Cuando en la Casa Real vieron y escucharon la intervención del periodista James Badcock en un documental de la ETB, a principios de junio, entendieron que pronto se produciría una nueva andanada. El título del reportaje de la televisión vasca era muy gráfico, El virus de la Corona. También lo fue que Badcock, el profesional que ha destapado en los últimos meses graves escándalos económicos de Juan Carlos, no hablara solo del rey emérito.
Se refirió de manera muy concreta a Felipe VI. Dijo lo siguiente: “Hay más escándalos que pueden ir saliendo; será interesante probar esto de que Felipe VI haya podido hacer una separación limpiando su reinado del de su padre”. La duda de la sospecha quedó en el aire. El documental se emitió el pasado 7 de junio.
Quince días después, este pasado domingo, 21 de junio, The Telegraph, el diario británico donde escribe Badcock, publicó una nueva entrega firmada por el mismo periodista, que apuntaba directamente al corazón del actual rey de España. Según esta exclusiva periodística, el viaje de novios del entonces príncipe de Asturias con Letizia Ortiz ,en 2004, costó cerca de medio millón de dólares.
Esta información contenía una doble carga explosiva: que los recién casados se hubieran gastado 467.000 dólares en luna de miel, publicado el día en que en España se levantaba el estado de alarma, a punto de superar una pandemia sanitaria que ha dejados a cientos de miles de españoles en el paro, y a buena parte de ellos rozando la miseria.
La noticia tuvo tanta relevancia que desaparecía la alarma nacional sanitaria, pero era sustituida por una pequeña alarma creada al conocerse los susodichos datos. La información del Telegraph contenía, además, otra carga de profundidad: el viaje de los novios fue pagado a pachas por el padre del heredero, Juan Carlos, y por una amigo íntimo de éste, Josep Cusí. Esto disparó los rumores sobre si el empresario catalán y compañero de regatas no había actuado como testaferro, más que como íntimo y generoso amigo del padrino real.
Aunque han pasado tantos años como dieciséis desde que se produjo este fabuloso viaje a lo largo y ancho del mundo, 42.000 kilómetros en total, de España a Camboya, Islas Fiji -donde la factura de cinco noches costaron 30.000 dólares-, Samoa, California, México y regreso a Madrid, la factura de 500.000 dólares ha quedado grabada en el subconsciente de miles de españoles.
Lo de menos es si la pagó Juan Carlos o su amigo Cusí, depositario de tantos secretos. Lo de más es que muchos canarios, tantos de ellos pobres, que este martes vieron a los Reyes en su visita a las islas, pensarían en la onerosa factura de la boda. La información de The Telegraph ha coincidido con el inicio del periplo de visitas que Felipe VI y la reina, realizarán en las próximas semanas por toda España, como prueba de su proximidad con los españoles tras el doloroso trauma por la pandemia, con más de 50.000 muertes reales.
Juan Carlos en llamas
Esta pasada noche del 23 de junio, cuando en numerosos puntos de España se prenden hogueras que simbolizan el final del día más largo del año, además del nacimiento de San Juan Bautista, tiene un significado muy especial en el Palacio de la Zarzuela. Se podría decir que la figura de Juan Carlos está en llamas, ante la opinión pública, por la sucesión de escándalos económicos que han ido conociéndose en los últimos meses. Y que las llamas están alcanzando ya a Felipe VI, como se ha visto con la factura de su viaje de novios.
Varias fuentes coinciden en que detrás de estas filtraciones estaría Corinna Larsen, la amante de Juan Carlos durante años. El silogismo es fácil. Recuérdese que fue la ex princesa alemana la que abrió la caja de Pandora en la reunión que tuvo con el famoso comisario Villarejo en 2015, en Londres. Corinna le contó a Villarejo que ella había actuado como testaferro de su ex amante, Juan Carlos, quien había puesto “sin ella saberlo” patrimonio a su nombre.
Corinna tiró de la manta y se supo que el Rey había cobrado 100 millones de dólares de Arabia Saudí, en 2008, por sus gestiones para la adjudicación de las obras del Ave a la Meca, realizadas por un consorcio de 12 empresas españoles. Con su amigo Villar Mir como jefe de empresarios. Este dinero del hermano árabe estuvo depositado en la banca Mirabaud, de Ginebra, entre 2008 y 2012.
Más tarde, buena parte de este dinero acabó transferido a una cuenta de la misma Corinna. Tan es así que Juan Carlos confesó a un amigo en Madrid, según supo EL ESPAÑOL: “Me ha dejado sin nada”.
El resto de la historia es conocida: Corinna comunicó por escrito en 2019 a la Casa Real que el actual Rey figuraba como beneficiario de un par de fundaciones en caso de que Juan Carlos muriese, tras lo cual Felipe VI, ante notario, renunció a cualquier herencia de su padre. Y acabó retirándole la asignación anual de 200.000 euros del presupuesto de la Casa Real, decisión esta conocida y publicitada por la Casa Real a mediados del pasado mes de marzo, a la vez que Pedro Sánchez declaraba el estado de alarma nacional y España se quedaba ‘congelada’ con los acontecimientos.
En realidad, lo único y último que puede hacer Felipe VI para librarse de la mancha de su padre es desclasificarlo como Familia Real, y que pase a ser familia del Rey -un matiz difícil de entender para los plebeyos-, y expulsarle del Palacio de la Zarzuela, donde ahora vive. El Palacio de la Zarzuela, como se sabe, es la sede de la Jefatura del Estado.
¿Qué interés puede tener Corinna Larsen en resquebrajar la imagen de Felipe VI y, a la vez, dañar a la institución? La ex amante de Juan Carlos, descrita como comisionista, con variadas relaciones que van de Alberto II de Monaco a Putin, dijo haber pedido protección a Felipe VI al sentirse amenazada supuestamente por el CNI, con robo en sus casas y amenazas de muerte. La contestación de la Casa Real, según Corinna, fue que “ninguno de los asuntos que planteamos, les preocupaba”.
Seguramente Corinna, más allá de comprensión, lo que esperaba es que Felipe VI pudiera influir en la desactivación de la investigación judicial en Suiza, por blanqueo de dinero, incluso en el procedimiento abierto en el Tribunal Supremo de España, cuyo fiscal en delitos económicos, Juan Ignacio Campos Campos, ha de decidir si hay materia para querellarse por los cobros de Juan Carlos con la intervención de Corinna. En unos años en los que Juan Carlos estaba protegido por su inviolabilidad.
De ahí que las sospechas caigan sobre Corinna en la aparición de todos estos escándalos, con sus dardos dirigidos hacia Juan Carlos, hacia su hijo y hacia la monarquía española en definitiva. Que sea, en otras palabras, la mano que prende el fuego de la hoguera de ‘san Juan Carlos o que mece la cuna con riesgo de hacer descarrillar a la misma institución.
Como publicó The Telegraph el pasado domingo, la suntuosa cabaña en las islas Fiji donde se alojaron Felipe y Letizia fue reservada a nombre del señor y la señora Smith. Bajo el nombre apócrifo de John Smith era como Corinna tenía identificado el teléfono personal de Juan Carlos I, entonces rey de España. Recuérdese que Corinna preparó el viaje de los príncipes en 2004. Y ahora, curiosamente, se ha sabido lo que costó, 16 años después.
La recepción tras el viaje de novios
Precisamente fue en una recepción con motivo del santo de Juan Carlos cuando la prensa vio a los Príncipes de Asturias a su vuelta de la luna de miel, aquella tarde del 24 de junio de 2004. Felipe y Letizia hicieron coincidir el final de su viaje a lo largo y ancho del mundo -del 23 de mayo al 23 de junio- para estar en Madrid en la celebración de la fiesta onomástica.
Letizia lució un suave bronceado, resaltado con su traje de falda y chaqueta color vainilla. Felipe agarraba con fuerza la mano de la recién casada, mientras los periodistas, siempre tan indiscretos, interrogaban a los novios sobre su viaje. La prensa no pudo romper la opacidad de los entonces príncipes, salvo que lo habían pasada muy bien y que volvían como nuevos y con ganas de trabajar. No podían imaginar que tras 16 años nos enteraríamos hasta de la dedicatoria que firmaron en un hotel.
Para entender cómo debe estar pasandolo Juan Carlos, tal día día como hoy, 24 de junio, agazapado en Zarzuela, es preciso recordar lo que suponía aquel día en la Familia Real.
Juan Carlos I celebraba su santo en los jardines del Palacio Real, con una gran fiesta en los Campos del Moro. De hecho, fue el anterior rey quien, como regalo a los madrileños, abrió estos jardines en 1978. Franco los había tenido cerrados al público durante sus 40 años como Jefe del Estado.
Era el santo más celebrado en España, con 3.000 invitados. Toda la sociedad civil española estaba invitada a una noche en la que Familia Real acudía al completo. Tras el besamanos, los invitados se perdían por los maravillosos jardines donde se servía un gran cóctel supervisado por el tabernero José Luis Salaguren, más conocido como José Luis.
Allí se mezclaba toda la alta sociedad del momento, todo el que estuviera de moda y todo aquel que representara algo en la España de la época. En aquellos años no podían faltar personajes como el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, acompañado de su esposa, la escritora Carmen Posadas, o los famosos primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer, los Albertos. Hace unos meses, se supo que Alvaro de Orleans, primo y testaferro de Juan Carlos, cobró 47 millones de euros por intermediar en la venta del Banco Zaragozano a Barclays, propiedad de Los Albertos, dinero que acabaría en una fundación, Zagatka, donde figuraba Orleans como administrador y Juan Carlos como beneficiario.
En aquellas fiestas de alto copete no podían faltar las hermanas Koplowitz, casadas con los Albertos, o el banquero Mario Conde, antes de caer en desgracia y llegar a la cárcel.
Esta fiesta se celebró hasta 1992, año en que dejó de hacerse por una decisión tomada por el General Sabino Fernandez Campos, jefe de la Casa de su Majestad El Rey, en aquella época. Aunque Zarzuela aseguró que se dejó de celebrar por la agenda de Juan Carlos, fue el año de la Expo de Sevilla, de las olimpiadas de Barcelona... Lo cierto es que se cansaron de hacer encaje de bolillos con los invitados, matrimonios, divorciados, amantes y se decidió empezar a hacer una celebración más discreta.
El festejo del Campo del Moro se sustituyó por una sobria recepción en el palacio de La Zarzuela, con las altas autoridades del Estado y familiares, que apenas sobrepasaba el centenar de invitados. La cada vez más pequeña recepción por el santo de Juan Carlos I también se suspendió en 2010 debido a un accidente en el que murieron una docena de jóvenes en Castelldefells.
Y ahí se apagaron las luces y las hogueras hasta llegar a la zozobra de ahora. Ya sólo parecen quedar las frías cenizas de aquellas noches de San Juan.
Noticias relacionadas
- Las 6 amarguras de Letizia en 6 años como reina: así resistió a sus suegros, a su tía y a ‘compiyogui’
- Los letrados del Congreso no ven posible investigar a Juan Carlos sin "vaciar" su inviolabilidad
- Cusí la pagó y Corinna organizó la luna de miel de Felipe 'Smith', el mismo alias que daba a su padre