Del conocido como "Gobierno bonito" al Gobierno de circunstancias, de las parcelas o rompecabezas, por el número de piezas que parecen no casar entre sí. El hilo conductor del gabinete es que no hay hilo conductor. El nuevo Consejo de Ministros de Pedro Sánchez contará con 11 hombres y 11 mujeres, convirtiéndose en el segundo más numeroso de la democracia.
No habrá récord de mujeres, ya que si se cuenta al presidente, hay incluso más hombres, pero sí entrará en la Historia como el primero de coalición desde la Segunda República. La novedad fundamental, la incorporación de un partido como Unidas Podemos al Ejecutivo, copó buena parte de la expectación durante las negociaciones y en los primeros compases después de la investidura, pero el nombramiento por goteo de otros 17 ministros desde el jueves ha acabado por disipar su protagonismo.
Los morados representan en torno al 23% del total de ministros, el mismo porcentaje que ostentan en escaños si se cuentan los del conjunto de la coalición. El récord en número de vicepresidencias hace que Pablo Iglesias sea tan solo uno entre cuatro, despojando a su cargo de toda solemnidad. El reparto de carteras ha devuelto a la formación del "sí se puede" a la realidad de su peso específico en el Congreso. Ya no son el socio determinante que reivindicaban sino el hermano menor de la coalición.
En un Gobierno de políticas interconectadas, los ministros de Unidas Podemos estarán supervisados por vicepresidentes socialistas o tendrán en un miembro del PSOE un claro contrapeso. Si pretenden superar ese papel, se convertirán en una aldea gala frente a las legiones socialistas, a las que sin duda podrán poner en más de un aprieto.
Un Gobierno a trozos
Sobre todo, será un Gobierno a trozos, en el que áreas que hasta ahora eran secretarías de Estado o direcciones generales elevan su rango al tiempo que otros departamentos son vaciados de competencias. Al final, más que un Gobierno compacto, de una sola dirección y de pesos pesados, el número de miembros hace que el Ejecutivo parezca compuesto por un líder y muchos asesores.
En términos futbolísticos, el Consejo de Ministros contiene, además de un entrenador, dos alineaciones completas. La inclusión en él de varios perfiles antagónicos entre sí hace presagiar, según los más pesimistas, que jugarán el partido unos contra otros.
Sin ir más lejos: mientras Iglesias se manifestaba en marchas antiglobalización contra instituciones internacionales como la Comisión Europea o la Organización Mundial del Comercio (OMC), a principios de los 2000, la nueva ministra de Exteriores, Arancha González Laya, crecía en el seno de esos mismos organismos hasta alcanzar altas responsabilidades ejecutivas.
Seis técnicos y/o leales
Descontados los ministros de Unidas Podemos, el nuevo gabinete no tiene sustancialmente un mayor peso político. Al revés. Sánchez ha nombrado a seis nuevos ministros y los que son muy técnicos no tienen perfil político. Es el caso de José Luis Escrivá (Seguridad Social, Inclusión y Migraciones), o Arancha González Laya (Exteriores, Unión Europea y Cooperación), dos fichajes para dos áreas clave: las pensiones, llamadas a ser uno de los grandes asuntos en los próximos años, y la diplomacia, un ministerio de los que Sánchez considera "de Estado" y que no ha visto limadas sus competencias.
Los que tienen perfil político son muy leales a Sánchez, como Salvador Illa (el número dos del PSC ocupará Sanidad) Juan Carlos Campo (Justicia, a su vez, experto jurista), , José Manuel Rodríguez Uribes (Cultura y Deportes), Carolina Darias (Política Territorial y Función Pública).
Los perfiles más políticos se mantienen con Carmen Calvo (Vicepresidencia primera y Presidencia), José Luis Ábalos (Transporte, Movilidad y Agenda Urbana), María Jesús Montero (Hacienda y, ahora, portavocía) y Margarita Robles (Defensa, con CNI).
Calviño, clara ganadora
Entre los grandes ganadores está Nadia Calviño, una ministra casi inesperada en 2018 que ha conquistado a Sánchez hasta el punto de nombrarla vicepresidenta. Coordinará nada menos que a seis ministerios de profundo cariz económico y será la cara del Ejecutivo ante las instituciones europeas y multinacionales. Varios de los nuevos nombramientos están en clara sintonía con sus puntos de vista.
Otro de los mensajes que, sin duda, Sánchez ha intentado trasladar, es el de que sus socios en el Congreso no teñirán el Estado. Así, frente a los ministros de Unidas Podemos estará el rigor fiscal de Escrivá, el lberalismo internacional de González Laya, la llave del Tesoro en manos de María Jesús Montero, la reforma educativa a cargo de una moderada como Isabel Celaá y la gestión de los fondos de la PAC y la Agricultura para Luis Planas.
El nombramiento de Campo en Justicia también parece un claro mensaje a los que creían que ERC o EH Bildu, partidos que sellaron con su abstención la investidura, ejercen un gran influjo. Quien esperase el nombramiento de un ministro sin conocimientos en la materia o poco ortodoxo se habrá llevado un disgusto. El hasta ahora portavoz socialista de Justicia en el Congreso mantiene una excelente relación con la cúpula del Poder Judicial y es poco amante de las interpretaciones creativas al servicio de fines políticos. Que sea así puede suponer un problema en el hemiciclo a la hora de lograr una mayoría que Unidas Podemos no le garantiza.