En distintos momentos del día, las dos reuniones pendientes de Pedro Sánchez con los dirigentes independentistas que gobiernan la Generalitat de Cataluña estuvieron en duda o fueron directamente descartados por la Moncloa.
Por la mañana, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, no dio por seguro que la primera de las reuniones, entre Sánchez y Quim Torra, una especie de prólogo reclamado por el president a la Mesa de Gobiernos (central y autonómico) que ERC sacó al líder del PSOE a cambio de sellar su investidura con una abstención.
"De producirse", dijo, "se produce en los términos de la seguridad jurídica del Estado de Derecho de nuestro país". La frase pretendía ser una advertencia a Torra, que un par de horas antes había advertido de que lo único que él busca es comprobar si Sánchez está dispuesto a dar pasos hacia la autodeterminación de Cataluña, la amnistía de los dirigentes independentistas en prisión y lo que él llama "el fin de la represión".
Después, el Gobierno aprovechó el clima preelectoral en Cataluña y la declaración solemne de Torra de que la legislatura está "agotada" para meter en un cajón la Mesa de diálogo entre Gobiernos, central y de la Generalitat, que había pactado con ERC. El planteamiento tiene mucha lógica desde el punto de vista de Moncloa. Si no hay un interlocutor al otro lado de la mesa porque el Govern está en plena descomposición, ¿qué sentido tiene intentar una negociación en plena precampaña electoral que tendrá que recomenzar una vez haya una Generalitat tras las elecciones?
Intento fallido
El intento del Gobierno de desembarazarse de las dos reuniones con la Generalitat cayó como una bomba en Cataluña. Diputados de JxCat comenzaron a atacar a Sánchez de no querer cumplir sus promesas al aceptar hablar con Torra sólo de "problemas urgentes" como la borrasca Gloria.
Pero, sobre todo, criticar a Sánchez era una forma de arremeter contra ERC por negociar con él y sellar su viaje a la Moncloa. "Ya advetímos de que pagar por adelantado y confiar en quien no es de fiar tiene consecuencias", según Laura Borràs, la portavoz de JxCat en el Congreso.
El Gobierno aseguró después que posponía la Mesa de Gobiernos, que celebraría su primera reunión "en cuanto haya hablado el pueblo catalán y se constituya el nuevo Parlament, así como el nuevo Govern. Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern, antes iniciaremos el diálogo", dijo Moncloa.
Ahí el enfurecido fue el otro partido que compone la Generalitat: ERC. El partido de Oriol Junqueras está tratando de liderar el independentismo desde una posición menos frentista y rupturista que JxCat. Por ese motivo, la sensación de ser burlados por Sánchez les deja en una posición incómoda y parece dar la razón a Torra y Carles Puigdemont.
"Incumplimiento flagrante"
"Aplazar la mesa de negociación es un incumplimiento flagrante del acuerdo y una responsabilidad absoluta. No tenemos tiempo que perder", dijo Sergi Sabrià, presidente del grupo parlamentario de ERC en el Parlament. "Es urgente abrir la vía política. En la reunión entre presidentes hace falta poner fecha inminente a la mesa entre Gobiernos", tuiteó.
Sánchez no tiene ninguna prisa en celebrar esas dos reuniones. Es más, ya llega tarde. En el acuerdo con ERC se comprometió a celebrar la segunda de ellas (Mesa de Gobiernos) en un plazo de 15 días desde que se conformase el Gobierno central, que ya va camino de su tercera semana y su quinto Consejo de Ministros.
Moncloa remolonea
Moncloa aseguró que buscar la fecha para reunirse con Torra era una ardua tarea en la que se estaban esforzando los gabinetes de ambos presidentes y que sin esa reunión no podía celebrarse otra. Este jueves, el Gobierno ha reconocido que no espera nada de esos encuentros. "Entendemos que, dado el horizonte electoral decidido por el president de la Generalitat, Quim Torra, no se dan las mejores circunstancias para iniciar el diálogo entre gobiernos, cuando uno de ellos ha puesto punto y final a la legislatura y el nuevo Govern no podrá constituirse hasta la celebración de las elecciones anunciadas", según el último de los comunicados de Moncloa.
Pero Sánchez ha sido arrastrado a mantener, finalmente las dos reuniones sobre las que tanto remoloneaba. El enfado de ERC llevó al portavoz de la formación independentista, Gabriel Rufián, al mismísimo Palacio de la Moncloa. Hasta ahora, las únicas reuniones conocidas de Rufián con dirigentes de la máxima confianza de Sánchez habían estado lideradas por la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra. Pero este jueves, el incendio motivó su presencia en Moncloa.
"Hemos pedido que se cumpliesen los acuerdos y se hará. Nada más", explicaron fuentes de ERC a última hora de la tarde.
Podemos guarda silencio
Por su parte, Unidas Podemos guardaba silencio. La vicepresidencia segunda que ostenta Pablo Iglesias eludió hacer declaraciones al ser consultada por este periódico, limitándose a recordar que el Gobierno es uno y que se respetan las decisiones de Moncloa.
El entorno de Sánchez, finalmente, lamentó en conversación con EL ESPAÑOL que "ERC y JXCAT están teniendo fricciones y quieren trasladar el foco de tensión a Moncloa. Lo que defiende nuestra posición, incluyendo la evolución habida en el día de hoy, es que la apuesta por el dialogo de este gobierno es firme".