Se subieron a la azotea del CIE de Aluche para exigir su libertad y salir de una "cárcel" cuyas reglas le impiden serlo. Los centros de internamiento nacieron a la luz de la ley orgánica sobre los derechos y libertades de los extranjeros en 1985. Aquel texto les colgó una etiqueta todavía vigente: "Instituciones no penitenciarias". Pero aquellos que han dormido en sus celdas y decenas de ONGs que velan por sus derechos los llaman prisión. La de Aluche, la más cruenta, se conoce como "el Guantánamo español".
Fueron casi cuarenta. Se apostaron en el tejado desde las nueve de la noche hasta las nueve de la mañana. Doce horas, una negociación con la Policía y un enfrentamiento político. Gritaban desde arriba, separados tras una valla y en una noche de frío; una isla en la oscuridad de Carabanchel, casi metáfora del calificativo que ponen a este CIE quienes "lo han sufrido".
El CIE de Aluche, objeto de fuga
En junio de 2015, las universidades de Comillas, Barcelona, Valladolid y Valencia confeccionaron un informe para la ONG Pueblos Unidos. Los parámetros empleados fueron consistentes y se tuvo principalmente en cuenta el material que pudo recabarse en las visitas a distintos centros de internamiento, entre ellos el de Aluche.
Cuando se abordan los emplazamientos por separado, "el Guantánamo español" es el primer calificativo que se pone al ubicado en Carabanchel, objeto de fuga la noche de este martes, pero también en agosto y mayo de 2015, en agosto de 2014, en abril de 2012 y en febrero de 2011.
Mario vivió allí 57 días. En su entrevista con este periódico habló de "hacinamiento, peleas en el comedor, camisas de fuerza" y una asistencia sanitaria lejos de la que exige la ley.
En los centros de internamiento de extranjeros se encuentran los inmigrantes sin papeles que esperan para ser expulsados del país y también aquellos que, tras haber cometido un delito, alcanzarán un mismo destino. Pero en Aluche todos comparten las mismas instalaciones. A tenor de la ley, la retención es cautelar y sólo podrá estirarse hasta los sesenta días.
"Celdas y férrea vigilancia"
En su introducción, el informe justifica el apodo por la "saturación" del centro. Se trata del CIE que centraliza la mayor parte de las expulsiones. A continuación, el texto prologa "las celdas cerradas, la férrea vigilancia y la continua violación de los derechos de los internos", una visión que Mario confirmó en primera persona.
El CIE de Aluche -de más de 10.000 metros cuadrados- se inauguró el 28 de junio de 2005 tras una inversión de 11 millones de euros. El informe de Pueblos Unidos apostilla: "El deterioro de las instalaciones hace pensar que se dedicó gran parte de estos recursos a las dependencias administrativas y policiales". En primera instancia, estuvo preparado para acoger 160 personas, un aforo que se ha ampliado hasta los 280.
Dividido en módulos
Uno de los rasgos que más asemeja el centro a una cárcel, detalla esta investigación, es su división en cinco módulos. Su interior, como en cualquier prisión, se estructura en torno a habitaciones en forma de celda separadas por un pasillo. Sus ventanas, 'adornadas' con planchas metálicas, apenas permiten mirar al exterior.
Los dormitorios, de entre 21 y 40 metros cuadrados, se concibieron para un máximo de seis personas, un límite que el informe amplía hasta las ocho y el testimonio de Mario coloca en doce. Los complementos: baldas metálicas en la pared y un par de lavabos.
"Fuerte vigilancia policial"
A un nivel más general, los grandes espacios quedan separados por dispositivos de rejas y llaves. En todas sus estancias, la vigilancia policial es "fuerte".
En invierno, el frío asalta las habitaciones por culpa de una calefacción "defectuosa". Pueblos Unidos habla de fallos frecuentes y de problemas en las duchas. Los internos tienen problemas a la hora de controlar la temperatura del agua: "Pasa de arder a estar congelada sin poder controlarse".
Al llegar, se les da una colchoneta, una sábana y una manta, material que se lava cada quince días.
Sólo un abrazo por visita
Como en una cárcel, explica este documento, las visitas están muy reguladas. Se calcula una duración media de treinta minutos y "sólo se permite un abrazo al principio de la conversación". El trato que dan los funcionarios, explican, "es incorrecto".
La asistencia médica, obligada por ley a mantenerse durante las veinticuatro horas del día, es otro de los puntos abordados por el informe. Se recrimina que ese carácter de permanencia no existe y que ni siquiera se realizan analíticas para detectar la proliferación de enfermedades contagiosas.
Además, los internos no pueden disfrutar de asistencia especializada -psiquiatría o bucodental, entre otras-. Tampoco se garantiza el derecho a la intimidad en los reconocimientos personales.
No hay espacio de culto
En el CIE de Aluche, como en el resto, confluyen varias religiones. En sus visitas, estas ONGs han detectado que no existen espacios de culto, ni siquiera una biblioteca.
Tal y como obliga la ley, este centro de internamiento dispone de un buzón en el que pueden introducirse las quejas que se desee, pero Pueblos Unidos remarca que no existe un registro de reclamaciones y varios inmigrantes han denunciado que esas peticiones no llegan al juez de estancia encargado de velar por el cumplimiento de la legislación en el interior.
Más de tres textos regulan en España el funcionamiento de los centros de internamiento de extranjeros, pero sus inquilinos y varias ONGs que acceden a ellos con frecuencia denuncian un incumplimiento constante de las ordenanzas. Para el de Aluche, tienen claro el apodo: "El Guantánamo español".