El CIS ha llegado con las rebajas y aditivos de una cocina que si no beneficia directamente al PP -sería osado afirmar tal cosa de un barómetro realizado por el instituto público- sí que penaliza a Ciudadanos, favorito en todos los sondeos desde hace nueve meses.
No se debe dudar de la profesionalidad del CIS -no es el caso-, pero qué duda cabe que los mismos datos y con similares variables correctoras, el menú resultante podría haber sido otro si los procedimientos de cocción hubieran sido más ortodoxos. De hecho, con una cocina más estricta, a partir sólo de los procedimientos demoscópicos clásicos, y sin más variables correctoras que el recuerdo de voto y la simpatía por tal o cual partido, el resultado es bien distinto.
Así, expertos en demoscopia consultados por EL ESPAÑOL aseguran que con una "cocina matemática", el Cs sería la primera fuerza en intención de voto con el 25,5% de los sufragios, seguido del PP con el 23,8% y a mucha distancia del PSOE, que mantendría la tercera posición con un 20,7%. Las mismas fuentes relegan a Podemos a un 11%. Es decir, la cocina del CIS amortigua la caída de Rajoy quitándole tres puntos a Cs.
A expensas de que algún día se resuelva por qué el CIS insiste en publicar arcanas estimaciones de voto -en lugar de salvaguardar su merecido prestigio ateniéndose a la publicación del voto directo- hay tres aspectos del estudio que llaman la atención de los suspicaces.
Tres elementos llamativos
Cs aventaja en cuatro puntos en intención de voto directo al PP (16,1% y 12,1%): sin embargo, en estimación de voto el PP aventaja en casi 2 puntos al partido naranja. Se trata de una diferencia demasiado amplia -según especialistas en este tipo de estudios- por mucho que, metidos en harina, ingredientes a granel hagan un poco más insípido el plato resultante para Cs.
Además, el CIS detecta un 2% de intención de voto al PACMA y un 1,4% a Otros, epígrafe que incluiría a un competidor directo del PP como Vox. Sin embargo, tras la cocina, los animalistas desaparecen y el estandarte Otros suma un 1,4% en estimación de voto: se esfuman 3,4 puntos: “demasiado humo” en opinión de los citados expertos consultados por EL ESPAÑOL.
Finalmente, el voto En blanco pasa de ser un 4,7% en voto directo a un 3,8% en estimación de voto: se acepta el salto, pero es infrecuente un voto en blanco tan alto en unos comicios generales. En los comicios de junio de hace dos años sólo hubo un 0,75% de voto en blanco.
La "encuesta del Gobierno"
En cualquier caso, la “encuesta del Gobierno”, que dice Albert Rivera, tampoco es un mal espejo para Ciudadanos. Si tomamos como referencia el tercer barómetro del año pasado, en el que parece producirse el inicio del despegue de Cs, la evolución del partido naranja describe un ascenso sostenido con un ángulo aproximado de 45 grados: 14,5% en intención de voto en el barómetro de julio; 17,5% en el de octubre; 20,7% en el de enero y 22,4% en el publicado este martes. No hace falta siquiera entornar los ojos para advertir que la evolución del PP en los mismos sondeos refleja una línea de simetría convergente casi exacta.
¿Pero cómo digieren los sondeos en Cs, más allá de los pronunciamientos conocidos ¿Hasta dónde el optimismo, hasta dónde la prudencia, y cómo afrontar el futuro electoral una vez examinados los higadillos del instituto oficial? Es verdad que a tenor de pronósticos anteriores de agencias (también) de reconocido prestigio como SocioMétrica (27,4% el 8 de mayo), Metroscopia (28,3% el 10 de febrero), Sigma Dos (26,7% el 31 de marzo), NC Report (24,3% el 15 de abril), Simple Lógica (28,7% el 23 de febrero) o Gad 3 (26,2% el 15 de enero), cualquiera podría concluir que el resultado del CIS ha sido un jarro de templada para Albert Rivera y un motivo de estímulo para Fernández Maíllo en la hora de las arengas: "¡Somos el PP!".
Pero partiendo de la base de que se trata del CIS, también es comprensible que en el cuartel naranja adviertan motivos para venirse arriba... "con prudencia", según matizan algunos dirigentes. Lo resumía con naturalidad una diputada nacional este martes a la hora del almuerzo, cuando aun sin conocerse el barómetro del CIS hablábamos de lo bien que pintan todos los sondeos: “Siendo verdad que las encuestas son fotos, pues qué quieres que te diga, yo prefiero salir bien en la foto”. Y la misma satisfacción expresaba un miembro de la dirección del partido, horas después de haber revisado los ingredientes menos deconstruidos de la receta secreta del CIS: “En voto directo (16%) le sacamos cuatro puntos de ventaja al PP”.
Flujos del PP y del PSOE
La alusión al PP es elocuente porque se está produciendo un trasvase de votos del partido del Gobierno a Cs que podría anticipar un cambio en la hegemonía del centro derecha a medio plazo: el sondeo estima en un 17% ese flujo, al que habría que añadir otro 2% desde el PSOE. También porque en las elecciones de junio, cuando Cs cosechó el 13% de los sufragios, la estrategia de polarizar el voto y hacer elegir a los electores entre PP y Podemos -el famoso sandwich de Mauricio Casals- acabó beneficiando mucho al partido del Gobierno y socavando las opciones de Cs. No es de extrañar, apuntaban las mismas fuentes que “Rafa Hernando y Maíllo hayan vuelto a poner el foco en Podemos durante su valoración del barómetro”.
En Cs esta encuesta del CIS es algo así como una reválida demoscópica que “consolida al partido de Albert Rivera como alternativa de Gobierno, facilita la movilización electoral y deja sin argumentos al PP”. En estos dos últimos años Cs ha mejorado su implantación territorial, ahora además capitaliza la victoria de Arrimadas en Cataluña y un discurso firme y coherente en temas en los que el PP solía llevar la voz cantante.
Además, los casos de corrupción son un argumento de peso para que el PP no esgrima su “experiencia” de Gobierno como un activo, frente a la bisoñez naranja. Pero la principal baza para Cs es que “el PP ya no puede asustar a los votantes con el espantajo de Podemos porque todas las encuestas lo sitúan en el vagón de cola”.
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