El general Fernando Alejandre (Madrid, 1956) camina con paso firme por la calle Preciados, en el centro de la capital, bajo un cielo frío, encapotado y gris, que refleja el signo de los tiempos. Ha pasado algo más de una semana desde el inicio de la invasión en Ucrania perpetrada por las tropas de Vladímir Putin. Europa está en guerra por primera vez en mucho tiempo, el primer conflicto en décadas en el continente.
Alejandre fue el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) durante los últimos compases del Gobierno de Mariano Rajoy y en los primeros años del Ejecutivo de Pedro Sánchez (2017-2020). Acaba de publicar sus memorias, Rey servido y patria honrada (Ediciones Deusto), un volumen que llega como si de agua de mayo se tratara para entender el funcionamiento de las Fuerzas Armadas en tiempos de paz... y en tiempos de conflicto, para comprender todo lo que está ocurriendo en estos momentos: la invasión directa de un país a manos de otro, acaso el acontecimiento más grave que haya tenido lugar en Europa desde la II Guerra Mundial.
Hace ocho años, en 2014, Alejandre ostentaba un importante cargo en la OTAN. El Kremlin asestó un primer zarpazo a Europa. Lo hizo arrebatándole, precisamente a Ucrania, la península de Crimea y financiando con dinero, armas y hombres un levantamiento prorruso en el Donbás.
Putin quedó agazapado desde entonces, como un tigre siberiano tras cobrarse la pieza. Pero no se olvidó de su verdadero objetivo. La situación ahora es amarga, si bien no resulta extraña para la generación del ex JEMAD, pues antaño ése solía ser el estado natural de las cosas.
¿Qué balance hace de la primera semana de hostilidades?
Esta semana empezamos a tener claro qué es lo que plantea Putin, cuáles son los intereses rusos. Ya se empiezan a vislumbrar. Y luego, dos cosas que han sorprendido a toda la comunidad internacional. La primera, que somos capaces de tomar una posición única, cosa que no hicimos en 2014. Y la segunda, que el ejército ucraniano aguanta mucho mejor de lo que creían los rusos.
¿Putin los ha subestimado?
No sé si los ha subestimado, o han tenido un error de cálculo. Si fuera así, en todo caso, sería un error de todo su Estado Mayor. Creo que a ellos les ha sorprendido, o por lo menos así parece. Hay que tener en cuenta que no sabemos muy bien lo que ocurre, porque la niebla de la guerra no nos deja ver y puede que la resistencia no sea tanta como parece.
¿Se ha equivocado la OTAN con respecto a Rusia?
La OTAN no se ha equivocado en nada. Los países de la OTAN,sí: en no haber tomado en serio la advertencia que Moscú lanzó en 2014. Hemos estado esperando ocho años sin hacer nada, hasta darnos cuenta de que era la primera parte de una operación más grande, que es la que ahora se está desarrollando. Se han podido hacer muchas cosas, pero no se ha hecho nada. Somos bastante buenos mirando para otro lado cuando las cosas se tuercen.
Crimea fue el primer paso.
No me cabe duda. En Crimea, Rusia hizo una prueba, conquistó una península y levantó en armas a parte de la población prorrusa de las dos regiones de Donetsk y Lugansk. Eso fue lo que hizo entonces, y nosotros no reaccionamos. Ahora ha dado el siguiente paso.
Las sanciones son potentes. El coste diario de una campaña como ésta sugiere que el tiempo del Kremlin tiene un límite.
Estoy convencido de que tiene un límite de tiempo. Cuando una operación se lanza, tienes que tener planeado en qué tiempo alcanzarás tus objetivos. Tus columnas de apoyo logístico, tus infraestructuras, tienen que permitirte el combate en ese margen de tiempo que te has dado. Rusia entró sabiendo lo que iba a hacer. Las sanciones han sido unánimes, serias y rigurosas. Eso tiene un efecto sobre Rusia, que debió calcularlo antes.
Juega el tiempo en su contra.
Ellos saben en qué tiempo tienen que llegar a donde quieren llegar. Si no, probablemente se queden a medio camino, y eso es muy peligroso.
Durante meses, los servicios de inteligencia de Estados Unidos advirtieron de la más que probable invasión en Ucrania mientras Moscú se lo negaba a la OTAN. Estaban convencidos de lo que iba a ocurrir.
Por fin, los servicios de inteligencia de Estados Unidos consiguen acertar en algo. Es evidente que han acertado, y con plenitud, en que esto se veía venir. Y así ha sido.
¿Qué opinión le merece el papel que está jugando Josep Borrell, el Alto Representante de la UE, quien llevaba meses advirtiendo también de que esa posibilidad era muy real?
Me sorprendió su seriedad en el mensaje y yo imagino que a mucha gente no le gusta ver las cosas así de claras. Por lo menos, yo creo que eso en Moscú se lee perfectamente.
¿Es Putin un personaje tan hermético y aislado como parece?
El pueblo ruso es un pueblo orgulloso. Muy duro, muy sacrificado, que sabe lo que es sufrir. Es un pueblo que ha crecido, y también sus dirigentes, en el comunismo más puro y duro. De lo que no cabe duda es de que han sido adiestrados, y han vivido, y han bebido en el régimen soviético. Un régimen comunista no permite florituras: donde manda uno, no mandan los demás. Ésa es la diferencia entre Vladímir Putin y Occidente. Nosotros contamos con un montón de gente al tomar una decisión. Son los límites de la democracia.
El día que empezó la invasión, contamos en EL ESPAÑOL que se produjeron una serie de ciberataques en Ucrania y diversos países del Báltico. ¿Hasta qué punto ha influido en el conflicto la estrategia de desinformación y de guerra híbrida ejercida por Putin en los últimos meses?
Los efectos concretos no los conozco porque, como sabes, no estoy en activo. Pero era evidente que iba a ocurrir. Ocurre todos los años cuando hacen ejercicios próximos a la frontera: oscurecen las comunicaciones en zonas completas de este lado de la raya. Han llegado a hacerlo en ejercicios de la OTAN. Un ejercicio que tenía lugar en un país del norte de Europa y, de repente, en un área determinada, ocurrió algo que dejó sin comunicaciones durante 24 horas a todos los aliados que se encontraban en esa área geográfica.
No me extraña, por tanto, en absoluto. La diferencia entre la guerra híbrida de antes con la de ahora son los medios técnicos. Igual que hicieron aquí en España no hace mucho tiempo, pueden iniciar una campaña de desinformación, o simplemente cegar las comunicaciones. Todos somos muy conscientes de que en 2017 hubo una injerencia en los asuntos catalanes, en lo relacionado con los sucesos del 1 de octubre, por parte de empresas radicadas en San Petersburgo. No estarían en San Petersburgo por casualidad.
¿Qué le está pareciendo la respuesta de la OTAN?
Es la única actuación que puede mantener. Lo que echo de menos es lo que se pudo hacer cuando le vimos las orejas al lobo, en 2014, hasta ahora, que ya el lobo está en el aprisco de al lado. Desde dotar hasta instruir, revisar los planes... Nosotros pudimos echar una mano al pueblo ucraniano, pero nunca hubo una respuesta compacta de la OTAN y mucho menos de la Unión Europea.
Se refiere, por ejemplo, al suministro de armamento que se está produciendo estos días.
Suministrar ahora armamento es una cosa sobrevenida y un poco improvisada. No parece serio. ¿Vamos a armar milicias? Armar milicias sin una instrucción previa, sin una estructura, sin cadenas jerárquicas y sin saber a quién responde cada cual es complicado. Sobre todo, porque podemos armarlas con fusiles o con granadas de mano, pero no podemos armarles con aviones.
El otro día, escuchaba a alguien que decía que había que mandar aviones, pero ¿los mandamos con piloto o sin piloto? Porque un avión sin piloto es como un jardín sin flores. No sirve para nada. Los tanques, ¿aparcamos allí 60 tanques? ¿Quién los conduce? ¿Quién dispara?
La ministra Ione Belarra, el exvicepresidente Pablo Iglesias y otros dirigentes de Unidas Podemos son contrarios a enviar armas a las autoridades ucranianas para, dicen, "no alimentar la escalada bélica". ¿Qué opina de este tipo de discurso?
Creo que tendrían que dar explicaciones. He dicho ya antes que no creo que armar ahora a la sociedad ucraniana sea bueno. Pero hay que ayudar. No sé si eso va a tener una repercusión, desde luego que enviemos AK-47 o misiles anti-tanque al ejército ucraniano no sé si va a producir una escalada de conflicto.
Lo único que puede producir una escalada en el conflicto es que dejemos a Vladímir Putin sin salida, que no haya una verdadera voluntad negociadora de una salida a la guerra. Y creo también que sería complicado si ahora se produjera un chispazo en otra parte de Europa, sobre todo si esta parte fuera miembro de la Alianza Atlántica.
¿Se detendrá Putin en Ucrania?
Una de las ventajas de vivir en un sistema autocrático es que uno sólo tiene que consultarse a sí mismo. Dudo que la UE y la OTAN sepan cuál es el objetivo final de esta acción. Lo que yo veo en los mapas cuando, cada mañana, me informo a través de fuentes abiertas es una acción claramente definida sobre la Ucrania oriental, la Ucrania más industrializada y la Ucrania más prorrusa.
Yo creo que se van a mover las fronteras. Si las movemos con el establecimiento de repúblicas satélites o moviéndola al río Dniéper, yo eso no lo sé. Eso ya no lo para nadie. Se movieron en 2014 y la comunidad internacional no reaccionó. Crimea pasó a ser una provincia de los rusos, en contra de toda política internacional, y nadie mostró ningún estupor.
Experiencia como JEMAD
¿Tiene cierta dependencia Europa de Estados Unidos en la OTAN?
Siempre hemos hablado de la Alianza Atlántica como una alianza basada en dos pilares: el pilar que está al otro lado del Atlántico, Estados Unidos y Canadá, y luego el pilar europeo. Todo el mundo habla del pilar europeo, pero nadie lo ha visto nunca. Es más, hay veces que más que un pilar se parece a un poste. Quizás al ver Moscú esa debilidad en el mensaje de Europa, tal vez Putin ha dicho, ésta es la oportunidad.
Puede que la salida precipitada y poco organizada de Afganistán haya sido otro mensaje muy claro. Hay un desequilibrio. Los estadounidenses llevan tiempo diciéndonos que tenemos que tomar un papel preponderante en nuestra defensa.
Usted habla en su libro de ese 2% del PIB para gasto en Defensa, que ahora mismo parece inalcanzable para muchos socios de la Alianza. Sólo ocho o nueve llegan. Y España es el segundo que menos invierte.
Y curiosamente los que lo alcanzan, no lo alcanzan bien. Hay muchos de los socios que, en proporción a su PIB, lo alcanzan, pero no tienen fuerza aérea. El 2% es una trampa saducea. Grecia gasta más del 2%, pero un porcentaje únicamente dedicado a su enemigo, que no está fuera de la OTAN.
Si nosotros cogiéramos el presupuesto de Defensa y lo eleváramos al 2% el JEMAD tendría un problema enorme para saber qué hacer con ese dinero. Sería imposible. Hace años, ya dije en una conferencia que yo con el 1,4% ya me daba por satisfecho. Con eso estaríamos muy bien en España.
En el libro, revela cómo asistió estupefacto a las palabras de un asesor de la ministra Margarita Robles, el cual le pregunta al Mando Aéreo de Combate cómo se puede justificar un ejercicio en el que se invertía una cantidad de dinero que se podía destinar a dotar de mobiliario una planta entera de un centro de salud. ¿Falta cultura de Defensa en el propio Ministerio de Defensa?
La cultura de Defensa falta en la sociedad española. Por eso he escrito este libro. Yo trato de cerrar esa brecha. Si falta en su sociedad, ¿no faltará también en sus clases dirigentes? Uno a veces llega a las Fuerzas Armadas y no tiene experiencia previa -en este caso, este asesor sí la tenía-. Todo esto ha cambiado mucho la percepción. Las emergencias de estos años han cambiado mucho la percepción de la sociedad española de las Fuerzas Armadas.
En su libro, se le ve enormemente crítico con quienes actualmente ocupan la cúpula del Ministerio de Defensa. Incluye su carta de despedida que nunca se había publicado en la que dice: "Tengo la sensación de que mi forma de entender cuál debe ser la posición de España en temas de ámbito militar ante Organismos Internacionales de Seguridad y Defensa no cuenta con tu aprobación". ¿A qué se refería?
Tuvimos muchas... Simplemente, yo opinaba una cosa y la ministra otra diferente. La carta, cuando vi que la situación se ponía difícil entre ella y yo, la dejé escrita y de vez en cuando le cambiaba la fecha con la intención de dársela en el momento en que yo supiera que ella podía cesarme. Ella no podía porque hasta 2020 formaba parte de un Gobierno en funciones. Estaba ahí, en tierra de nadie. Sabía que no había química entre mis postulados, mis aproximaciones no coincidían con las de la ministra.
Tenía, por ello, escrita la carta. Quería facilitarle que no tuviera problema en darme salida. Ella tenía la misma decisión tomada y fue lo que hizo al llamarme aquella tarde del 13 de enero de 2020. Yo le dije:"Ya sabes que tengo aquí la carta". Ella me dijo: "No sé si te hago una faena cesándote". "No te preocupes", le dije, "porque llevo aquí la carta en la que te pido el cese".
¿Qué le parece que un ex JEMAD como José Julio Rodríguez o el general Fulgencio Coll entrasen en política?
Debería aceptarse con mucha más normalidad. Lo que me sorprendió es que nadie se llevara las manos a la cabeza cuando el general Rodríguez dio ese paso. Podría dar varios ejemplos. Y de repente, todos se llevan las manos a la cabeza cuando lo hacen en Vox. Solo se habló de ruido de sables cuando algún antiguo compañero y jefe mío entró en Vox. Demuestra que se sigue sin ver a las Fuerzas Armadas como algo apolítico y apartidista. Todos tenemos nuestra forma de ser.
Hay otro pasaje en el libro en relación con los sucesos de Cataluña, durante el referéndum ilegal. ¿Era de la opinión de que tendría que haber intervenido el Ejército?
En 2019, desde luego no; en 2017, tampoco. Yo lo que hago es actuar allí donde me ordenan. Tengo bien claro que la decisión del empleo pertenece al escalón político. Luego no abogué por nada concreto. Lo que sí me resultó chocante es la falta de asunción de la seguridad nacional como un todo. Una coordinación total. Eché de menos que nadie en aquel momento se viera en la necesidad de informarnos o de preguntarnos, de consultarnos. Eso es lo que he reflejado en el libro en algún punto.
Amenazas para España
¿Tiene España las Fuerzas Armadas que necesita, en número, equipación y preparación?
En cuanto a preparación, sí. Pero falta dinero para prepararlas adecuadamente. Esto va directamente unido al presupuesto y al equipamiento militar del que disponemos, que es muy escaso o en algunos casos muy obsoleto... o que va camino de serlo, o que cuesta mucho mantenerlo. Llevamos en un periodo de crisis en los presupuestos de Defensa desde el año 2008.
¿Diría usted que es ése el principal problema de las Fuerzas Armadas?
No, el principal problema creo que es la falta de identidad. Es decir, no de las Fuerzas Armadas, que sí saben lo que quieren ser, sino de la identidad que proyectamos. Creo que no hay un reconocimiento verdadero del papel que las Fuerzas Armadas deben jugar en la defensa nacional. A todo el mundo le gusta mucho hablar de las FAS en la Operación Balmis, en el volcán de la Palma, que es todo ello totalmente elogioso...
Lo cuenta usted en un capítulo. Es elogioso, pero también cuando vamos a instruir tropas en Irak, o en las misiones contra el yihadismo en el Sahel.
O a quienes tenemos en un puesto fronterizo en las islas Chafarinas. Yo creo que ha habido, ni siquiera creo que sea interesado, una apuesta por las acciones más vendibles y no hacia las que realmente vemos que, en cuanto las cosas se ponen feas como estos días en Ucrania, hacen realmente falta.
Eso lo recuerdo siempre que hablo de la ética del combatiente. En el libro, cuento un caso en una operación en la Guerra del Golfo. Nos mandaron allí y nunca salió una foto en España que mostrara realmente lo que aquella operación implicó. Hubo un momento en que se nos prohibió ir con armas.
Los militares de Operaciones Especiales. Todos cuentan historias tremendas de una semana cualquiera.
Eso es de lo que me gustaría que la sociedad española fuera consciente.
¿Y qué puede hacer un JEMAD para cambiar esto?
Muy poco. Esto tiene que ser una cuestión nacional que comience ya en los colegios. Adolecemos de una falta de intento de permear en nuestros jóvenes. No basta con que los militares vayamos a dar charlas a los colegios. Eso queda muy bien. Ven al tío vestido de uniforme, pero eso no sirve para nada.
Pero, ¿a través de una asignatura o cómo?
Eso ya es harina de otro costal. Eso ya no lo sé. Es un problema de cúpulas, es un problema de las élites.
Hace unos meses, en EL ESPAÑOL, realizamos una encuesta en la que hasta un 71% de los españoles aseguró que respaldaría la constitución de un Ejército Europeo en el cual estuvieran integrados los militares de nuestras Fuerzas Armadas. ¿Considera que sería una medida oportuna para luchar contra amenazas futuras?
Si a la Unión Europea como organización le cuesta tanto tomar una decisión común, ¿quién mandaría el Ejército Europeo? Los ejércitos se pueden crear, pero la decisión de su empleo sólo la puede tomar el escalón político. ¿El Parlamento Europeo es un organismo suficientemente resolutivo? A mí me cuesta creerlo. No es fácil. A mí me hubiera encantado como militar, como ideal es muy bueno. Pero de momento, me parece inviable.
¿Hasta qué punto debe preocuparse España por Marruecos? España es la única frontera europea en África. Juegan con el elemento de la presión migratoria. Es un país que, en los últimos años, ha ido incrementando su potencial armamentístico. Hace menos de un año, facilitó la entrada de miles de inmigrantes a Ceuta en apenas 24 horas...
Debemos preocuparnos absolutamente por nuestros vecinos. No he dicho que tenemos que estar preocupados por la amenaza que representa, porque Marruecos no representa una amenaza mayor hoy que hace diez años, y representará la misma amenaza dentro de diez. Marruecos, con situaciones como la ocurrida de esta semana [el asalto a Melilla], está mandando un mensaje de cómo subvertir el orden en un lugar, como bien dices, que es la frontera de Europa en África.
Debemos preocuparnos de comprender a Marruecos, de ser relevantes en Marruecos. Es un país que mira a París, y nunca a Madrid. Como no encuentra alianzas en España, las busca al otro lado de Atlántico, en Estados Unidos. Hay que comprenderlos. No hablamos con ellos. Tenemos muchos más ejercicios con los lituanos que con los marroquíes. ¿Por qué hacemos eso? Creo que España no puede permitirse el lujo de vivir de espaldas a Marruecos.
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