El pasado domingo, sus palabras levantaron suspicacias entre la opinión pública. También generaron arduas críticas de la oposición hacia el Ejecutivo de coalición. Pero este lunes, 24 horas después de decirle a España -leyendo- que la Guardia Civil persigue los centenares de bulos que circulan por las redes para tratar de “minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno”, José Manuel Santiago Marín, segundo jefe del Estado Mayor del Mando de Operaciones de la Benemérita, no explicó a qué se refería con esa frase.
En su comparecencia diaria, Santiago Marín se ciñó a expresar unas palabras que llevaba preparadas: "En mis 40 años de profesión, en la lucha contra ETA, en la academia, en las misiones en el extranjero, y en la lucha contra esta pandemia, si algo he aprendido es que lo primero son las personas, no hay ideologías”.
Trató de dejar claro que él es un servidor público, no de un Gobierno en cuestión. A su intervención le siguió un sonoro aplauso de sus compañeros, entre ellos el de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad.
Fin. Hasta ahí. Nada sobre qué quería decir con eso de “minimizar el clima contrario” hacia el Gobierno de PSOE y Podemos. Luego, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, no trasladó a Santiago Marín ni una sola de las preguntas que planteaban los periodistas al respeto.
La rueda de prensa diaria del comité técnico de gestión de la pandemia terminó sin que el segundo jefe del Estado Mayor del Mando de Operaciones de la Guardia Civil diera más explicaciones acerca de lo que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, definió como un simple “lapsus”.
"Una sangría injusta"
Lapsus o no, lo cierto es que el foco mediático sigue centrado desde hace más de 48 horas en el guardia civil que cada día comparece ante los españoles para dar la información de carácter policial del estado de alarma.
En su actual puesto lleva desde el 21 de febrero de 2019, cuando el propio Grande-Marlaska lo nombró mediante publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Sólo un mes antes, el 25 de enero de 2019, fue la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien promovió a general de brigada al por entonces coronel José Manuel Santiago Marín.
Santiago Marín sustituye desde el 25 de marzo al director adjunto operativo de la Guardia Civil, Laurentino Ceña, que se contagió del coronavirus Sars-CoV-2. "Es un error de una persona que no está acostumbrada a estar delante de las cámaras. Es un tío educado, inteligente, pero que nunca se ha visto en esta situación de hablar cada mañana ante decenas de medios de comunicación. Palabras inapropiadas en el momento menos acertado”, resume un agente que coincidió con él en el Servicio de Información de la Guardia Civil cuando ambos estaban destinados en Intxaurrondo (Guipúzcoa) durante los años duros de ETA.
“Pero de ahí a la sangría injusta va un abismo. Es un agente muy respetado, que ha pasado por situaciones muy complicadas y que sabe mucho de lo suyo".
Aparte de diplomado de Estado Mayor, el general Santiago es licenciado en Derecho, tiene un máster en Dirección y Gestión de la Seguridad y otro en Unión Europea. Además de la lengua materna, habla inglés y francés con cierta fluidez, aunque no domina estos dos idiomas. Como experto que es, policías de otros países europeos como Albania o Rumanía recurrieron a él en calidad de asesor También le consultan como experto en el control de fronteras diferentes países de Europa y de África, como Libia o Mauritania.
Hijo de guardia civil
José Manuel Santiago Marín nació en Villasequilla, un pequeño pueblo castellanomanchego de 2.500 habitantes ubicado en la provincia de Toledo. El 22 de noviembre cumplirá 59 años. Está casado y tiene dos hijas. A su mujer, salvadoreña, la conoció mientras estaba de misión en El Salvador.
Santiago Marín es hijo de guardia civil. Su padre, Florentino Santiago, llegó a subteniente y trabajó muchos años destinado en diferentes cuarteles de Castilla-La Mancha.
Siguiendo el ejemplo de su progenitor, el joven José Manuel sintió pronto esa vocación de continuar el camino iniciado por su padre. Ingresó en 1980 en la academia militar, donde se graduó como teniente de la Guardia Civil en julio de 1985. Al poco de abandonar la academia, lo destinaron al País Vasco, como le sucedía a muchos otros agentes de su generación.
Eran tiempos en los que ETA mataba casi a diario. Esos jóvenes recién salidos del cascarón de la academia solían recalar en uno de estos tres destinos: el Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil -fundado en 1982 como una unidad de élite en la lucha antiterrorista-, los Servicios de Información y las unidades territoriales.
Un compañero de por aquel entonces del general Santiago Marín cuenta a EL ESPAÑOL que estuvo destinado en Vizcaya y Guipúzcoa, donde ayudó a desmembrar a distintos comandos de la banda terrorista. Era una época sin tregua para la Guardia Civil. Coches bomba, tiroteos en plena calle o detección de zulos repletos de explosivos y armamento formaban parte del día a día de esos jóvenes agentes recién llegados.
Santiago Marín desembarcó primero en el GAR. Después, en el Servicio de Información de la Guardia Civil en el cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián, uno de los destinos más complicados de los años 90 por las hostilidades terroristas. Fue uno de los lugares más castigados por ETA durante aquellos años del plomo.
Lucha contra ETA
Un ejemplo de su prolífica actividad en la lucha contra la banda se comprueba al observar algunas de las operaciones en las que participó: solo en los años 1988 y 1989 formó parte de los operativos que permitieron desarticular hasta nueve comandos y distintas infraestructuras logísticas de ETA. En ese período cayeron los comandos Aritza, Adarra, Txarito, Bikote, Zorrotz, Eibar y Araba. Santiago Marín estuvo allí casi una década, y aquel tiempo marcó profundamente su trayectoria vital y profesional.
Su siguiente destino, por un breve período de tiempo, fue Lleida. Y más tarde empezó a participar en misiones internacionales, adscritas y coordinadas con la OTAN. Estuvo en Guatemala, en Colombia y en los Balcanes. Allí, en Bosnia Herzegovina en concreto, participó en operaciones internacionales como comandante de la Unidad de Policía Internacional (IPU).
También trabajó sobre el terreno en El Salvador, otro país que le marcó enormemente, pues allí conoció a su mujer. "Son países en los que ha pisado el barro, no de ir a pasear por allí por la ciudad", explica un agente de la Benemérita que le conoce desde hace más de veinte años.
Tras pasar un tiempo enfocado en misiones de lucha contra el narcotráfico, la trata de seres humanos o la gestión de conflictos armados, de América central regresó a España, donde ascendió a teniente coronel en la comandancia de Madrid.
También pasó por las comandancias de Alicante, Málaga y Sevilla. Más tarde, fue destinado a la jefatura de fronteras dado que es un experto en la lucha contra la inmigración irregular. Luego, regresó a la capital, ya como general.
Como se puede comprobar cada mañana en las ruedas de prensa de los técnicos de gestión de la pandemia, luce en su pechera innumerables condecoraciones, entre ellos el distintivo del GAR. Ahora también ejerce como vocal en el Tribunal Militar Central.
El 15 de mayo, San Isidro, es el día grande en la localidad de Villasequilla. La otra jornada grande de la localidad se produce a finales de julio, con las fiestas de Santa María Magdalena. Ese día, el general Santiago Marín suele dejarse ver por su localidad natal, donde todavía vive buena parte de su familia y donde muchos albergan un tremendo orgullo por lo lejos que ha llegado en el escalafón de la Benemérita.
Para ellos, el "lapsus" del domingo fue un simple borrón en el expediente de uno de sus vecinos más ilustres. La duda es si también lo será para el resto de españoles y para la oposición al Gobierno.