Hace casi un año, Pedro Sánchez volvió a la secretaría general del PSOE con una inapelable victoria en su partido que devolvió la fe al electorado socialista. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de julio dio dos excelentes noticias a la nueva Ejecutiva socialista: el PP volvía a caer, por tercera vez consecutiva desde las últimas elecciones (2,7 puntos respecto al anterior sondeo), y el "nuevo PSOE" de Sánchez se disparaba cinco puntos, recortando distancias con los populares. "Sánchez ya es alternativa", titulaba este periódico al analizar los datos.
Los tres barómetros publicados desde entonces marcan una tendencia: el PSOE cae lento, pero de forma constante. Lejos de consolidar la ilusión que generó Sánchez, ha dejado atrás el revulsivo de las primarias.
Sánchez lograría hoy el apoyo del 22% de la población, exactamente el mismo porcentaje que logró en las elecciones de diciembre de 2015 y siete décimas menos que las últimas, las de junio de 2016.
Ciudadanos avanza posiciones de manera vertiginosa y encadena tres fuertes subidas seguidas. Por si fuera poco, Unidos Podemos, claramente en cuarta posición, también recupera algunas décimas y lleva dos barómetros al alza.
1. Sánchez ya no es el líder de la oposición
Otras encuestas lo señalan desde hace meses, pero es la primera vez que lo hace el CIS, con impacto por su número de encuestados y por la importancia que le dan partidos y medios de comunicación. El PSOE ya no es el el partido que lidera la oposición. Las líneas roja y naranja se han cruzado y Ciudadanos (22,4%) saca cuatro décimas de ventaja a los socialistas (22%).
Si esa conclusión del CIS se consolida, podría ser letal para los socialistas, ya que perderían su condición de alternativa de Gobierno ante la opinión pública y, por ese motivo, dejarían de atraer a votantes de otras formaciones que quieran un cambio en el rumbo del país, lo que habitualmente se llama voto útil.
De no invertir la tendencia, los socialistas podrían entrar en un círculo vicioso, entre la realidad y la profecía autocumplida. Por una parte, los datos reflejan una menor confianza en el PSOE y la pujanza de Ciudadanos. Pero su publicación puede condicionar a los votantes a medida que se acercan las elecciones y crear un clima de opinión que refuerce a Ciudadanos (el atractivo del caballo ganador) y propiciar la recuperación de Podemos, con votos de aquellos que no consideren al PSOE como alternativa.
En Ferraz se rechazan estos datos. Aseguran, como explicación, que la suma de los que aseguran que votarán en blanco, nulo, de los que se abstendrán, no saben o no contestan a la encuesta, es del 39,2%. ¿Quién sabe qué votarán? ¿Cómo se puede sacar conclusiones con tanto votante sin posicionar?
Desde el equipo de Sánchez se argumenta también que la estimación de voto coloca a PP, Cs y Podemos en una horquilla de dos puntos, dentro del margen de error. Queda partido, dicen en Ferraz, y con las elecciones autonómicas, europeas y municipales, el escenario podría cambiar. Pero, de momento, los datos son los que son.
2. Sánchez, el peor valorado entre los suyos
Si se le pregunta a los votantes de los cuatro grandes partidos por sus líderes, Pedro Sánchez es el que menos gusta a los suyos. Los votantes de Ciudadanos ponen un 6,13 sobre 10 a Rivera, los del PP, un 5,94 a Rajoy, los de Unidos Podemos un 5,85 a Iglesias y los del PSOE un 5,69 a Sánchez.
Desde que regresó a la secretaría general, su valoración entre el electorado socialista ha ido bajando paulatinamente y décima a décima, acompasada con la que hace el conjunto de la ciudadanía, desde el 6,1 que su electorado le daba el CIS en julio.
3. Sánchez se deteriora más rápido que el PSOE
El CIS también pregunta más ampliamente por la confianza en Rajoy y Sánchez. Un 85,5% de los españoles en general dicen que el líder del PSOE les inspira poca o ninguna confianza, una animadversión mayor que la que provoca Rajoy (82,1%).
El dato que realmente es demoledor es el de la popularidad de Sánchez entre los ciudadanos que en las últimas elecciones votaron al PSOE. A un 59,9% le inspira poca o nula confianza. El deterioro está siendo muy acentuado, a más velocidad que la caída en intención directa o estimación de voto. Los socialistas que confiaban poco o nada en Sánchez eran en octubre 51,1% y en julio del año pasado, un 43,8%.
En otras palabras: a Sánchez no parece haberle bastado con ganar las primarias para ganar en la calle. La paradoja es notable: su absoluto control del partido se combina con el reproche a su renovado liderazgo de los que le votaron en las últimas elecciones, fueran militantes o ciudadanos sin carné.
4. Los españoles suspenden la oposición del PSOE
Un 31,8% del electorado socialista y un 60,3% del general creen que el PSOE está haciendo mala o muy mala oposición. Son más los españoles (exactamente un punto) los que suspenden al PSOE en la oposición que al PP en el Gobierno.
El dato es de difícil digestión. Generalmente, hacer oposición erosiona menos que gobernar. Hacer oposición significa hacer promesas sin demostrar que se pueden cumplir. En este caso, los españoles tienen peor imagen de un PSOE en la oposición que de un PP en el Gobierno, pese a todos los escándalos que salpican a la formación de Mariano Rajoy.
5. La lucha es con Ciudadanos
La estrategia del PSOE pasa por considerar que Ciudadanos y el PP son dos derechas que luchan entre sí. Cuando se pregunta a los dirigentes, la respuesta suele ser la misma: la capacidad de Ciudadanos de erosionar al PSOE es muy limitada porque pugna por el espacio del PP.
Los datos del CIS dicen lo contrario. Cuando se pregunta espontáneamente a quién votaría cada encuestado y por qué partido siente más simpatía y luego se cruzan ambas variables, los hallazgos son significativos.
Entre los que en 2016 votaron al PSOE, un 8,2% votaría hoy a Ciudadanos. La fuga hacia el partido de Albert Rivera es mucho mayor que hacia el de Pablo Iglesias (un 2,1%).
6. El abandono de votantes de 2016
Los votantes del PSOE son cada vez menos fieles. De entre los que cogieron la papeleta del puño y la rosa en 2016, sólo un 61,9% volverían a hacerlo hoy (frente al 77,3% de Ciudadanos).
La cifra de los que no volverían a votar al PSOE ha caído constantemente desde que Sánchez volvió a la secretaría general. Entonces, tres de cada cuatro (74,6%) tenían claro que repetirían su voto. El registro ha ido bajando, con un 69,6% en octubre y un 66,4% en enero.
Si la fidelidad al PSOE sigue bajando, pronto se acercará a los registros de octubre de 2016. Esa encuesta fue hecha desde el 2 de octubre de ese año, un día después del fatídico Comité Federal donde cayó Sánchez, y el 12 de ese mes. Entonces, en un momento de absoluta convulsión interna que protagonizaba la actualidad, sólo el 55,1% de los votantes socialistas volverían a confiar en su partido, seis puntos menos que en la actualidad.
Los dos CIS de la Gestora del PSOE señalaron una recuperación paulatina. Del 55,1% que en octubre de 2016 volverían a votar al PSOE subió al 63,8% en enero de 2017 y al 65,8% en abril, dos registros mejores que los que ahora tiene la nueva Ejecutiva del PSOE. Con la vuelta de Sánchez hubo efecto revulsivo, pero se ha ido diluyendo.
7. Baja la confianza de las mujeres
En enero, un 16% de las mujeres aseguraban espontáneamente que votarían al PSOE. En abril, la cifra cayó al 13,3%, a pesar de que los socialistas apoyaron paros por el Día de la Mujer Trabajadora, que este año contó con un extraordinario seguimiento.
El PP, que se opuso a la huelga feminista, cae en torno a los tres puntos, pero Ciudadanos, que también se desmarcó, se mantiene estable. En este caso, el que sube en voto femenino es Podemos.
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