Interpretaciones cruzadas, ruedas de prensa e incertidumbre. Este miércoles, a 18 días del 26-J, se ha iniciado con el no rotundo de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy y con el amago de un nuevo desistimiento del presidente en funciones al rey. El fantasma de las terceras elecciones se ha instalado en el hemiciclo hasta media tarde, cuando ha ido emergiendo el cuadro completo: Rajoy ha abierto un paréntesis de una semana en su búsqueda pública de apoyos hasta que se constituya el Congreso el próximo 19 de julio.
Entonces volverá a retomar los contactos políticos pero lo hará de forma más discreta. Si una vez mandatado por el rey la situación sigue siendo la misma (no de Sánchez y magra abstención de Rivera), Rajoy planea incluso darle un ultimátum a ambos líderes: o investidura o nuevas elecciones. Todo, sin luz ni taquígrafos. Según fuentes de su entorno, la situación ha de enderezarse “con paciencia mariana” y el la sesión de investidura debe de prosperar la primera semana de agosto. “Yo tengo claro que tengo ganas de gobernar”, ha dicho Rajoy en rueda de prensa tras una entrevista de hora y media con Sánchez en el Congreso. Si Rivera y Sánchez no facilitan un gobierno en minoría del PP, entonces España irá a unas terceras elecciones el próximo 27 de noviembre.
Sonrisas y apretón de manos
Las formas entre Rajoy y Sánchez han sido mejores este miércoles, ha habido sonrisas y apretón de manos. Pero el fondo ha sido el mismo que tras el 20-D: el líder socialista le ha comunicado que “a día de hoy” su partido no le apoyará ni por activa ni por pasiva. Lo ha dicho Sánchez en una rueda de prensa confusa y ambigua en la que ha insistido en que “el PSOE hará todo lo posible para que no haya nuevas elecciones”. Ha respondido a pocas preguntas y ha evitado los corrillos posteriores, de modo que las enigmáticas palabras de Sánchez- “El PSOE será parte de la solución”- ha abierto la puerta a especulaciones sobre sus planes.
Rajoy ha concluido que en el ecuador de julio carece de apoyos para gobernar pero no tira la toalla: cuenta con dos importantes bazas que aún pueden llevarle con éxito a esa sesión de investidura la primera semana de agosto. El paso del tiempo, que debería de ejercer un efecto balsámico sobre los ánimos de los líderes de C's y del PSOE: es lo que los populares llaman efecto de “descompresión”, darles tiempo para que flexibilicen unas posturas que de seguir así de inamovibles conducirían a esa fatídica tercera cita electoral. Él lo ha verbalizado así en rueda de prensa: “Es reconfortante que todos piensen que es una locura ir a otras elecciones”.
"¿Qué salida vamos a darle a esto?"
Las interpretaciones sobre los planes de Rajoy se han producido después de que éste dijera en rueda de prensa que si carece de apoyos para ser investido "abriría un período de reflexión" para que todos repiensen sus posiciones . "Porque, si no, ¿qué salida vamos a darle a esto?", se preguntó en alto.
Prudencia, paciencia y tiempo al tiempo. El presidente del Gobierno se ha mostrado bienhumorado en la rueda de prensa y no ha querido pronunciarse sobre si este miércoles había más o menos posibilidades que el día anterior. “Eso es de tratado de psicología”, ha bromeado cuando le han preguntado cuál era su impresión. Ha dicho que las conversaciones han sido "cordiales".
Pasado el mediodía, Rajoy ha enviado también a sus rivales políticos un programa, abierto a cambios, con el que está dispuesto a gobernar. Ha hablado en el Congreso flanqueado por la plana mayor de su partido: su jefe de gabinete y hombre fuerte, Jorge Moragas, artífice del refuerzo electoral conseguido el 26-J; la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, también fortalecida tras las elecciones; el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, y el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, Mariano Rajoy. Ante ellos ha insistido en que si sus contrincantes no se mueven de sus posiciones actuales va a ser imposible sacar adelante la legislatura. "Yo no puedo gobernar si C´s se abstiene y el PSOE vota en contra".
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