Las aguas revueltas han marcado el desarrollo del S-80. El submarino llamado a revolucionar el escenario de las fuerzas armadas se ha encontrado con un rosario de incidentes, como los problemas de diseño que afectaron a su flotabilidad. El proyecto, desarrollado por el astillero Navantia bajo encargo del Ministerio de Defensa, afronta ahora una fase decisiva: por fin ha superado su examen crítico y, tras los sobrecostes y retrasos en las fechas de los plazos, el navío enfila su adaptación a las exigencias militares.
De acuerdo a los planes iniciales, Navantia debía entregar a la Armada el primero de los submarinos de la serie S-80 en 2012. Ahora, tras varias postergaciones, no hay confianza para establecer una fecha definitiva de entrega, si bien se baraja finales de 2020 o principios de 2021.
El principal obstáculo con el que se han encontrado los ingenieros de Navantia ha sido la flotabilidad del submarino. Según los diseños iniciales, el submarino no debería haberse encontrado con ningún problema en sus primeras pruebas físicas. Pero el proyecto, en su sentido más estricto, se hundía: no había forma de que el navío saliera a flote.
Tras una revisión profunda de los planos y otras tantas pruebas infructuosas del modelo, Navantia y Defensa alcanzaron un acuerdo para que un equipo de ingenieros estadounidenses -Electric Boat- ayudara en el complejo proceso de aligeramiento del submarino y en su rediseño. Sus servicios supusieron un desembolso de 14 millones de euros.
A lo largo del proceso, además, dos ladrones de Zaragoza robaron las 70 baterías del S-80 que estaba previsto que se instalaran en el submarino desde los astilleros de Navantia en Cartagena. Aunque los cacos fueron detenidos y las baterías recuperadas, el suceso suscribió una línea más a la lista de incidentes relacionados con el proyecto.
Pero el S-80 ya ha superado el Critical Design Review, un examen a sus capacidades que certifica la viabilidad del proyecto.
Incertidumbre sobre el presupuesto total
El Ministerio de Defensa manejaba inicialmente un presupuesto de unos 2.000 millones de euros para el desarrollo del S-80. Esta serie de submarinos son los primeros que se iban a construir con tecnología cien por cien española. Hasta ahora, siempre se había colaborado con astilleros franceses para el desarrollo de los navíos sumergibles con los que cuenta la Armada española.
Pero los presupuestos han quedado obsoletos. Los continuos problemas han exigido que se destine parte del dinero al rediseño y reconstrucción del esqueleto de la embarcación. No será posible saber el sobrecoste total hasta que no culmine el proyecto con éxito y Navantia entregue a Defensa todos los submarinos acordados.
Los datos que sí se han podido conocer ha sido el gasto destinado a la renovación de los tres submarinos con los que actualmente cuenta la Armada: el Galerna, el Mistral y el Tramontana, todos ellos del tipo Agosta. Todos ellos han tenido que ser sometidos a un carenado -como se conoce al proceso de montaje y desmontaje completo de la nave- para alargar su vida más allá de lo previsto, lo que ha requerido una inversión de 130 millones de euros.
El Jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante general Jaime Muñoz-Delgado, admitió a principios de año que España se había visto obligada a declinar las peticiones de algunos de sus aliados en misiones internacionales tras los problemas registrados con el S-80. No obstante, incidió en la necesidad de que el proyecto siga adelante con tecnología española, pese a todas las dificultades técnicas, para que en un futuro se puedan aplicar estos conocimientos a otros proyectos.