"Hace tantos equilibrios que quizás algún día la cuerda se rompa, pero de momento parece cada día más fuerte". Así describe una persona cercana a Ada Colau el resbaladizo camino por el que transita la alcaldesa de Barcelona y líder de Catalunya en comú, aliado político clave de Podemos en Cataluña. "Cada paso que da está medido. Cada palabra y cada discurso están medidos. Cada decisión incluye una evaluación de las posibles responsabilidades jurídicas", explica la misma fuente.
Colau ha logrado la cuadratura del círculo. Este sábado arropó en el Ayuntamiento a los más de 700 alcaldes (de un total de 948 que hay en Cataluña) que cederán locales para el referéndum de autodeterminación del 1-O y que, por ese motivo, se enfrentarán a la Justicia, que ya los investiga a través de la Fiscalía por participar en un acto cuya convocatoria y preparativos han sido suspendidos por el Tribunal Constitucional.
Lo paradójico es que ella, la alcaldesa de la ciudad más poblada de Cataluña, capital y símbolo de una hipotética república, no está en el grupo del que poco menos que se erigió en referente. Colau asegura que respetará el informe del secretario municipal que descarta cualquier tipo de colaboración institucional con el ayuntamiento. El asunto no ha llegado ni siquiera a discutirse nunca en los órganos de gobierno del consistorio. Ni eso ni el misterioso acuerdo al que llegó con Carles Puigdemont, cuyos detalles son secretos. En otras palabras: Colau apoyó con cálidas palabras a unos alcaldes que, a diferencia de ella, sí se la juegan. Según fuentes del PSC, Colau "no hará nada que pueda frustrar su carrera política. No se acercará ni un milímetro a la inhabilitación".
Nadar y guardar la ropa contra "el Estado"
La estrategia de Colau pasa por apoyar retóricamente el referéndum, que ella llama movilización, y aparecer al lado de Puigdemont en una operación que les reporta mutuos beneficios. Puigdemont puede asegurar que Barcelona participa en el referéndum y con ello darle una apariencia de legitimidad que no tendría sin la capital.
Colau, a salvo de represalias legales, se aleja del discurso de defensa de la ley que hacen Ciudadanos, PSC y PP al tiempo que se suma al descontento de una campaña electoral donde nadie pide el "no". Los supuestos atropellos a las libertades civiles han acabado por completar el discurso de Colau y son ya su bandera perfecta para pasar a ocupar a partir del 2-O la centralidad política desaprovechada tanto por los independentistas como por los que rechazan el referéndum.
Este sábado, Colau dio un paso más allá en su discurso. El lunes, al lado de Pablo Iglesias, recordaba en un acto alternativo de la Diada que España "no es el PP" y que otra España es posible. En el acto con los alcaldes, el enemigo ya no era el PP.
"Nos encontramos en una situación inaudita en democracia, desgraciadamente", dijo. Según ella, los alcaldes están siendo "intimidados" y "amenazados" por comprometerse a que "los catalanes puedan votar". "Es una vergüenza un Estado incapaz de escuchar al pueblo de Cataluña, un Estado incapaz de dar respuesta política, un Estado incapaz de dialogar, un Estado que se dedica a perseguir, a intimidar a alcaldes, un Estado que se dedica a intimidar a medios de comunicación, un Estado que a través de la Fiscalía ordena arrancar carteles por motivos políticos, un Estado que persigue imprentas. ¡Vergüenza!", dijo.
El problema ya no es el PP o el Gobierno del Estado. El problema no es una parte del Estado o su manipulación. El problema es el "Estado" del que ella es una representante destacada y a cuyas órdenes ella sí responde, a diferencia de los demás alcaldes presentes en el acto.
Colau mantiene una estrecha relación con Pablo Iglesias. El líder de Podemos la prefiere como interlocutora frente al líder de su propio partido, Albano Dante Fachín, que mantiene una posición más coincidente con la de los independentistas que casi hace saltar por los aires el grupo en el Parlament de Cataluña.
El 15-M y Cataluña, puntilla del "régimen del 78"
La posición de Iglesias quedó explicada en un diálogo con Alberto Garzón, líder de IU, este viernes en Madrid. Según Iglesias, "una de las dos grandes señales" de la "crisis del régimen político de 1978" fue el 15-M, movimiento que cristalizó en movilizaciones en la primavera de 2011. La otra es la crisis del modelo territorial.
Ambas han permitido que se vaya tejiendo un "bloque histórico" con otros movimientos de izquierda, como la propia IU, que se ensanchará gracias al "andamiaje de un movimiento popular" destinado a cambiarlo todo y romper con 40 años en las que las élites económicas han sido las mismas de la dictadura, según explicó en el coloquio.
Para Podemos, la crisis territorial supone una oportunidad histórica de la dimensión de más de un siglo, ya que Iglesias toma como referentes la revolución de 1868 (la Gloriosa) que desembocó en la primera república, así como la segunda.
Para Iglesias, "el éxito del régimen de 78" fue "llegar a un acuerdo de país" que está roto y que Podemos puede sustituir por otro nuevo, aunque no aclaró cuál ni dio más detalles. El Estado no está en una posición "de fuerza" sino de "impasse", un estancamiento con ramificaciones territoriales. "Si el PP estuviera fuerte, estaría negociando con el PDeCAT del mismo modo que aún consigue llegar a acuerdos con el PNV", dijo. En cambio, el Estado "utiliza" al rey, a la Fiscalía y a los partidos monárquicos para sobrevivir.
Toda crisis es una oportunidad. E Iglesias tiene claro que este escenario de grave crisis institucional es "una coyuntura muy interesante". "Nos coloca en un punto de centralidad", según él.
El objetivo es lograr que "haya una posibilidad de redefinir los campos inéditos". "A partir de aquí, como pasa en política, se puede ganar o perder. Pero yo creo que lo que implicó el 15-M, que tuvo como principal consecuencia política que nadie puede negar la redefinición del sistema de partidos; y lo que puede implicar la crisis territorial si alguien es capaz de plantear una solución política en términos de proyecto país y de solución democrática hace que estemos en una coyuntura muy interesante". Seis años después del 15-M, en cuyo período nació el propio Podemos, Iglesias ve posible su sueño de acabar con el "régimen de 1978" con el que nunca se ha sentido emocionalmente identificado.
Noticias relacionadas
- La Guardia Civil interviene las planchas para hacer carteles para el referéndum
- El Gobierno consentirá los mítines ilegales del 1-O: "Cuando actuemos será de una vez"
- El Gobierno asumirá de inmediato el control de los pagos de la Generalitat
- Ada Colau impulsa el 1-O sin ceder locales del Ayuntamiento