Cada vez que salen a la palestra las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus, hay un eco que no para de asomar, casi, como un mantra: la recesión de 2008. ¿Será esta tan grave como la de entonces, que lo desbarató todo, lo pagarán los mismos de siempre? La respuesta generalizada a esa pregunta que ya se hacen muchos es siempre la misma. Que depende. Depende de cuánto dure, de cuántos empleos se queden en el camino, de qué medidas tome el Gobierno para resetear la actividad económica. La respuesta está en el aire, pero se avecina tormenta.
Uno de los sectores a los que más afectó la anterior crisis fue el de la compra y venta de vivienda. ¿Qué va a pasar con eso ahora? ¿Qué va a pasar con las hipotecas? Por eso, este diario se ha puesto en contacto con diversos expertos que analizan, como pueden y con lo que se va conociendo, cómo va a afectar esta nueva crisis al sector. Y para ello, ante la imposibilidad de hablar de cada caso en particular y ofrecer un ejemplo concreto, se ha cogido como caso una de las casas más famosas de los últimos años: el chalet que los líderes de Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero, se compraron en la madrileña localidad de Galapagar.
El 9 de mayo de 2018, la pareja que lidera la formación morada firmaba la hipoteca para comprar su primera vivienda juntos. Quizás algo sospechaban, son listos, pero seguro que ni imaginaban el lío político que vendría después. Los 615.000 euros que costó la casa repentinamente parecía que les invalidaba para representar a los de abajo, todo ello jaleado por el destiempo de la pregunta retórica del propio Iglesias cuando lanzó que si “¿entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000 euros en un ático de lujo?” De nuevo los políticos contra sí mismos en su hemeroteca.
La situación escaló tanto que sirvió de pistoletazo de salida para todos los males que de aquella aquejaron a la formación morada. De lo personal se drenó hacia lo político, tuvieron que celebrar un plebiscito que básicamente era un referéndum de “chalet sí o no”. Y ahí arrancaron las tiranteces internas, la guerra fratricida entre compañeros de formación y la sangría de votos que, sin embargo y gracias a la minoría parlamentaria de Pedro Sánchez, ha salvado la ropa con la entrada en el Gobierno.
Pero ya manido, y se espera que superado, el debate, usemos la casa de Pablo Iglesias como ejemplo de lo que va a pasar a su propiedad, lector, si es que la tiene o espera o esperaba tenerla en un futuro próximo.
Bajada de precios
“Creo que si bien esta crisis está afectando a muchos sectores en diferente medida, desde el sector inmobiliario tenemos que lanzar un mensaje de tranquilidad”, explica Carlos González, CEO de la inmobiliaria Inversión Madrid. “Por supuesto que le va a afectar, pero pensamos que será un cambio coyuntural, circunstancial y no estructural”, añade. “Creo que muchos capitales volverán al real estate como un servicio de ahorro, huyendo de la volatilidad de las bolsas y las bajas rentabilidades de la renta fija”, apuntala.
Sin embargo, esto no viene a significar que nada va a pasar. Aunque González piensa que el sector aborda la crisis con una mayor solidez respecto a 2008, si se quiere poner esto en cifras, hay expertos que sin duda apuntan a una bajada de precios. Las cosas valdrán menos de lo que valían antes. Es el caso de la investigación realizada por la Real Estate Business School y la Universidad de Málaga. Ellos creen que la venta de vivienda usada podría caer un 37,4% en 2020. Es decir, que se vendan alrededor de 273.908 viviendas frente a las 437.833 que se vendieron en 2019. Esto llevaría una bajada del precio de un 18,4%.
Llevándolo al chalet de Galapagar, esto significaría que si Pablo Iglesias e Irene Montero lo quisieran vender, por el motivo que fuera, la casa ya no valdría los 615.000 euros que tanta polémica levantaron. Aplicando esta bajada de precio, el chalet costaría al salir de la crisis unos 113.160 euros más barato y se colocaría en poco más de 500.000 euros. Si bien medio millón no deja de ser un precio elevadísimo para el bolsillo medio, por lo menos a Pablo Iglesias le habría salvado parte de la crisis política que se creó ya que no superaría el baremo impuesto por él mismo cuando eliminaba de la validez para la representación pública a cualquiera que gastara más de 600.000 euros en una casa.
Así que, si alguien tiene la fortuna de que le sobre medio millón de euros y no sabe dónde meterlos, al salir de esta crisis se podría comprar un chalet como el de los líderes de Podemos: una construcción rústica sobre una parcela de 2.352 metros cuadrados, con una vivienda de 248 metros cuadrados, un salón de 40, amplio jardín, armarios empotrados, sala de lavandería y tres dormitorios, el principal con vestidor y baño completo en mármol travertino. Una ganga.
¿Y la hipoteca?
Otro asunto es, si no le sobra medio millón, la hipoteca. Eso ya dependerá de los bancos y de las medidas que tome el Gobierno para reactivar la economía. Cuando Pablo Iglesias e Irene Montero firmaron la hipoteca contrajeron una deuda de 540.000 euros, a tipo fijo con un plazo de 30 años, un interés del 0,5%, lo que se traduce en una letra mensual de 1.600 euros.
Querido lector, usted no puede aspirar ni en sueños a una hipoteca así. Según publicó Bolsamanía, la mejor hipoteca de España ofrecía, en el momento en el que contrajeron la deuda Iglesias y Montero, un interés del 1,5%. Todo un punto porcentual por debajo de lo que los líderes de la formación morada obtuvieron o dijeron que obtuvieron. Ni siquiera la Caja de Ingenieros que se la ofreció se las ofrecía así al resto de sus clientes: la mejor era de un 2,10% a tipo fijo a 15 años y un 2,40% a 20 años, siempre y cuando, por otro lado, se contrataran otros productos como la domiciliación de la nómina.
Así que, a la espera de que se concrete en qué queda todo, las hipotecas que se puedan firmar no se aproximarán en nada a la que firmaron Iglesias y Montero. Con el sector absolutamente paralizado por la crisis del coronavirus, la única medida que está dispuesta a tomar la banca hasta ahora, en ese sentido, es la de aplicar la moratoria de las hipotecas de los clientes que se vean afectados por la crisis del coronavirus durante un año.
Según informan desde Idealista, las entidades que forman parte de la Asociación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) han llegado a dicho acuerdo. Así, los clientes sólo pagarán los intereses y habrá diferentes fórmulas para devolver el principal, como por ejemplo modificando el préstamo hipotecario, a través de un préstamo personal o con otras alternativas similares.
Las condiciones para llegar a esas ventajas temporales son algunas como que el deudor sufra una pérdida sustancial de sus ingresos o ventas. Esto se medirá, entre otros baremos, por ejemplo, con que la cuota hipotecaria, más gastos y suministros, supere el 35% de los ingresos netos de la unidad familiar. Este caso, entonces, no sería aplicable a Pablo Iglesias y a Irene Montero ya que a ellos, en lo económico y en la inestabilidad laboral, esta crisis ni les roza. Iglesias cobra 79.746 euros anuales y la ministra unos 74.858.
Pero sí que les afectaría si quisieran vender su casa. Varios expertos del sector ya dan el año 2020 por perdido en compraventa, como si no contara. Las estimaciones son que, durante el mes de marzo no se habrá notado mucho, porque la compraventa en marcha previamente se cerrará. Pero en abril y mayo las transacciones serán seguramente nulas, por la paralización del sector. De salir de la crisis entonces, según lo previsto, la recuperación tímida se producirá de junio a noviembre y será en los dos últimos meses que sí que sea similar a 2019.
Todo esto en el mejor de los casos. Desde la CEOE han calibrado esta semana los daños causados por la crisis actual y reconocen que es peor de lo que esperaban en su inicio. Ahora, si la recuperación se produce de la manera más acelerada posible, estiman que la caída del PIB llegue como mínimo al 9% y que la cola del paro se vea engrosada en 900.000 personas más.
Lo residencial se salva
A pesar de lo desolador del panorama, hay algo que podría salvar el valor del chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero: que es residencial. “En ese sentido, ya veníamos observando en los últimos trimestres una estabilización de los precios y una moderación respecto a las subidas de años anteriores”, explica Carlos González. “A corto plazo, bajarán los precios pero en cuanto se recupere la actividad económica volveremos a los valores previos a esta crisis del coronavirus, quizás en un plazo de entre seis y 12 meses”, añade.
Debido al distanciamiento social “que se vaticina a partir de ahora”, explica González, “las empresas empezarán a plantear los niveles de ocupación que tenían en sus oficinas y bajará el nivel de densidad”. “Esto, junto al auge del teletrabajo y los espacios flex, puede crear cierto aumento de demanda de vivienda en zonas alejadas de núcleos urbanos”, añade.
Y, en ese sentido, en Galapagar se sienten tranquilos. Una de las principales agencias inmobiliarias instalada en la zona, y especializada en viviendas de lujo, comenta que si bien la actividad está parada no cree que afecte mucho. “De momento en Galapagar creemos que va a funcionar todo igual”, añade el director de la oficina inmobiliaria en la localidad, que ha pedido permanecer en el anonimato. “Todavía no hemos recuperado los precios de 2006. Chalets que entonces valían 550.000 euros ahora están por los 300.000 aproximadamente”, comenta, y dice que eso beneficiará a la zona. “Todo eso siempre y cuando no acabemos con ocho millones de parados”, explica, “todo depende de cuánto dure”.
En otra de las principales agencias inmobiliarias de España y que también actúa en Galapagar creen que la bajada de precios podría estimarse entre un 5 y un 10%. Esto situaría la vivienda en un valor entre 584.250 y 553.500 euros. “Pero nosotros seguimos teniendo cierta actividad. Nos entran pedidos para visitar las casas cuando esto acabe y el volumen sigue siendo más o menos el mismo que antes de la crisis. Quizás con esto Pablo Iglesias e Irene Montero acaben teniendo suerte y sus propiedades valdrán más o menos lo mismo después de la crisis que antes. Esto, por desgracia, es una realidad a la que otros españoles ni se asomarán.