Este miércoles Antonio Banderas puso letra a una música que resuena en la política española desde hace nueve meses. "Tengo la impresión de que en 1985 Franco llevaba más tiempo muerto que ahora".
La frase tuvo impacto por entrañar innumerables rasgos del momento actual, desde el debate sobre la memoria hasta la utilización de la figura del dictador, pasando potencialmente por los límites del humor o los de las libertades públicas. Quién la decía tampoco es baladí. Banderas es uno de los actores españoles más queridos, pero también uno de los protagonistas de las películas más míticas de Pedro Almodóvar. Hoy, sus cintas serían probablemente vilipendiadas en redes sociales por ser poco políticamente correctas. El propio cineasta ha declarado en varias ocasiones que no cree que en la España actual pudiese haberlas rodado con contenido tan afilado y transgresor.
Franco no ha muerto. Vive en nuestros debates políticos. El PSOE cree que, en realidad, nunca murió. España se merece, sostienen los socialistas, un gran debate sobre la memoria histórica ahora que la dictadura ha sido superada. Desde hace exactamente nueve meses, Pedro Sánchez lo ha puesto en el centro de la actualidad, aunque dando relevancia máxima a un solo nombre: Francisco Franco.
En junio de 2018, apenas unos días después de llegar a la Moncloa, el PSOE anunció su exhumación casi como inminente. "Os pillará trabajando", dijo Sánchez a los periodistas, que temían un desenterramiento con agostidad y alevosía, con muchos de ellos de vacaciones. Parecía tan sencillo como querer hacerlo y tener una pala. El dictador sería exhumado en el Valle de los Caídos e inhumado en el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde está su esposa. Así de fácil.
Un pulso hasta ahora exitoso de la familia
La oposición de la familia Franco a que los restos saliesen de la basílica del Valle de los Caídos y, después, su intención de que si lo hacían sólo fuesen a parar a la cripta de la Almudena, obligó al Gobierno a diseñar un complejo proceso legal a prueba de recursos. La familia Franco ha presentado todos los que ha podido y ante todas las instancias, ayudada por el prior de la basílica benedictina. El pulso aún no ha acabado y vivirá un capítulo trascendental en las próximas semanas en el Tribunal Supremo.
Este viernes, la Moncloa anunció que la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros la ofrecería la vicepresidenta, Carmen Calvo. "Franco", pensaron al unísono los periodistas. El Gobierno tiene una portavoz oficial, Isabel Celaá, pero Calvo ha asumido sus labores siempre que ha habido novedades sobre el expediente de exhumación, así como en los momentos más delicados de la negociación con Cataluña.
Calvo anunció la muy esperada fecha de la exhumación, acabando con la posibilidad de que se hiciese por sorpresa para evitar grandes despliegues mediáticos o manifestaciones de distinto signo. "El 10 de junio por la mañana".
La fecha lo es (casi) todo
La elección de esa fecha no es un detalle menor. Calvo anunció que responde a dos motivos. El primero es permitir al Tribunal Supremo fallar sobre el recurso de los Franco. El Ejecutivo está convencido de que la familia no conseguirá que la Justicia paralice el trámite, pero nunca se sabe. Sea lo que sea que decida, se sabrá antes del 10 de junio.
La segunda razón es que se haga "al margen" de los procesos electorales del 28 de abril (elecciones generales y autonómicas en la Comunidad Valenciana) y el 26 de mayo (europeas, municipales y autonómicas en 12 comunidades).
Y, sin embargo, la mera elección de la fecha convierte a la exhumación, automática e inevitablemente, en asunto electoral. La propia Calvo aseguró que la exhumación ya está decidida por el Gobierno, salvo que un nuevo Gobierno decida otra cosa. "Cualquier Gobierno que esté el 10 de junio, a menos que haya modificado la norma que obliga a hacerlo, lo tiene que hacer", dijo.
Tiempo de sobra para constituir Gobierno
¿Podría haber un nuevo Gobierno, y de signo contrario, antes del 10 de junio? La respuesta es sí. Las elecciones son el 28 de abril. El 21 de mayo se constituirá el nuevo Congreso. A finales de mayo o principios de junio podría haber una nueva investidura. La primera investidura de Rajoy se produjo, gracias a la mayoría absoluta del PP, una semana después de la constitución del Congreso. La de José Luis Rodríguez Zapatero tardó 10 días en 2008. La de 2004 tardó 15 días, menos de lo que mediará entre la próxima constitución del Congreso y la fecha prevista para exhumar a Franco.
En otras palabras: si las elecciones del 28 de abril deparan una mayoría clara o si, aun no habiéndola, los partidos se ponen de acuerdo en un mes sobre una investidura, el nuevo Gobierno podría echar atrás la exhumación. "Afortunadamente, para el empleo, para el progreso, para España y para todos el 10 de Junio no estarán en el Gobierno", tuiteó el número dos del PP, Teodoro García Egea.
Puede argumentarse que, con el precedente de 2015, un bloqueo sin precedentes que obligó a repetir las elecciones por primera vez en democracia, las negociaciones irán para largo. O que los partidos no desvelarán sus cartas en mayo antes de las elecciones europeas, autonómicas y municipales.
La exhumación sólo la garantiza al 100% Sánchez
Lo único cierto es que el nuevo Gobierno dependerá, como siempre, del voto de los españoles. Y sólo que Pedro Sánchez siga siendo presidente garantiza, en estos momentos, que Franco sea exhumado. El dictador ha sido utilizado en numerosas ocasiones por el Gobierno y el PSOE, que a veces han resucitado el debate sobre sus restos en medio de otras crisis para la credibilidad del Ejecutivo. Franco polariza a la derecha y la izquierda, provoca encendidos debates y será, sin duda, uno de los temas de la campaña electoral.
En ese sentido, el Gobierno no sólo no saca a Franco de la campaña sino que, al fiar su exhumación a la continuidad de Sánchez en Moncloa, convierte al dictador en un eje de campaña de "La España que quieres", el lema preelectoral del partido.
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