Sito Miñanco y sus hombres de confianza empleaban varios métodos para evitar el seguimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: desde el encriptado de sus teléfonos móviles a la instauración de varios nombres en clave para encubrir sus actividades. El narco gallego y sus lugartenientes evitaban llamarse por sus nombres reales. En vez de eso, utilizaban sobrenombres como Alan, Viejito, Kit, Mario o Míster.
La Operación Mito de la Policía permitió la detención, el pasado lunes, de 43 personas, entre las que se encontraban algunos de los individuos más fuertes en el mundo narco español. El más sonado, José Ramón Prado Bugallo, más conocido como Sito Miñanco. Pese a su largo historial de detenciones y estancias en prisión, el capo gallego (nacido en Cambados, Pontevedra, en 1955) no frenó su frenética actividad en el mundo del narcotráfico.
Él es la cabeza visible de una red mucho más amplia, que implica a astilleros, marinos, empresas dedicadas al blanqueo del dinero obtenido con las drogas o individuos dispuestos a viajar a Colombia para el transporte de estupefacientes. Un organigrama perfectamente delimitado en el que Sito Miñanco ocupaba un puesto privilegiado. Pero pocos se referían a él de este modo: Mario y Míster eran sus nombres en clave para evitar el seguimiento policial.
A sus 62 años, Miñanco confiaba en pocas personas, entre los que figuraban unos pocos familiares y algunos hombres que le habían demostrado su fidelidad en las últimas décadas. Luis Enrique García Arango formaba parte de este círculo de confianza. Su trayectoria criminal se remonta a 1988, cuando actuaba como enlace entre narcos españoles y colombianos. Al igual que Sito, Arango acumula un amplio expediente carcelario. En sus declaraciones judiciales, nunca ocultó la amistad que le unía al capo de Cambados.
Luis Enrique García Arango también había tomado varias medidas para evitar el seguimiento policial. Su identidad, dentro del organigrama criminal desarticulado este lunes, se ocultaba bajo los nombres en clave de Alan o Viejito. Hasta su detención seguía siendo el contacto con otros narcos internacionales para el tráfico de estupefacientes.
Uno de ellos era Raymond Van Rij, ciudadano holandés que también fue capturado en el marco de la Operación Mito. Se le acusa de ser el destinatario de un alijo de 616 kilos de cocaína a bordo de un contenedor que la red de Sito Miñanco envió a los Países Bajos. Su nombre en clave para evitar ser descubierto: Kit.
'Topos' en la Policía, teléfonos ecriptados
La red de Sito Miñanco había establecido una serie de protocolos para evitar caer en manos de la Policía. Contaban con una amplia infraestructura, que pasaba por inmuebles, vehículos y personal que empleaban para la ocultación de sus actividades. La mayoría de las ocasiones trasladaban la droga a bordo de barcos nodriza y, en alta mar, trasvasaban la mercancía a otras embarcaciones menores para no levantar sospechas.
Los miembros del clan controlaban las horas en las que podía salir a patrullar el helicóptero de Aduanas. También contaban con topos entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que les comunicaban cualquier actuación sobre la organización. Los teléfonos móviles de los detenidos contaban con aplicaciones que encriptaban sus comunicaciones.
Todos estos protocolos, muchos de ellos basados en la tecnología, constituían la fortaleza construida por Sito Miñanco y sus lugartenientes para frenar el seguimiento de la Policía.
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