Llegó desde Asturias contando los segundos para intervenir en el pozo de Totalán. Su nombre es Sergio Tuñón; desconocido para muchos, es profeta en su tierra en las intervenciones más complejas y arriesgadas. Con él viajó su equipo de confianza. Ha llegado donde nadie más lo ha logrado, sacando a los trabajadores de las minas que quedan sepultados en los accidentes de las cuencas asturianas. Es rescatador minero y sobre sus hombros se sostiene la responsabilidad de llegar donde se encuentra el pequeño Julen, de dos años. Sus conocidos lo tienen claro: "Si alguien puede hacerlo, ese es Sergio".
La operación no es sencilla. Los operarios trabajaron a contrarreloj hasta la noche de este lunes para excavar un agujero vertical de unos 60 metros, paralelo al pozo en el que cayó el pequeño Julen. El trabajo de Sergio Tuñón y su equipo arranca una vez concluida la perforación del nuevo agujero: ellos deben excavar en horizontal, abriendo un túnel de unos 5 metros que conecte ambos espacios y así alcanzar el lugar en el que se supone al niño de 2 años.
Los trabajos están marcados por el peligro. Un paso en falso, un movimiento inesperado, y el techo puede derrumbarse encima de sus cabezas. Todo ello a una gran profundidad, donde el ambiente es opresivo, donde las paredes resultan asfixiantes.
Al menos, eso sentiría cualquier ciudadano que se aventurase a entrar en un espacio similar. Pero Sergio Tuñón es el especialista al que se ha llamado para esta operación, que requiere de precisión quirúrgica. Constituyen la Brigada Minera de Salvamento Hunosa, cuerpo de élite que ha participado en decenas de intervenciones en la cuenca minera asturiana.
Cabeza fría
Fuentes próximas al equipo destacan la "profesionalidad" y el "rigor" de Tuñón. Su trabajo exige la máxima meticulosidad, un amplio conocimiento de los medios de rescate e intervención. Pero, por encima de todo, mantener la cabeza fría cuando el cuerpo y el corazón empujan. Precisamente lo que ocurre en el operativo en torno al pequeño Julen.
Las mismas fuentes recuerdan el rescate del cuerpo del minero Roberto Calviño en 2015. Sergio Tuñón encabezó los trabajos de recuperación en el municipio asturiano de Degaña, que se prolongaron durante dos días completos. Un derrumbe desencadenó la desgracia. Y Tuñón, de forma anónima, realizó lo que muchos daban por imposible: sacó el cadáver en una galería hundida y, sobre todo, salió con todo su equipo sano y salvo.
En 2017, el rescatador minero coordinó las labores de recuperación del cadáver de José Gambino, espeleólogo que se accidentó en una torca del municipio vizcaíno de La Torca. En esa ocasión, la prudencia requirió que se suspendieran los trabajos. "Debimos de quedarnos a unos 5 o 6 metros de la víctima, pero el avance no era seguro", aseveró Tuñón en una comparecencia posterior, abatido por la fatalidad.
En una visita pública reciente al Museo de la Minería de León, Sergio Tuñón explicó que la base de los equipos de rescate actuales sigue siendo la misma "hoy que hace 100 años". ¿Y cómo son las actuaciones de su brigada? "Variopintas, complicadas y donde la seguridad está comprometida", definió en declaraciones recogidas por La Nueva España.
Sus rescates avalan el expediente impoluto de Tuñón. Sus allegados no dudan de que, sea cual sea el resultado del operativo en torno al pequeño Julen, hace lo imposible para sacarlo del pozo de Totalán.
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