Ganar o perder es este jueves relativo. Lo que realmente será determinante para el futuro de Cataluña y de España es quién logra sumar hasta una cifra mágica: 68. Es el número de escaños que dan la mayoría absoluta a un candidato a la investidura en el Parlament de Cataluña. El miedo de los partidos independentistas a una alternativa liderada por Inés Arrimadas y el temor entre los constitucionalistas de que el separatismo conserve la mayoría ha provocado, según todos los estudios de opinión, que este jueves laborable pueda batir todos los récords de participación electoral en Cataluña.
Rara vez la participación en Cataluña desborda el 70% en unas autonómicas, unos comicios que una parte del electorado no nacionalistas ha visto tradicionalmente como ajenos. Si en 2015 se superó el 75%, este jueves la votación podría ser masiva y quitarle el récord a las elecciones generales de 1982, cuando un 80,7% de los catalanes con derecho a voto acudieron a votar.
A medida que ha ido avanzando la campaña ha ido calando un planteamiento de doble plebiscito. Los partidos independentistas han planteado las elecciones como la decisión entre el artículo 155 y el autogobierno como antesala de la independencia. Los constitucionalistas han abogado por un referéndum sobre el procés que creen tener ganado, ya que la mayoría de encuestas apuntan a que el independentismo perderá la mayoría absoluta.
Catalunya en Comú, el partido de Ada Colau, se perfila como clave tras las elecciones, aunque sus perspectivas electorales no son muy halagüeñas y apuntan a una bajada de apoyos o, como mucho, que se quede con los 11 diputados que tiene. Uno de sus lemas, "tenemos la clave", puede hacerse realidad la misma noche electoral, cuando se convierta en objeto de deseo de los independentistas (ERC, Junts per Catalunya y la CUP) y los constitucionalistas (Ciudadanos, PSC y PP) para dar a alguna de las dos fórmulas la llave de la Generalitat.
Incluso bajando también en votos, algo que señalan todas las encuestas, el PP se conforma con echar a los partidos independentistas del poder. Lo contrario abriría un escenario inédito en la Historia de España y colocaría a Mariano Rajoy, responsable de la aplicación del artículo 155, en una situación muy comprometida.
A medida que ha avanzado la campaña, los partidos independentistas han incrementado sus acusaciones de represión contra el Estado y Rajoy, al que acusan de aplicar el artículo 155 de la Constitución para cesar al Govern y convocar elecciones porque sencillamente no quería a independentistas al frente de la Generalitat. Las referencias a los referentes independentistas en prisión ha sido constante. Un audio grabado desde la cárcel por Jordi Sánchez, ex líder de la ANC y número dos de Junts per Cataluña, se convirtió incluso en un spot electoral.
Si el independentismo suma 68 diputados, tendrá un problema para repartirse el poder, ya que Junts per Catalunya y ERC se han disputado la presidencia de la Generalitat. Pero tampoco hay un programa claro, ya que la CUP pide implementar ya la república, ERC apuesta por bajar la ambición y Junts per Catalunya apela a un diálogo que sabe que no se producirá.
Rematar el procés y empezar una nueva etapa son los objetivos compartidos de todos los demás partidos, aunque tampoco hay una fórmula de gobierno clara. Si Ciudadanos gana las elecciones, Miquel Iceta (PSC) tendría muy difícil votar en contra de la investidura de Arrimadas, incluso aunque Catalunya en Comú no completase la mayoría constitucionalista, de haberla.
El líder de los socialistas catalanes aspira a gobernar en solitario con apoyos externos argumentando que sólo él puede convencer al partido de Ada Colau de una alternativa al independentismo. Sin embargo, Xavier Domènech, el cabeza de lista, ha advertido en varias ocasiones de que quiere un Govern transversal que supere los bloques y que cuente sólo con partidos de izquierda, especialmente ERC y el PSC.
Quien sí sabe qué prefiere es el PP de Xavier García Albiol. Dirigentes del PP confían en que no haya una mayoría independentista y que, en ese caso, Miquel Iceta llegue a la Generalitat. Lo contrario podría ser el prólogo de una importante subida en apoyos de Ciudadanos en toda España. Según los malpensados, el PP ha sacrificado Cataluña, donde es el sexto partido, para utilizar a la comunidad autónoma como reclamo en el conjunto de España.
Una de las consecuencias de una victoria de Arrimadas a la que acompañase el desembarco en el Gobierno sería la visualización del partido de Albert Rivera como un centro derecha moderno, sin corrupción y listo para gobernar. De ahí los recelos del PP ante la investidura de Arrimadas, aunque esté más cerca ideológicamente de sus tesis que el PSC.
El futuro de Cataluña podría comenzar a vislumbrarse mañana, pero nadie descarta a unas horas del desenlace que haya que repetir las elecciones. Podrían ser en mayo o junio, dependiendo de la fecha en la que se constituya el Parlament y se celebre la primera investidura. Después del primer intento de un candidato, si es fallido, el reloj comienza a contar con una cuenta atrás de dos meses.
Incluso aunque no se repitiesen las elecciones, la fractura social en Cataluña y una posible falta de mayoría sólida para el futuro Govern hacen prever meses, sino años, de una gran inestabilidad que condicionará la política nacional, desde hace meses en compás de espera ante lo que pueda pasar este jueves.
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