Para algunos es un mirlo blanco y para otros una oveja negra. Para unos representa la esperanza y para otros la traición. Tras romper con el procés de Carles Puigdemont y ser encarcelado este jueves por su responsabilidad en el mismo, Santi Vila es un personaje clave para las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. ¿Correrá la suerte de Emmanuel Macron, que en poco tiempo creó una plataforma que le llevó a presidir la República francesa, o la de Durán i Lleida, que en las últimas autonómicas fracasó estrepitosamente con Unió tras desligarse de Convergencia?
La respuesta a esta pregunta es un misterio. Pero los hechos acontecidos este jueves en la Audiencia Nacional apuntan a que el exconseller lo tiene complicado. Sobre todo porque los propios miembros de su partido, el PDeCAT, le daban una ración enorme de silencio para mostrarle que ya no es uno de los suyos. Una excomunión pública y notoria.
La dimisión que no le perdonan
Quienes fueron sus compañeros en el Govern de Puigdemont no le han perdonado que dimitiera solo unas horas antes de que se votase la declaración unilateral de independencia en el Parlament. Ese gesto para marcar perfil propio disgustó a buena parte de sus correligionarios.
Fruto de esa dimisión, Vila es el único de los consellers encarcelados este jueves que tiene en su mano la posibilidad eludir la cárcel pagando una fianza de 50.000 euros. Es lo que previsiblemente hará este mismo viernes, después de pasar una noche entre rejas como muestra de "solidaridad" con sus excompañeros, según explicaba el abogado de Vila, Pau Molins, tras conocerse la decisión de la jueza Carmen Lamela. ¿Lo hará también para poder presentarse ante los electores como un mártir que pisó la cárcel?
Una moderación que choca con el momento
Sea como fuere, Vila no tendrá fácil convertirse en el candidato del PDeCAT para los comicios, tal y como pretende. En su reaparición pública de esta semana, el exconseller de Empresa ya apuntó cuáles son sus tesis y sus herramientas."Tenemos que serenarnos todos y erradicar de una vez una aproximación tan emocional y sentimental", reclamó.
"Es mi tesis de fondo. La cuestión no va de independencia o de unionismo sino de tener una actitud moderada y racional ante la vida o no", agregó este hombre de perfil catalanista pero no independentista que mantuvo una estrecha amistad (¿acaso ya rota?) con Puigdemont. La moderación de Vila tiene algunos apoyos en el PDeCAT, sí, pero no parece la opción mayoritaria, y menos tras la decisión judicial de este jueves que se está interpretando en clave meramente política.
¿Será Macron o será Durán?
En este contexto, tan complejo como convulso, Vila, quien para muchos simboliza la última esperanza del nacionalismo moderado, tendrá que moverse con inteligencia y audacia si quiere salirse con la suya. De aquí hasta la cita con las urnas del 21 de diciembre se juega su futuro (o, mejor, su supervivencia) en la política catalana.
Básicamente, tiene dos opciones: acabar como Macron -entronizado- o terminar como Durán i Lleida -desaparecido-. Con el segundo le une su moderación catalanista frente al independentismo de muchos de sus compañeros de filas. Con el primero está unido por su juventud y sus conocimientos económicos.
En estos confusos tiempos de polarización acerca de la independencia de Cataluña y de democracia mediatizada, el triunfo y el fracaso de Vila parecen igual de probables.
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