telefónica, resulta hoy en día inviable debido a la tesitura política en la que se encuentra Pedro Sánchez. Por un lado, Sánchez bloquea la investidura de Rajoy. Por otro, los barones de su partido bloquean a Sánchez y a Iglesias a posibilidad de una alianza para ascender juntos a los salones de la Moncloa.
De la "máquina electoral" a la indefinición
Antes de las elecciones del 26-J Podemos vivía en una balsa que descendía con rapidez y entusiasmo por el siempre rápido cauce electoral. Durante su corta existencia, el partido de Iglesias actuó como una "maquinaria de guerra electoral", como un instrumento de recaudación de votos. Podemos aglutinó el descontento, impuso un nuevo eje en el discurso político: los de arriba y los de abajo. Podemos, durante las elecciones, tenía un relato definido: su intención era asaltar los cielos del Congreso, romper el panorama político. Sin embargo, poco a poco Podemos va asumiendo que se hace mayor y de que ha llegado la hora de reinventarse. En el horizonte está la Asamblea Ciudadana en la que tendrán que redefinirse las líneas maestras del partido morado.
Iglesias definió muy bien hace un mes y medio la situación en la que Podemos entraba tras el frenazo del 26-J. De esa guerra continua y electoral, pasaban a una situación más estable, en la que Podemos debía todavía definir y repensar sus propios conceptos: una guerra de posiciones. Eran momentos para repensar muchas cosas, sobre todo para definir una nueva estrategia durante el intento de investidura de Rajoy. Y después llegó el silencio.
Dos meses sin apenas comparecencias en un verano de alta actividad política, con un gobierno todavía por formarse. Dos meses con escasas declaraciones, con apariciones esporádicas dentro de la cotidianidad de la vida parlamentaria. Dos meses mirándose al espejo, sin saber todavía qué relato político esgrimir en este tiempo nuevo.
El partido ha ido a remolque este verano. Iglesias ha tenido que apagar fuegos aquí y allá. Principalmente, en Galicia, donde el líder de la formación morada ha tenido que salir in extremis a evitar una ruptura con En Marea, algo que habría sido catastrófico para los intereses electorales de Podemos en Galicia. Las críticas fueron en aumento durante todo el verano, antes y después de que Iglesias cediese en el último minuto al ir con las mareas.
Nuevas elecciones: “¿Hostia de proporciones bíblicas?”
Algunos afirman que Podemos se ha hecho a un lado ahora que es el tiempo de Rajoy a la espera de que el líder popular falle en su intento de conformar un gobierno. Después, ya sería la hora de los pactos. El propio Iglesias volvió a atacar a Sánchez y a su partido hace unos días ante la inacción de un partido que se debate entre quienes apoyan la abstención para que gobierne Rajoy, el ir a unas nuevas elecciones y el intentar una alternativa con Podemos.
La posibilidad de unas terceras elecciones en menos de un año está sobre la mesa. Iglesias dijo hace dos meses que el futuro le producía “acojone”. Dijo también que, en cuatro años, podían ganar las elecciones o darse “una hostia de proporciones bíblicas”. Esa es la incertidumbre que rodea ahora mismo a Podemos, a sus principales líderes, y a sus adláteres. Todos guardan un precavido silencio. Diciembre está a la vuelta de la esquina.