Lejos de estallar del todo, la grave crisis institucional y social que vive Cataluña podría enquistarse para dejar a la comunidad autónoma y al Estado de Derecho en el limbo. Miembros del Gobierno trabajan ya en el escenario de que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, declare la independencia tras acudir el próximo martes al pleno convocado por el Parlament, donde el independentismo tiene mayoría absoluta. El 'cómo' la declare y lo que implique es lo que ha pasado a ser clave.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, Mariano Rajoy está dispuesto a consentirla y a no tomar nuevas decisiones en caso de que sea retórica y no contemple ejercer todavía la unilateralidad frente al Estado. Eso permitiría a Puigdemont jugar a dos barajas. Por una parte, habría Declaración de Independencia para saciar a la CUP y a los sectores más radicales de Junts pel Sí. Por otra, abriría una nueva etapa, un nuevo proceso en el que ganar tiempo antes la independencia efectiva o la respuesta del Estado.
El propio Rajoy confirma este domingo implícitamente que aceptará una Declaración de Independencia de Cataluña. "Tenga la total y absoluta certeza de que el Gobierno va a impedir que cualquier Declaración de Independencia se plasme en algo", dice en una entrevista con El País.
A pesar de que esa frase fue la elegida por el rotativo para presentar durante horas un avance muy destacado en su web, no consta en el extenso texto de la entrevista, publicado a última hora del sábado. En la transcripción que se publicó, Rajoy considera "absolutamente irrelevante" cualquier artimaña en la Declaración de Independencia y dice que "no hay ningún Gobierno dispuesto a aceptar" algo así, aunque no aclara qué medida tomaría para combatirla o, en realidad, si tomaría alguna.
Varios miembros del Gobierno que no son partidarios de aplicar el artículo 155 de la Constitución creen que el Estado atenaza ya a la Generalitat y que la Declaración de Independencia sería suspendida por el Tribunal Constitucional en un abrir y cerrar de ojos. El Consejo de Ministros controla elementos estratégicos clave y tiene intervenida la economía catalana. Lo reconoció el expresident Artur Mas en una entrevista con el Financial Times: "Para ser independientes hacen falta unas cuantas cosas que todavía no tenemos".
Rajoy confía en el colapso interno del independentismo
Según parte del Gobierno, una Declaración de Independencia que dejase para más adelante el ejercicio de la unilateralidad dispensaría a Rajoy de adoptar drásticas medidas políticas. El propio Rajoy ha avanzado varias veces que no tiene ningunas ganas, algo reprochado este sábado por el expresidente Felipe González, que aboga por aplicar el artículo 155. "Me inquieta cuando Rajoy dice: 'No me obliguen a hacer lo que no quiero hacer', porque yo creía que le pagábamos para hacer lo que tiene que hacer", ironizó González en un encuentro con periodistas en Berlín.
Ese escenario colocaría a Puigdemont entre el fuego cruzado de quienes quieren ya la independencia efectiva y los que, como el propio Artur Mas, el conseller Santi Vila o la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, optan por echar el freno.
Los partidarios de esta tesis confían en que el independentismo acabe derrumbándose desde dentro en favor de unas nuevas elecciones autonómicas. Cuando llegase esa cita con las urnas, que sería una nueva oportunidad de poner el termómetro a la sociedad catalana, el escenario sería ya completamente distinto sin que Rajoy hubiese actuado. Por el camino, los procedimientos penales contra destacados líderes del independentismo franquearían nuevas etapas asfixiando más a los protagonistas de la secesión.
La aplicación de este planteamiento supondría una insólita tregua temporal en una España donde Cataluña sería independiente en un papel sin validez pero no en la realidad. A ese escenario podrían acomodarse no sólo los más moderados dentro de Junts pel Sí sino también los que desde fuera este sábado han clamado por una solución dialogada, como Catalunya en Comú y Podemos, el PSC y el PSOE. Pero también podría gustar al PNV, que mantiene en vilo al Gobierno central al negar, por el momento, el apoyo a los Presupuestos de 2018.
Los riesgos para Rajoy y Puigdemont
Permitir una independencia retórica tiene muchísimos riesgos, política y socialmente. Hasta ahora, los sectores independentistas más radicales, comenzando por la CUP e incluyendo las tesis que personalmente ha defendido Puigdemont, se han ido abriendo camino y reclamarían consumar la independencia.
Por otra parte, miembros del Gobierno y sectores relevantes del PP reclaman una solución ya a la inestabilidad institucional y no enquistar el problema al tiempo que critican la pasividad de Rajoy. A esas voces se suma Ciudadanos, cuyo líder, Albert Rivera, ha reclamado sin éxito a Rajoy y hasta en dos ocasiones que aplique ya el artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía de Cataluña y convocar cuanto antes elecciones autonómicas anticipadas.
Rajoy, cada vez más impopular
La popularidad de Rajoy no ha dejado de caer durante esta crisis. Los españoles otorgan a su gestión un 1,7 sobre 10, como indica el sondeo que publica este periódico. Este mismo domingo está convocada una multitudiaria manifestación en Barcelona que alimenta un caudal político al que también contribuyó el contundente discurso del Rey. Todas esas personas movilizadas, que hasta ahora no se habían manifestado, podrían sentirse engañadas por un presidente que las habría utilizado como elemento de presión.
Las proliferación de banderas españolas en los balcones y en las calles así como el éxodo del dinero de Cataluña con la fuga de destacados bancos apuntan a que la zozobra política se ha traducido ya en un incipiente conflicto social de inciertas consecuencias.
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