El emporio turístico de Benidorm, al que le ha costado 70 años convertirse en uno de los referentes internacionales más importantes de Europa, puede desaparecer en apenas dos años a causa de la pandemia de COVID-19. La ciudad de alrededor de 70.000 habitantes censados que casi al cien por cien se dedica al turismo, a la que hay que añadir toda su área de influencia —la comarca alicantina de la Marina Baja, con más de 188.000 habitantes —, vive su peor crisis.
Ni siquiera en el crack mundial de 2008 corrió la misma suerte. Muy al contrario, fue uno de los motores de la recuperación. Pero hoy miles de negocios (hoteles, hostelería, comercio, apartamentos turísticos, campings, parques temáticos) echan el cierre con la incertidumbre de si superarán los próximos meses, si serán absorbidos por “fondos buitres” de dudoso capital extranjero o incluso si algunos sectores revertirán el largo camino recorrido hasta la legalidad y volverán al pirateo y la economía en negro.
La sensación general es que Benidorm ha ayudado durante décadas a remontar la economía española y a equilibrar la balanza de pagos con las divisas obtenidas por sus turistas extranjeros. Pero ahora, los gobiernos central y autonómico están dejando a la ciudad a su suerte, sin medidas concretas para paliar la situación y sin ayudas directas para evitar la catástrofe. Algo que se pagará en los próximos años cuando la industria turística no genere dinero en impuestos y sí muchos costes al Estado con el pago de subsidios a miles de desempleados.
Ni siquiera piden, como sucede en Alemania, que se les garantice un 70% de los ingresos acreditados en 2019 para mantener los puestos de trabajo y pagar las facturas. Tan sólo reclaman que se articulen medidas para que no tengan que cerrar definitivamente, como se hizo con otros sectores en otras épocas: reconversión industrial, ayudas a fabricantes de coches, rescates bancarios. También medidas sanitarias urgentes para acelerar la vacunación y poder reabrir con garantías en junio.
Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera HOSBEC (la más potente de la Comunidad Valenciana) explica que ya se están produciendo llamadas de “inversores” foráneos para adquirir los hoteles (la inmensa mayoría todavía en manos de capital y propietarios locales) cerrados desde julio del año pasado y en el peor de los casos desde octubre de 2019.
En 2019, el año previo a la pandemia, Benidorm conservó el cuarto puesto nacional en pernoctaciones hoteleras, 11,4 millones (con datos similares al tercero) después de Barcelona, Madrid y San Bartolomé de Tirajana (Canarias). Y llegó a 16,2 millones de pernoctaciones anuales añadiendo las de los campings y apartamentos. La ciudad es el gran motor del destino turístico de la “Costa Blanca” (en su conjunto registró 27,8 millones de pernoctaciones de los 49 millones que registró toda la Comunidad Valenciana ese año). Lo que supone que una ciudad de apenas 70.000 habitantes produzca el 33% de la riqueza turística de una autonomía con cinco millones de habitantes, y su área de influencia, la Costa Blanca, el 57% del turismo regional.
El turismo ha sido el principal sector impulsor de la economía y el empleo regional de la Comunidad Valenciana desde 2011, según el último gran estudio realizado hasta la fecha (Impactur 2017). Con datos de hace tres años, el turismo ya se había situado en el 14,6% del total del PIB regional (el sector turístico representa en el conjunto de La economía española alrededor de un 11,2%). En tan sólo un año, ese PIB turístico regional ascendió a los 16.000 millones de euros con 287.749 puestos de trabajo (un 15% del empleo regional ).
Benidorm refleja a día de hoy una incidencia acumulada de 497,66 casos positivos por cada 100.000 habitantes, según datos de la Conselleria de Sanidad. La media autonómica se sitúa en los 667,88 casos.
Sólo 11 hoteles
La ciudad debería estar bullendo de actividad en una situación normal con miles de usuarios del Imserso disfrutando del microclima y el ocio local. Pero a día de hoy sólo hay 11 hoteles abiertos, algunos sólo de viernes a domingo, de una planta hotelera de140 establecimientos. “El primer semestre de 2021 lo damos por perdido. No existe movilidad porque la Comunidad Valenciana sufre un cierre perimetral desde el 25 de octubre pasado y porque los mercados europeos están cerrados”, explica Montes. El 60% del turismo en el destino es internacional y apenas hay visitantes de segunda residencia que acrediten una PCR o de la propia comunidad autónoma en fin de semana.
“Los hoteles de la Comunidad Valenciana ya hemos perdido 700 millones de euros en 2020 y necesitamos llegar vivos a la recuperación. Nuestra capacidad se agota. Un hotel medio cerrado cuesta entre 50.000 y 150.000 euros al mes, entre 600.000 y dos millones al año. Pero perder la industria a turística sería un muy mal negocio para España”, añade Montes.
También las agencias de viajes locales que no sólo se dedican al mercado minorista sino que son las interlocutoras de los grandes turoperadores internacionales para vuelos, hoteles y organización de actividades, calculan pérdidas del 90% de su facturación.
Juan José Pérez Parker (Avibe) asegura que el sector se ha endeudado con la única medida que se ha tomado desde el inicio de la crisis, los préstamos ICO, y que no pueden mantener las plantillas y gastos como alquileres o impuestos durante varios meses más. En 2019 las agencias de viajes tramitaron el 40% del turismo nacional e internacional en España. De seguir así el modelo sucumbirá definitivamente ante el pujante comercio on line, también de capital extranjero.
Montes cree que medidas como la extensión de los ERTE; la preparación inmediata del programa del Imserso para otoño (en 2019 se pusieron a la venta en toda España 930.000 paquetes y hubo 2,5 millones de solicitudes) que permita a los empresarios hacer previsiones de negocio a medio plazo; que se legisle la posibilidad de variar la potencia máxima contratada sin penalización mientras los establecimientos estén cerrados; o la rebaja de impuestos locales como el IBI, el IAE y la recogida de basuras (que no se están generando), podrían aliviar la situación al menos durante un tiempo.
Pero sin ayudas directas al sector turístico en general, la recuperación será muy costosa. En este contexto las ayudas directas previstas por la Generalitat esta misma semana, de 120 millones para toda la Comunidad, son marginales. “¿Cuanto le pueden dar a una empresa de Benidorm después de 18 meses de pérdidas, mil euros?”, se pregunta Pérez Parker.
Los apartamentos
A los apartamentos turísticos (más estrictamente “de uso vacacional”), les ocurre tres cuartos de lo mismo. El benidormí Miguel Sotillos, preside la patronal autonómica Aptur, cree que la situación se va a prolongar como mínimo hasta verano y que sin medidas concretas “todo lo que hemos logrado con mucho esfuerzo en 10 años para regularizar el sector se va a ir por el desagüe. Volverán los piratillas y los jubilados a alquilar apartamentos y desparecerán las empresas que dan garantías a los clientes y propietarios, las que pagan impuestos a las administraciones. El Estado tendrá que volverse a gastar el dinero en inspecciones y sanciones, y costará mucho regularizar de nuevo la oferta”.
En la Comunidad Valenciana hay 80.000 apartamentos de uso vacacional registrados, con tres veces más camas que hoteles. Sólo en Benidorm hay 8.000 apartamentos registrados de los cuales la mitad están gestionados por empresas. A día de hoy sólo están ocupados entre el 0 y el 5%. “A mí me cuesta al menos 45 euros la limpieza y lavandería. Pago el 21% de IVA, el 36% de Seguridad Social por mis empleados, el alquiler del local. Suma. Los hoteles que hay abiertos tienen ofertas de 60 euros al fin de semana. Ya me dirán si puedo sobrevivir”.
La hostelería
En la ciudad “fantasma” que se ha convertido Benidorm otro de los sectores fundamentales son los bares cafeterías y restaurantes. Pablo González, uno de sus representantes y propietario de la Taberna Andaluza, ha cerrado el negocio esta misma semana. “Cierre perimetral de la Comunidad, restricción de horario hasta las 17h, sólo mesas de cuatro y cada dos metros, máximo del 30% de ocupación del aforo. ¿Quién puede mantener abierto un negocio?”, se queja. Asegura que tener el bar cerrado cuesta 4.000 euros al mes y abierto, 8.000 euros.
Muchos negocios tradicionales de Benidorm han cerrado definitivamente. De 1.200 bares, restaurantes y cafeterías abiertos en 2019, el 40% ha bajado ya la persiana. González pretende abrir, pero sólo “cuando merezca la pena luchar”.
Los campings
También los camping de la ciudad y su entorno están sufriendo condiciones extremas, con la peculiaridad de que como cuenta su vicepresidente, Francisco Delgado, llevan años teniendo su principal foco de negocio en el mercado invernal, en la llamada desestacionalización.
“Estamos abiertos pero estamos cerrados porque ni entra ni sale nadie. Deberíamos estar rozando ahora el 100% de la ocupación de parcelas y bungalows pero apenas hay algunos extranjeros de esos que pasan nueve meses del año en Benidorm y tres en Holanda, Bélgica o Inglaterra”, comenta Delgado. Al igual que los establecimientos hoteleros están al albur de inversores extranjeros o del cierre definitivo. “Creo que hasta el verano aguantaremos. Más no”, agrega el empresario.